En memoria de Cleto, Zeledón y Sandino:
Padres de la Lucha Antiimperialista
“Puede ser que Somoza sea un hijo de puta,
pero es nuestro hijo de puta”
Cordell Hull, secretario de Estado (1933-1944) de Roosevelt.
El 14 de noviembre de 1932, hace 90 años, Anastasio Somoza García (San Marcos, 01.02.1896 – Panamá, 29.09.1956), fue ungido por las fuerzas de ocupación norteamericana y la complicidad libero-conservador para asumir la jefatura de la Guardia Nacional en consideración al perfil idóneo de hombre ambicioso y hábil, al que los americanos educaron y por ello apostaban por su fidelidad y capacidad para continuar el proyecto de dependencia y control que protegiera sus intereses estratégicos.
Desde la visión práctica norteamericana, ante la vergonzosa derrota que sufrían las fuerzas de ocupación por la resistencia de Sandino y la imposibilidad político-militar de prolongar la presencia militar en Nicaragua, estaban obligados a una pronta salida. Vieron como única posibilidad de desmontar en el corto plazo la lucha sandinista, la designación presidencial de Sacasa, un liberal más afín, y por quien inicialmente, previo al 4 de mayo de 1927, Sandino se involucró en la Guerra Constitucionalista que después transformó en antiimperialista. Por otro lado, la Guardia Nacional, heredera del tutelaje militar norteamericano, requería de un liderazgo que profundizara el proceso para eliminar del escenario político-militar a Sandino. Estas posibilidades fueron identificadas en Somoza García, idóneo representante de una clase política entreguista y excluyente.
Por lo tanto, era obvio que les convenía colocar en la presidencia a Sacasa y nombrar en la Guardia a Somoza, sobrino político del gobernante. Los conservadores no disponían de condiciones para ser favorecidos con la complacencia interventora, estaban desgastados, se descalificaban como mecanismo útil para los propósitos estadounidenses.
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La Gaceta, Diario Oficial, No. 243, del martes 15 de noviembre de 1932, publicó el Acuerdo del Poder Ejecutivo 245 que literalmente dice:
El Presidente de la República,
Acuerda:
Primero – Nombrar al General Anastasio Somoza, Jefe Director Auxiliar de la Guardia Nacional, con el sueldo mensual de C$ 300.00
Segundo – El General Somoza, tomará posesión de su cargo de conformidad con la ley.
Comuníquese – Casa Presidencial – Managua, 14 de noviembre de 1932 – Moncada – El Ministro de la Gobernación y Anexos – Antonio Flores Vega.
El Comercio del 16 publicó: “Ayer tomó posesión de la Jefatura de la Guardia Nacional el General Somoza”. Fue juramentado en el Palacio de la Loma de Tiscapa. El mismo 14 de noviembre, el presidente Moncada “en vista de los importantes servicios que ha prestado a la Patria el coronel Anastasio Somoza” –al que desde antes todos llamaban general en círculos y documentos oficiales y no oficiales- le concedió “el grado de General de Brigada del Ejército de la República”.
Unos días después que el contraalmirante Woodward diera a conocer los calculados resultados electorales del domingo 6 de noviembre que daban la victoria a los liberales, El Comercio comentó (11.11) que “el Convenio de la Guardia, firmado en vísperas de las elecciones por los candidatos a la Presidencia, estipula que el jefe será escogido del Partido triunfante, el Estado Mayor y el segundo jefe, por consecuencia, serán seleccionados en el mismo Partido”. Y “El general Somoza, jefe que será de la Guardia, está ya seleccionando a los nuevos oficiales de acuerdo con las listas que presentaron los partidos”.
Según cuenta el descartado Emiliano Chamorro en su autobiografía (El último caudillo, 1983), el candidato para Jefe de la Guardia Nacional en el caso que el Partido Conservador ganara las elecciones del 6 de noviembre de 1932, era el conservador rivense Ing. José Andrés Urtecho Lebrón (1875-1938), primer nicaragüense graduado en West Point, había estado al frente del Ministerio de Relaciones Exteriores entre 1917-1924 y fue el primer académico de número incorporado a la Academia Nicaragüense de la Lengua en 1929.
Una semana después, el 22 de noviembre, el Consejo de Ministro convocado por el presidente Moncada, “con el objeto de facilitar a las autoridades de la República la persecución del bandolerismo en los departamentos de Jinotega, Estelí y Nueva Segovia”, decretó: “Declárense en Estado de Sitio los departamentos de Jinotega, Estelí, y Nueva Segovia, con suspensión de todas las garantías excepto las enumeradas en el Art. 62 Cn.” (Gaceta del 22.11.1932).
En julio de 1930 el Congreso bajo el gobierno liberal del Gral. José María Moncada, decretó con descarada sumisión que las jefaturas de los Consejos Electorales deben ser ciudadanos de los Estados Unidos de América, nombrados por el también norteamericano presidente del Consejo Nacional de Elecciones. Con esta legislación se verificaron las elecciones de 1932. Por el Partido Conservador fueron los candidatos Adolfo Díaz y Gral. Emiliano Chamorro para presidente y vicepresidente respectivamente, y por el Partido Liberal Nacionalista los doctores Juan Bautista Sacasa y Rodolfo Espinosa Ramírez.
El Congreso Nacional fue instalado el 15 de diciembre en el edificio del Instituto Pedagógico, sede temporal (una de las pocas instalaciones en pie después del terremoto de marzo 1931), con la presencia, entre otros, del Presidente de la Corte Suprema de Justicia, Dr. Federico Sacasa, el Jefe Director de la Guardia Nacional, general Calvin Mathew, el almirante Woodward, Jefe de la Misión Electoral y su secretario, Mayor Roberto Blacke, el Ministro de Estados Unidos en Nicaragua, Mr. Mathew Hanna, el general Berkeley, jefe de los Marinos estadounidenses, el Arzobispo de Managua Mons. José Antonio Lezcano y Ortega; también asistieron el Encargado de Negocios de su Majestad Británica, Mr. Leach, otros miembros del cuerpo diplomático. El mensaje del presidente Moncada, -quien no pudo asistir por encontrarse enfermo-, fue leído por el Ministro de la Gobernación doctor Antonio Flores Vega: “Como bien sabéis este fue un año de elecciones de Autoridades Supremas de la República. Bajo la dirección del Almirante Woodward, nombrado Presidente de la Misión Electoral por el Presidente Hoover, y con el apoyo de todas las autoridades de la República, las elecciones pasaron tranquilas y honestas, no obstante, la amenaza permanente y persistente del bandolerismo, triunfando la fórmula Sacasa-Espinoza con más de veinte y dos mil votos de mayoría; y para miembros del Poder Legislativo muchos de los ciudadanos que ahora toman asiento en el Congreso…”. A la Guardia Nacional la refirió como “encargada de velar por la paz de Nicaragua, obra también americana”, dijo: “No están de más algunas palabras sobre esta institución. Ha sido costosísima para el país. No obstante, el deber de hacer las economías necesarias, hemos de procurar su mantenimiento, fortaleciéndola con la educación, la lealtad y el honor y el sagrado respeto de la voluntad nacional. Considerar que una institución semejante no se forma de cuatro o cinco años, que los hábitos adquiridos durante la juventud no se cambian en una década, sino que necesitan la labor paciente y abnegada de las escuelas, la voz verdaderamente cultural de la prensa y no de la apasionada y pardidarista. La institución es noble. De nosotros depende su progreso.” (La Gaceta 16.12.32)
El 16 de diciembre de 1932 el Senado y la Cámara de Diputados, siendo presidente del Congreso Modesto Armijo, declararon electos Presidente y Vicepresidente a los ciudadanos Dr. Juan Bautista Sacasa y Dr. Rodolfo Espinoza R. para el período constitucional del 1º. de enero de 1933 al 31 de diciembre de 1936.
Cuando el ejército de ocupación norteamericano saliera del territorio nacional el 2 de enero de 1933, al día siguiente de la toma de posesión de Juan Bautista Sacasa y el vicepresidente Rodolfo Espinoza, el Jefe Auxiliar de la Guardia Nacional asumirá la jefatura de la entidad armada. Así sucedió, el Gral. de Brigada Anastasio Somoza, nombrado el 14 de noviembre como Jefe Director Auxiliar, fue juramentado por Sacasa como Jefe Director después de iniciarse la evacuación de las tropas de ocupación. El general Calvin Mathew dejaba el cargo de la estructura de poder real creada por los americanos en manos del heredero legítimo de la ocupación quien, como recrea Francisco J. Mayorga en la novela “Memorias de Somoza. Una noche con la muerte”, seis años después, el 5 de mayo de 1939, cuando había perpetrado el asesinato de Sandino y el golpe de Estado contra Sacasa, fue recibido con la mayor solemnidad y reconocimiento por el presidente Franklin Delano Roosevelt: “Aquí en privado puedo felicitarlo porque, después que los marinos salieron de Nicaragua, usted logró derrotar a los enemigos de Estados Unidos. Puso fin a la guerra y aseguró la paz. Por eso lo estamos recibiendo con los honores que merece un general que vuelve victorioso del campo de batalla”.