Barricada

Moisés Absalón Pastora: La oxidación de occidente

En la geopolítica mundial los analistas internacionales gustaron de acuñar las luchas entre oriente y occidente para enfrentar en el campo dialéctico los antagonismos ideológicos entre el capitalismo y el marxismo o interpretado desde su prisma y de otra forma entre la democracia y el comunismo.

Esa retórica es lo que impuso la guerra fría entre las potencias representadas por Washington y Moscú a partir del fin de la segunda guerra mundial en 1945, más la caída del Muro de Berlín, precisamente un día como ayer 9 de noviembre de 1989, hace ya 33 años, lo cierto es que a la vuelta de todo ese tiempo la guerra fría está de retornó, pero con roles invertidos pues todo indica que hoy estamos frente a la oxidación de occidente y la democratización del socialismo que ha sido satanizado por un capitalismo salvaje que sabe que el mundo está plenamente convencido que el esquema unipolar se quebró.

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Hago esta introducción al tema que deseo abordar porque Nicaragua -no de hoy- ha sido un territorio apetecido por su posición geográfica por ser un punto de enlace estratégico entre el mundo pacífico y atlántico a través de sus océanos de manera que no nos extrañe que el capitalismo interventor e invasivo, aterrorizado por perdernos definitivamente esté reviviendo el concepto de la democracia occidental para lanzarla desde una plataforma de acoso y desprestigio contra nuestro país porque los nicaragüenses desde una voluntad muy cívica y ciudadana nos estamos defendiendo de quienes desde el fascismo nos quieren imponer cómo gobernar nuestro país, quienes deben gobernarnos, cuales deben ser nuestros líderes y qué modelo debemos adoptar para sí y solamente así podamos ser parte de esa sociedad “democrática” encabezada por Estados Unidos que en realidad es la expresión más hipócrita concebida por un imperio que llámese gringo o yanque al final no es otra cosa que un enemigo dañino y pernicioso para la humanidad por ser ellos la expresión más perversa del terrorismo sangriento de toda la historia.

Que el amo imperial desconoce nuestras elecciones; que el parlamento europeo hace lo mismo; que el payaso de Luis Almagro repetirá las mismas guazonadas de siempre y que todos esos otros peleles que afligen a sus pueblos invoquen la democracia que no practican para amenazarnos y agredirnos, de ninguna manera cambió la voluntad de la inmensa mayoría de los nicaragüenses expresada en las urnas el 7 de noviembre de 2021 que nos llevó a optar por Daniel Ortega y Rosario Murillo y como para quien se amarga por ello le repetimos la misma dosis, ahora hasta el tope, con el mismo chocolate en las del 6 de noviembre pasado en las que arrasantemente el FSLN, a la cabeza de la Alianza Unida Nicaragua Triunfa, ganó 153 de 153.

Lo que generó el paso de ese huracán municipal fue la irrenunciable vocación por la paz, estabilidad, progreso y dignidad humana. Fue esta la venganza cívica contra el odio y la muerte que precisamente el oxidado occidente financió para asesinarnos y otra vez tratar de conducirnos a la miseria que es el estado que siempre han querido para nosotros porque así nos consideran débiles.

Nuevamente quienes nos han soñado presas de sus malignos deseos y que por supuesto son pretensiones invasivas que disfrazan de interés por nuestra libertad lo que es falso y además hiperbólicamente hipócrita, porque son ellos, esos impostados líderes de la democracia mundial, los que esclavizan al planeta y no permiten el desarrollo humano de los pueblos, pero sí apetecen las riquezas personales de los magnates y millonarios que roban a manos llenas y para sus efectos inventan criminalmente guerras para vaciar sus inventarios armamentistas cuya efectividad terminan probando en escenarios bélicos como el que ahora montaron en Ucrania a través de sus perros de pelea en la OTAN como represalia contra Rusia que otra vez no solo enfrenta al nazismo, sino que lo está volviendo a vencer.

El occidente oxidado del que hablo es un pensamiento de conquista que pueblos con historias muy vividas como la del nicaragüense rechaza con la altivez que solo una dignidad nacionalista como la nuestra puede enfrentar con orgullo y tesón porque como dijo Rubén Dario estamos hechos para la libertad.

Hoy los valores de la “democracia occidental” están trasroscados porque no responden al espíritu liberador y progresista que supuso la revolución francesa sino a una campaña invasiva, que devora el espacio vital de otras naciones, donde el imperio norteamericano reclama la mejor parte y deja a sus socios las sobras a cambio de que le acompañen en sus agresiones contra el mundo, pero solo para generar el efecto de un contingente multinacional que decidió unirse para liberar a naciones que son libres y a las que les inventaron fantasmas dictatoriales que jamás existieron, aunque sí líderes que transformaron a sus países sin la venia del señor de la Casa Blanca y que si decidieron dictar sobre algo fue para construir hospitales, escuelas, carreteras, instalaciones deportivas, energización por doquier, caminos de penetración, centros turísticos y por encima de todo un trato humano hasta para el más humilde ciudadano.

De todo eso entonces tratan las elecciones a partir del 2007 en nuestro país cuyos resultados son apabullantes, estremecedores, apocalípticos e indudablemente con todas las características de una extinción total para ese oposicionismo fracasado que no puede sorprenderse por los impresionantes porcentajes de victoria de la Alianza Unida Nicaragua Triunfa, 153 de 153, porque siempre supieron el tsunami que se les venía y que además en tiempo y forma les advertíamos de que aquel gigantesco oleaje no dejaría en ellos piedra sobre piedra.

Hoy tenemos una elección municipal ejemplar, ágil, ordenada, transparente y participativa de un pueblo que decidió libremente por alcaldes, alcaldesas, concejales y concejalas que confieren a la Alianza Unida Nicaragua Triunfa, la inmensa mayoría de las alcaldías del país que seguirán encabezadas por el FSLN, pero no por el concepto propiamente del poder arrogante y arbitrario, sino el poder para poder seguir ilusionando con magia el desarrollo pleno de toda Nicaragua.

Este resultado es una respuesta contundente a esa oxidación de occidente que cavernariamente, a pesar de la cultura y educación que presume, se lanzó como enemigo contra esta Nicaragua que nunca antes en su historia, como lo hizo a partir del 2007 con Daniel Ortega al frente, había logrado hasta el 2018, que los demonios emergieron del infierno, un paso tan agigantado en la lucha que se propuso contra su verdadero enemigo, la pobreza, porque aquí, aunque el desarrollo es integral, la preocupación es por el que menos tiene y es así como un acto de justicia porque la condición en la que están es responsabilidad de aquellos que se repartieron siempre con la cuchara más grande y las migas se las dieron a esos perros que amaron tanto que hasta educación les pagaron mientras el peón siempre puso el cuero que recibió únicamente los latigazos del patrón.

Toda esta canallada tiene su origen en ese maldito imperio norteamericano, en esos enemigos de la humanidad que no terminan de entender que se metieron con quienes no debían y que Nicaragua en respuesta a la brutalidad conspicua de los Estados Unidos otra vez derrotó a sus agresores y que la victoria de la Alianza Unida Triunfa es una nueva hazaña de la dignidad y espíritu nacionalista heredado desde la pedrada de Andres Castro contra el filibustero hasta nuestros días y son tan, pero tan brutos, que se los hemos repetido una y otra vez sin querer entender que entre más oído sordo ponen a esa realidad más pueblos surgen señalándoles como lo que son vampiros de pueblos inocentes.

En el contexto de las elecciones de medio periodo en los Estados Unidos, dónde se eligen parcialmente a 36 gobernadores, 38 de 100 senadores a la cámara alta y a 435 congresistas a la cámara de representantes, de una manera rara y nada transparente, alguien me preguntó que, ¿qué pasaría ahora que los republicanos apuestan a ganarlo todo si suponen ser el ala extrema de la derecha capitalista?

No va a suceder nada, independientemente de quienes sean los impuestos por el colegio electoral y no el voto popular, la política exterior sea de un burro o un elefante seguirá siendo la misma a pesar que los demócratas y republicanos estén plenamente conscientes del enorme problema interno que sus propias brutalidades crearon interviniendo e invadiendo. Antes al menos el imperio norteamericano hacia sus movidas con algunos países de Europa para amortiguar su propia economía, pero eso ahora no es posible porque Estados Unidos como siempre hace involucró a otros en la loca guerra que la OTAN lanzó desde Ucrania contra Rusia y ahora Europa ya no es el viejo respetable de antes, sino que ahora es el continente que además de viejo está enfermo, quebrado y atrapado en un callejón sin salida porque anda de crisis en crisis sin saber qué hacer.

Disfrutamos entonces esta venganza consumada el 6 de noviembre. Nos comimos como plato frio todo ese odio financiado y estimulado por los Estados Unidos lo que implica el renacimiento de una patria que crecerá de la mano de quienes la aman y que la conduciremos de lo mejor a lo bueno y de lo bueno a la excelencia y lo haremos con el mismo espíritu que nos condujo a la urna electoral que es el espíritu de la razón y de la verdad por el cual vencimos ayer, vencimos hoy y venceremos siempre.