Barricada

El terremoto de 1972. Testimonios de sobrevivientes

«Hubo tanta muerte, todavía no se sabe cuántos muertos exactamente hubo en ese tiempo, con esa infame dictadura que teníamos encima, nada era cierto, todo era lo que ellos querían decir. Pero nada era cierto, porque no había manera de comprobar que fuera cierto; no había cuentas, estadísticas… Nada !
Ahora estamos en otro momento, Gracias a Dios, de nuestra Historia, en otro tiempo, y estamos aquí para seguir aprendiendo, para conmemorar ese Aniversario doloroso, aprendiendo, y avanzando… Avanzando siempre !

Y estamos conscientes de que tod@s l@s Herman@s, que partieron hace 50 años, viven siempre en este contínuo renacer.
Managua és mi Linda Tierra, la Novia del Xolotlán… Y bueno, ahí vamos avanzando, recuperándonos, sobre todo en términos de Infraestructura, muy difícil, pero hemos ido avanzando. Recordemos que hemos tenido todo tipo de etapas, del 72 para acá, pero sobre todo, recordemos que siempre hemos sido capaces de Luchar para Vencer y Seguir Venciendo, en Paz y Bien !»

Cra. Rosario Murillo, Vicepresidenta de Nicaragua
22 de diciembre de 2022

El 23 de diciembre de 1972, hace 50 años, un terremoto de 6,2 grados en la Escala de Richter sacudió la ciudad de Managua, devastando el centro histórico de la capital y dejando más de 10 mil muertos. El impacto a nivel económico fue gigantesco y las heridas en los sobrevivientes y en el tejido social fueron inmensas. En ese trágico contexto, el FSLN reubicó a sus cuadros en varias ciudades del país, pero designó a muchos miembros para apoyar a las familias afectadas. El dictador Somoza, insensible frente al desastre que enlutó al país, dejó en el abandono a la población, para luego lucrarse de la tragedia.

50 años después, Barricada/Historia hace memoria de este doloroso día, a través del testimonio de tres sobrevivientes.

Managua, 1972: una ciudad indefensa, frente a los desastre naturales

El licenciado Clemente Guido, Director de Patrimonio Histórico de Alcaldía de Managua, con su aporte, nos ayuda a comprender el contexto histórico en el cual se dio el terremoto del 23 de diciembre de 1972: «El terremoto de Managua sorprendió a los nicaragüenses porque sencillamente no existía ningún tipo de organización cautelar, preventiva sobre desastre naturales. El cuerpo de bomberos era voluntario y hacía sus mejores esfuerzos por atender estos tipos de situaciones». El Cro. Guido destacó que la alcaldía de Managua no tenía preparado ningún plan de prevención, mitigación o respuesta frente a un posible desastre, pese a que la ciudad capital está ubicada sobre más de cinco fallas sísmicas altamente peligrosas.

Recalcó que hoy en día, con el Gobierno de Reconciliación y Unidad Nacional, la situación es radicalmente distinta: «Esta es una gran diferencia entre aquel momento de 1972 y el momento actual en Nicaragua, donde, desde el Gobierno central se movilizan operativos a través del SINAPRED y otras organizaciones, con la participación amplia del Estado de Nicaragua y municipios. Se ensaya la forma en la que hay que atender estos tipos de situaciones […]

La falta de conocimiento mató más gente que el terremoto mismo

«La experiencia de 1972 nos enseñó que la falta de conocimiento mató más gente que el terremoto mismo. Por ejemplo, después del primer sismo, la gente salió a la calle, los patios, muy asustada. Las casas no cayeron en su totalidad en el primer sismo, sino que fue en el segundo sismo, cuando se tumbaron todas aquellas viviendas, que habían quedado de pie y muchas personas, imprudentemente, por ignorancia, por falta de educación, precisamente, retornaron a sus casas, se metieron de nuevo […] sin haber dado un tiempo suficiente […] Ahí se dio el tercer sismo de esta noche y quedaron atrapadas en sus viviendas«, puntualizó el Director de Patrimonio Histórico de la Alcaldía de Managua.

El compañero Clemente Guido fue enfático en reconocer que frente a sismos de esta magnitud, siempre hay víctimas, pero la falta de prevención que se dio en ese entonces, causó un mayor número de víctimas. También recalcó que la ciudad no pudo enfrentarse a otro reto: apagar los incendios que se produjeron posterior al terremoto: «Los incendios fueron provocados por la caída de todo el sistema eléctrico […] y se fueron propagando, de manzana en manzana, porque no había manera de apagarlos. No había un cuerpo de bomberos listos para enfrentar esta situación y la verdad eso también causó cantidad de fallecidos«.

La Vieja Managua, tras el terremoto del 72 (Créditos: Archivo Carol H. Prado. Cortesía de la Dirección de Patrimonio Histórico de la Alcaldía de Managua)

La tragedia se prolongó por años, debido a la rapacidad del somocismo

A través del testimonio del licenciado Guido, resulta claro que el pueblo nicaragüense en ningún momento fue atendido en sus necesidades básicas y fue literalmente abandonado a su destino, lo cual significó hambre, desempleo y pobreza extrema para la mayorías de los sobrevivientes: «Por otro lado, la tragedia del terremoto no se limita al 23 de diciembre en la madrugada. La tragedia se prolonga después de esta fecha, porque Managua […] quedó golpeada severamente, abatida, pero no vencida. Sin embargo, los que debieron darle oxígeno, levantarla inmediatamente, sostenerla, que eran los representantes del gobierno triunvirato, dos liberales y un conservador, que debieron responsablemente enfrentar la situación. Estaban ahí solamente para seguir comiéndose el erario publico; el pacto era para prebendas entre partidos políticos y la población quedó al garete, sin verdadera atención.»

Ayuda internacional fue desviada por la dictadura corrupta de Somoza

«La ayuda económica internacional, la ayuda humanitaria, mucho de eso se desvió. Hubo gran generosidad en América, en todo el mundo para Nicaragua en ese momento. Incluso Roberto Clemente dio la vida para este pueblo, mientras los holgazanes y corruptos del somocismo hacían festines con la ayuda que venía. Una parte muy pequeña la desviaban hacia la gente y la otra se la quedaron ellos para su futuro negocio. Y el gran negocio que Somoza vio con el terremoto, Anastasio Somoza Debayle, fue que podía hacerse el multimillonario con la reconstrucción y obligó la Asamblea constituyente y la Junta de gobierno manejada por él que lo nombraran presidente de la [mal llamada] «Junta de esperanza y reconstrucción», cuyo propósito era la reconstrucción del centro de Managua. Como podemos ver, pasaron seis años y medio, hasta la caída del somocismo, y Managua nunca se reconstruyó […]Y esto es debido a la cantidad de obstáculos que puso Somoza para evitar que los propietarios del centro histórico, volvieran y reconstruyeran. […]

Al respecto, nos explicó el compañero Clemente Guido que se utilizó como excusa un nuevo plan urbanístico, para luego acabar con las propiedades del centro histórico, cercando con alambre de púa estos terrenos y declarándose el estado de sitio. Así quedaron alambradas más 500 manzanas de tierra y nadie pudo regresar.

Tanta fue la ambición de Somoza, que entró en contradicción con la empresa privada del sector construcción y el sindicato de los trabajadores de la construcción. «El terremoto aniquiló con la fuente de trabajo de la mayoría de los managua y como si fuera un chiste, una ironía, una burla, uno de los decretos fue que los empleados públicos dieran un mes de su salario para la reconstrucción. Eso sí que fue una grosería total […] este era el somocismo, despiadado, descorazonado, sin alma. Y por eso Managua no se reconstruyó«, expresó nuestro entrevistado.

Otra imagen que muestra cómo quedó la Vieja Managua, tras el terremoto del 72 (Créditos: Archivo Carol H. Prado. Cortesía de la Dirección de Patrimonio Histórico de la Alcaldía de Managua).

Del terremoto al triunfo de la Revolución Popular Sandinista en 1979

Finalizando su relato, el licenciado Guido, reflexionó sobre los años posteriores al terremoto de 1972, aclarando que la gestión corrupta y desalmada de la dictadura en ese entonces, amplificó el descontento popular y debilitó considerablemente el cimiento de la base del somocismo. Así lo expresó, en su reflexión final, don Clemente: «En el 1979, cae Somoza, producto de toda esa situación del terremoto, post terremoto, producto de las contradicciones en las que entró con el sector privado, producto del asesinato de Pedro Joaquín Chamorro y sobre todo, a partir de 1974, él vuelve a asumir la presidencia de manera directa (ya no a través del triunvirato) . Ahí [el 27 de diciembre de 1974] reaparece el FSLN, que se suponía ya abatido o vencido, según el somocismo, aparece de nuevo con la toma de la Casa de Chema Castillo, un golpe político-militar estratégico, que lo pone de nuevo en el tablero del ajedrez nacional y ahí nomasito […]

En agosto de 1978, la toma del Palacio Nacional en la Operación Chanchera y, lo que sigue después, es irreversible. Un Somoza que ha demostrado su falta de humanismo y su incapacidad total para sacar adelante un país que ha perdido su capital, luego es derrotado por un FSLN joven, que logra que el pueblo lo vea como una vanguardia y lo siga como una vanguardia y lo lleve a la victoria como una vanguardia. Así son las cosas. Así fueron. Así que le terremoto no solamente destruye Managua, sino destruye una parte del cimiento en que se basaba el Somocismo y como resultado seis años y medio después hubo un cambio revolucionario en Nicaragua. Esta es otra historia, para otro momento», finalizó.

Testimonio de Ervin Barberena

El pasado 20 de diciembre, el equipo de Barricada entrevistó a un sobreviviente del terremoto del 72, don Ervin Barberena. Sy testimonio es realmente emblemático: «Cuando ocurrió el terremoto de 1972 tenía 10 años y estaba internado en el seguro social de Managua.  Había llegado de emergencia el 20 de diciembre con fuertes dolores en la pierna derecha y el 22 de diciembre fui sometido a operación y salí quirófano cómo a las 7: 00 p.m. A mi lado, estaba otro señor, como de unos cincuenta años, de nombre Santiago, que también lo habían operado cuándo comenzó el primer temblor vi él ventanal y él cielo estaba rojizo, el primer temblor fue cómo a las 10:00 p.m. Luego el segundo eran las 12: 45 pm, me levanté asustado, me apoye dé mi cama y la empujé hacía adelante, después vi cómo le cayó una viga al señor Santiago, que también lo habían operado. Lo llamé dos veces y no me respondió, estaba muerto y dónde estaba la cama cayó todo el ventanal y la pared era de adobe y el tercer piso y el segundo cayeron uno sobre otro.

Escuché los gritos de niños y adultos, luego fuimos traslados al edificio del INSS, que estaba ubicado frente al cementerio San Pedro. En las calles, observé muchos muertos. Eso me impactó grandemente. Ahí [en ese edificio del INSS] estuvimos cuatro días, luego fuimos trasladados al hospital regional de Jinotepe, dónde estuve tres meses, hasta que mi familia llegó me dieron de alta. Estuve como seis meses con crisis nerviosa».

Don Ervin nos comentó que, al ser un niño, lo que más lo impactó fue ver la caída de la viga que mató a su compañero de cuarto, oir los gritos de los niños y enterarse después, a través de los doctores y enfermeras, que, producto del colapso del hospital, habían muerto muchos niños y también mujeres que en ese momento estaba dando a luz.

Como ya relató el licenciado Clemente Guido, también don Ervin nos comentó que la ayuda internacional, destinada a los terremoteados no llegó a los que la necesitaban, debido a la corrupta gestión de la dictadura somocista:«La ayuda que venía de muchos países del mundo no se entregaba al pueblo nicaragüense. La ayuda fue robada […] esta fue una de las situaciones que empeoró este país» .

En la imagen, se observa un edificio destruido y quemado, tras el terremoto del 72. La caída del sistema eléctrico produjo numerosos incendios, como relataron los sobrevivientes (Créditos: Archivo Carol H. Prado. Cortesía de la Dirección de Patrimonio Histórico de la Alcaldía de Managua).

De la misma manera, recordó que lo marcó mucho regresar a Managua, ocho o nueve meses después y encontrar el centro histórico alambrado y «ahí no podía entrar nadie, porque lo mataba la guardia». Con ese pretexto de cercar las áreas damnificadas, el somocismo se robó estas propiedades. «Esta fue la mayor desgracia que le tocó a nuestro país», comentó Barberena, al referirse al somocismo.

También destacó la diferencia entre aquellos tiempos y la actualidad, en materia de prevención, mitigación y gestión de desastres: «Si nosotros estuviéramos estado preparados con lo que hoy el gobierno nicaragüense, prepara al pueblo, quizás no hubiera habido tantos muertos, […] este entrenamiento [con los ejercicios nacionales de SINAPRED] hay que seguir haciéndolo […] Yo le doy un mensaje al pueblo nicaragüense […]: todo este entrenamiento sirve», enfatizó.

Testimonio de Jeannette Dolmus Rayo

Otro testimonio que proponemos a nuestros lectores es el de doña Jeannette Dolmus Rayo, quien tenía 10 años para ese entonces. Su familia estaba integrada por su mamá, su papá y ocho niños. Ella tenía 10 años y el más pequeños de sus hermanitos apenas 6 meses. Vivían en Monseñor Lezcano, donde su familia alquilaba un cuarto pequeño de madera y el techo de tejas. «Queríamos pasar una Navidad bonita, pobre pero feliz», expresó.

Nos comentó que el terremoto del 72 fue una experiencia traumática, porque se quedó enterrada toda la noche, hasta el amanecer, cuando finalmente sus padres lograron rescatarla a ella y a su hermanito de seis meses.

Esa noche, su padre estaba tomando y su madre estaba afuera con él y con sus cinco hermanos. Ella se sentía cansada y se fue a dormir temprano, a las nueve de la noche, con el hermano pequeño de 6 meses, en una litera de hierro de dos pisos. «De repente me desperté asustada, en una oscurana terrible […] Caían cosas encima de la cama y crujían las tablas» […]

«Oía que mi papá y mi mamá gritaban». Fue hasta la madrugada, como a las cinco de la mañana, que sus padres lograron rescatarla, ya que la casa vecina se había caído sobre su casita de madera, aplastándola. Milagrosamente, tanto ella como su hermanito habían sobrevivido, el bebé «dormía como oso, no se despertó en toda la noche» .

Al salir a la calle, la vista la impactó, ya que los sobrevivientes estaban envueltos en sábanas, algunos heridos, muchos llorando, otros gritando. Siendo ella una niña, no sabía ni siquiera lo que estaba sucediendo.

Su papa en ese entonces trabajaba en la ruta 3 hoy 123 y pensó que el único lugar a donde llevar a su familia era el bus. Ese día pasaron todo el día sin comer. Luego, por doce días vivieron en el bus, como fueran pasajeros. Ahí vivían, ahí comían lo que podían. Hasta que le quitaron el bus a su papa, ya que no habían pasajeros. Managua se había convertido en una ciudad fantasma. Se fueron a Tipitapa, donde los canadienses habían puesto algunos toldos para los terremoteados. Ahí, nos comenta doña Jeannette, «parecíamos rajas de leña». Les daban dos tiempos de comida, per limitada. Por lo cual, con su papa iban al río a buscar fruta y su papa pescaba, cazaba para darles de comer a su familia. Dos meses pasaron ahí, hasta que su papa tomó la decisión de ir a Managua a buscar material entre los escombros, para «para hacerles un mamarracho» . Con cuatro personas, en una camioneta vieja, empezó a «recolectar madera, zinc, lo que hallara y nos construyó un mamarrachito». En su cuarto viaje, «lo agarró la guardia» a las seis de la tarde, porque a esa hora había toque de queda y lo condenaron a tres meses en la cárcel, pese a que lo único que estaba haciendo era «andar recolectando materiales para sobrevivir» .

Doña Jeannette fue enfática a la hora de subrayar el abandono que sufrió el pueblo nicaragüense, ya que la dictadura somocista en ningún momento se preocupó de la población: «Nadie tenía ayuda del gobierno. El gobierno, lo único que se dedicaba era a matar, a robar, a enriquecerse a ellos mismos. El pueblo estaba solo».

Doña Jeannette, concluyó su entrevista, reconociendo que los tiempos ahora han cambiado completamente: «Mientras que ahora, el gobierno que tenemos se ha preocupado en enseñarnos cómo prevenir los desastres naturales». Recordó también que cuando los huracanes ETA y IOTA en 2020, la población fue atendida en los albergues, donde las personas recibieron comida, atención médica, los niños juguetes y los damnificados fueron asistidos y pudieron quedarse resguardados, hasta que terminó la emergencia.

De la misma manera en la cual se había expresado don Ervin, también doña Jeannette está convencida de que la destrucción y el luto no hubiera sido tan grande, si en el 72, «hubiéramos tenido esa dicha de tener el gobierno que tenemos [ahora]».

Finalizó su testimonio, invitando a la población a sumarse a los ejercicios nacionales de protección de la vida, que impulsa el SINAPRED. Así como reconoció que en su tiempo libre ama disfrutar de los espacios renovados del centro de Managua, ya que ahora, con la Revolución, Managua es una ciudad«transformada y bella» .

Don Ervin Barberena y doña Jeannette Dolmus Rayo, al finalizar la entrevista con el equipo de Barricada.

Agradecimientos

  • El Equipo de Barricada/Historia extiende sus agradecimientos a los tres protagonistas de este reportaje.
  • También agradece al Licenciado Clemente Guido, Director de Patrimonio Histórico de Alcaldía de Managua por su valiosa colaboración al proporcionar fuentes documentales y registro fotográfico del terremoto del 72.