Barricada

Rigoberto López Pérez: ejemplo y decisión

“Y Rigoberto es un continuador de la lucha de Sandino.

Es Sandino, a través de Rigoberto, haciendo justicia”.

(Comandante Daniel)

El 21 de septiembre de 1956, el poeta Rigoberto López Pérez ajustició al dictador Anastasio Somoza García en la Casa del Obrero, de la ciudad de León, dando inicio, como él mismo afirmó, al “principio del fin de la dictadura”.

La acción de Rigoberto puso de manifiesto que el dictador no era físicamente invulnerable. Rigoberto destruyó un mito, terminó con una tradición y reafirmó un método de lucha, como afirmaría el Comandante José Benito Escobar en el libro que dedicaría a su gesta heroica. Con su sacrificio, provocó un cambio de ciclo histórico, que más tarde desembocaría en la lucha guerrillera del sandinista Ramón Raudales en 1958 y El Chaparral en 1959.

Hoy conmemoramos el 66 Aniversario de su gesta heroica y el Equipo de Barricada/Historia recuerda a nuestro Héroe Nacional con dos palabras: ejemplo y decisión.

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Obrero, lector, poeta y revolucionario

Rigoberto López Pérez, nació el 13 de mayo de 1929 en la ciudad de León. Su madre se llamaba Soledad López.

Sus primeros estudios, como sastre, los cursó en el Hospicio de San Juan de Dios, donde había sido internado por mediación de su padrino el sacerdote Agustín Hernández.

Amaba leer y desde muy jovencito empezó sus primeras lecturas: Rousseau, José Enrique Rodó y Rubén Darío. Así como Antenor Sandino Hernández.

Luego ingresó en la Escuela de Comercio Silviano Matamoros para estudiar Redacción y Taquimecanografía.

En el ámbito laboral, se desempeñó como obrero-tipógrafo en el diario El Cronista de su ciudad natal.

No solo amaba leer, también le gustaba escribir. Sus poemas expresaban su visión política y su humanismo patriótico. Desde muy joven, mostró un gran amor a su patria y un profundo odio a la dictadura.

Su afición por el mundo de las letras lo llevó a estudiar obras revolucionarias y conocer gestas como las llevadas adelante por los cubanos en 1953, cuando – con el asalto al Cuartel Moncada – comenzaron su lucha liberadora que desembocaría, seis años después, en el triunfo de la Revolución cubana, liderada por Fidel Castro.

Rigoberto vivió en El Salvador, donde preparó y planificó la acción de ajusticiamiento del Dictador Anastasio Somoza García.

Aquel 21 de septiembre de 1956

“Rigoberto López Pérez

Jugo hasta las seis de la tarde

y cuando se fue limpiando la cara con un pañuelo

y las muchachas le hablaron para que continuara jugando

él dijo: «tengo que ir a hacer un volado».

Leonel Rugama

El 21 de septiembre de 1956, el poeta ajustició al dictador Anastasio Somoza García. Quien conoce a fondo la historia de Rigoberto López Pérez y su visión, sabe que no fue un suicida.

Ninguno de nuestros Héroes y Mártires buscaba la muerte: eran jóvenes hombres y mujeres, que amaban la vida. Que tenían familia, amistades, seres queridos. Que muchas veces, tuvieron que renunciar a su cotidianeidad, arriesgándolo todo, como se lee en el poema que Leonel Rugama dedica a Rigoberto.

Ese día en la tarde se dedicó a estar con su madre a la que leyó el poema Confesión de un Soldado.

Una bala me ha alcanzado

he caído al suelo con una oración,

estoy solo y abandonado

en el suelo hago esta confesión.

Es Nicaragua mi patria querida

es Nicaragua mi gran nación

es por ella que sangra mi herida,

que sangra la herida de mi corazón.

Por ti seguiría peleando

defendiéndola de ciudad en ciudad

hasta ver en tu cielo brillando,

brillando el sol de la libertad.

Las fuerzas me fallan, me siento morir.

Adiós oh patria mía,

bajo tu seno yo quiero sentir

que tu sol calienta mi tumba fría.

Ya que Dios ha dispuesto

que hasta aquí te haya servido,

otro hombre ocupará mi puesto

hasta dejar al enemigo vencido.

Después de haber leído este poema, se vistió con una camisa blanca y un pantalón azul. En un testimonio, su madre diría después que:

“Quería morir con los colores de la bandera nacional en su cuerpo”

La acción había sido planificada en detalles, pero cuando se dio cuenta que no iba a poderla realizar a como había pensado, tuvo dos opciones: desistir o ejecutarla, a costo de la vida. Su decisión había sido tomada: había llegado la hora de convertir a Nicaragua “en una patria libre, sin afrenta y sin mancha”. Eligió ajusticiar al Dictador. Tenía 27 años.

“He decidido, aunque mis compañeros no querían aceptarlo,

el tratar de ser yo el que inicie el principio del fin de esa tiranía.

(…) Lo que yo he hecho es un deber

que cualquier nicaragüense que de veras quiera a su patria

debía haber llevado a cabo hace mucho tiempo.

Lo mío no ha sido un sacrificio sino un deber que espero haber cumplido”

 (Rigoberto López Pérez)

Cinco años después de su sacrificio, se fundaría el Frente Sandinista de Liberación Nacional. En la línea del tiempo que conecta a Sandino a nosotros, Rigoberto López Pérez, ocupa un lugar muy especial. Al respecto, el escritor nicaragüense, Aldo Díaz Lacayo, rememoró que lo más importante de Rigoberto, fue haber iniciado “el principio del fin de una dictadura”, pero además haber iniciado este proyecto de forma consciente.

El 21 de septiembre de 1981, 25 años después de la muerte de Rigoberto, la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional de la República de Nicaragua lo declaró Héroe Nacional, a través del Decreto No. 536.

Los apuntes del Comandante Tomás Borge sobre la gesta de Rigoberto


En sus “Apuntes iniciales” publicados en 1981, el Comandante Tomás Borge, contextualizaba y explicaba a la militancia, la acción de Rigoberto:

 “[…] tal como se ha repetido muchas veces, no fue un acto terrorista, pero no podemos resignarnos a decir eso nada más, hay que decir también que obedecía a las condiciones del subdesarrollo y atraso económico y cultural bajo las cuales se tiende a individualizar los conflictos sociales. A una expresión individualizada tan dramática como la de Somoza correspondía en aquel momento una respuesta de ese mismo carácter, esto explica también el por qué una dictadura personal militar era el instrumento adecuado para garantizar la dominación extranjera y oligárquica.

La acción de Rigoberto puso de manifiesto que el dictador no era físicamente invulnerable y ello constituyó el primer paso para que la conciencia del pueblo llegara a captar las fuerzas sociales que se esconden detrás del poder aparentemente personal.

La acción de Rigoberto, génesis de acciones populares y movimientos armados, fue la primera parte del novenario con que respondió nuestro pueblo al alegre y canibalesco liderazgo de la oposición burguesa, el reinicio del movimiento popular y los primeros movimientos que se dan alrededor del enorme sepulcro de Sandino antes de su resurrección”.

Fuentes: