Barricada

La masacre del barrio Monseñor Lezcano

El 14 de mayo de 1977. Hace 42 años, en el barrio Monseñor Lezcano de la ciudad Managua cayeron los compañeros Félix Pedro Picado, Ángela Morales Avilés, Luz Marina Silva, María Mercedes Avendaño y Candelaria Ocampo combatiendo contra la Guardia Nacional.

De los cinco compañeros que cayeron en el barrio Monseñor Lezcano, cuatro eran mujeres. Con procedencia e historias distintas, pero unidas por los mismos ideales y decididas a luchar contra la dictadura somocista.

María Mercedes Avendaño, 22 años, era obrera, originaria de León. Pasó a la clandestinidad en el año 1974 con el propósito de ser parte del Comando «Juan José Quezada» que preparaba el asalto a la casa de Chema Castillo, pero por problemas de salud que se les presentaron durante los entrenamientos, no pudo participar en la operación.

Angelita Morales Avilés, 28 años, con sus grandes ojos verdes-celestes, era una intelectual, hermana del héroe y mártir Ricardo Morales Avilés. Cayó junto con Mercedes, porque la Guardia Nacional localizó y atacó la casa de seguridad donde se encontraban.

Ese mismo 14 de mayo de 1977, cayeron también los compañeros Félix Pedro Picado, Luz Marina Silva y Candelaria Ocampo.

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En su libro Masacres somocistas en Nicaragua, el periodista e historiador Pablo Emilio Barreto Pérez, nos ayuda a comprender la naturaleza represiva de la Guardia Somocista. Para el año 1977, la represión ya era abierta y atroz:

“La política somocista genocida oficial era matar, sembrar terror y robar todo lo que pudieran. Se capturaba a  ciudadanos sospechosos, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, considerados enemigos del somocismo, no para enjuiciarlos por sospechas o participación en algo ilegal, sino para masacrarlos, asesinarlos.

Nicaragua, con la tiranía somocista  era un inmenso cementerio, lleno de cárceles para torturas, o un territorio lleno de fosas comunes, o tumbas totalmente desconocidas para el público como la de Sandino, la de Rigoberto López Pérez y las de centenares de guerrilleros sandinistas que fueron asesinados y tirados sus cadáveres en alguna zanjas desconocidas.

Muchos seres humanos desaparecieron sin noticia alguna, en muchos lugares de nuestros país se enterraron o depositaron cuerpos agujerados de ciudadanos, unos acusados de “sandino-comunistas-terroristas”, otros sencillamente fueron desdichados al encontrarse con alguna patrulla mortal de la Guardia Nacional.

Las matanzas y el terrorismo de Estados Unidos no concluyeron con el triunfo revolucionario sandinista, sino que continuaron, esta vez,  con el financiamiento de parte del gobierno norteamericano a bandas contrarrevolucionarias, en un inicio integradas por los guardias nacionales que se desbandaron, derrotados vergonzosamente, el 19 de julio de 1979,  hacia territorio hondureño, o a la gusanera de Miami en Estados Unidos.

Un valioso resumen que debemos rescatar es el realizado por Carlos Fonseca Amador, fundador principal del FSLN en un documento escrito y titulado “Desde la cárcel yo acuso a la dictadura”

A todo y cada uno de nuestros Héroes y Mártires les decimos: ¡Presente! ¡Presente! ¡Presente!

#Nicaragua40Revolución

Fuentes consultadas:

Pablo Emilio Barreto. Masacres somocistas en Nicaragua. 1993