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Moisés Absalón Pastora: Hay un nuevo orden mundial

La generación de los nacidos en los 60s apenas comenzó a vivir teniendo como antesala, quince años antes, el fin de la Segunda Guerra Mundial en 1945 cuando los rusos realmente fueron los grandes vencedores del Nacismo alemán. Cualquier otra historia contraria a esta realidad es parte del mito creado por el séptimo arte hollywoodense para agenciarlo a los marvelianos cuentos del imperio norteamericano, el ahora único y verdadero enemigo de la humanidad.

Desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, el 2 de septiembre de 1945, que marca la rendición de Japón tras las dos bombas atómicas que Estados Unidos dejó caer sobre Hiroshima y Nagasaki, donde murieron, en tan solo tres días de intervalo, 166 000 personas en Hiroshima y 80 000 en Nagasaki, para un total de 246,000 muertes, hasta nuestros días pasaron casi 78 años en un mundo que de todas formas no ha tenido paz y menos ahora.

Entre el fin de la segunda guerra mundial y este nuestro 2023 los conflictos militares en el planeta son innumerables pero tienen un factor común; Todos fueron originados directa o indirectamente, a través de modos de conquista, de arrebato de lo ajeno o de consecuencias originadas en las políticas invasivas o intervencionistas de Estados Unidos a través de la OTAN, de organismos satélites, de agencias de espionaje que en su conjunto fueron una suma armamentista tan amenazante que impuso a la humanidad un dominio unipolar, que fue tanto al cántaro, que al fin se rompió y hoy estamos en una circunstancia que mantiene al planeta en vilo a propósito de lo que pasa en Ucrania.

Solo aquellos que no conocen la guerra, que no saben que esta solo representa el dolor, el espanto y la muerte pueden creer en su ignorancia que lo que pasa en Ucrania es solo una película cinematográfica o peor aún que este es un conflicto entre Moscú y Kiev, cuando en realidad se trata de un ataque del fatídico imperio norteamericano y de la OTAN contra una Rusia que apenas reacciona a la amenaza nuclear que pusieron en sus costillas.

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En la medida que Estados Unidos, a través de la OTAN fue acercándose a Rusia para debilitar sus defensas con propósitos ulteriores, utilizando el territorio Ucraniano, que es Ruso, que tiene una cultura rusa, que habla en ruso, que come en ruso y que su identidad histórica es rusa, lo que no está sucediendo desde hoy sino que fue fraguado desde el 2014 cuando se consumó un golpe de estado contra los que no favorecían un Acuerdo de Asociación con la llamada Europa Occidental, por considerar a Ucrania como parte de Rusia, en esa misma medida el actual Presidente de Rusia, Vladimir Putin, líder de la nación más grande del planeta, que en consecuencia no tenía problemas de espacio vital y menos apetitos geófagos, vino advirtiendo y denunciando que los golpistas en Ucrania eran en realidad pandillas de neo nazis mercenarios que impusieron el genocidio contra todo sentimiento ruso y generar para sí el protectorado de la OTAN dónde por supuesto metió sus garras el águila imperial norteamericana para crear un conflicto para acorralar -esas siempre fueron sus pretensiones- al oso ruso que temprano les cantó, conmigo no se metan.

Como hombre de paz, y cristiano que está más allá de las religiones y de lo político e ideológico, deseo con todo mi corazón, y así lo elevo en mis oraciones, que esto por fin termine no solo por lo que en sí representa la guerra, sino porque la percepción me dice que estoy en la sintonía de un mundo que está siendo afectado por parejo, que eso de Ucrania es albarda sobre aparejo si consideramos que esta guerra nos encontró golpeados por la pandemia y que en medio de todo hemos descubierto el infinito nivel de hipocresía de aquellos que jamás condenaron las toneladas de bombas dejadas caer sobre millones y millones y millones de gentes asesinadas por la Casa Blanca y sus sicarios en el planeta, los mismos que antes fueron incapaces de dar un solo centavo para tanto indigente hambriento, enfermo, destechado, marginado e iletrado y que ahora compiten entre sí para ver quien manda más ayuda militar y armas para los genocidas neonazis que no tienen el menor chance frente a las tropas rusas que avanzan sobre esos falsos “patriotas y libertadores” que en realidad son mercenarios a los que pintan como el ejército defensor de ucrania.

Los rusófagos en este conflicto creado por Estados Unidos y la OTAN contra Rusia y como siempre sucede en las guerras, hoy más que nunca, a quien en realidad han asesinado, es a la verdad. Hoy se dicen un montón de locuras y sandeces desde medios de comunicación financiados millonariamente para desinformar sí, pero el verdadero poder de esos medios no está en quienes mienten porque ya los conocemos, sino que está en la censura aplicada a través del cablevisión, de la televisión abierta, de las plataformas digitales en las que no hay espacio para que otros medios, que no responden al interés imperial, no digan nada sobre la otra cara de la moneda de una Rusia que no declina ni cede un solo milímetro, en la razón que le asiste, para defender a los suyos en ucrania a pesar de las absurdas y estúpidas sanciones que el viejo loco de la Casa Blanca, Jose Biden, con la complicidad de sus perros en la OTAN, han decretado desde cualquier frente, sin siquiera querer sospechar, tal es la ceguera, que esto está afectado a Rusia sí, pero que con el medio vuelco por el que viene Putin, los afectados realmente serán los representantes de la mal llamada “democracia occidental”.

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Estados Unidos y sus perros de pelea en la OTAN desde visiones oscuras siempre sancionaron, intervinieron, invadieron y ocuparon territorios ajenos en tanto estos no pensaran o se subordinaran al mandato del inquilino de turno de la Casa Blanca y sobre este tema a los nicaragüenses nadie nos puede contar cuentos y a propósito de lo que tanto se dice de la Rusia post Unión Soviética, deberíamos hacer un comparativo para establecer a cuantos países invadió Rusia desde que hizo descender del asta del Kremlin la bandera roja de la hoz y el martillo y a cuantos el imperio norteamericano y con qué fines. El 25 de diciembre de 1991, el mundo fue testigo del fin de 74 años de dominio soviético con el colapso de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. La renuncia de Mijaíl Gorbachov marcó el inicio de una traumática transición política y la bandera roja de la superpotencia comunista fue remplazada por la tricolor de la Federación de Rusia y desde entonces la Rusia que hoy nos ocupa jamás emprendió acciones militares contra nadie hasta ahora que el imperio norteamericano y la OTAN se metió contra ella para amenazarla desde Ucrania.

En contraste y casi en el mismo intervalo de tiempo y solo para referirlo más contemporáneamente para los que pertenecemos a la generación de los 60s, podemos decir con los pelos de la mula en la mano porque está escrito en la historia que el demócrata Jimmy Carter en su mandato de cuatro años, se metió de cabeza en El Salvador, Guatemala, Angola y Afganistán; Que el republicano Ronald Reagan en ocho años siguió agrediendo a Angola y después continuó con Mozambique, el Líbano, el Salvador, Nicaragua y Grenada; Que después le sucedió el también republicano George Bush para irse sobre Panama, Somalia, Irak, Kuwait, Croacia, Eslovenia, Macedonia, Montenegro y Serbia; Que luego llegó el demócrata Bill Clipton y continuo agrediendo a Croacia, Eslovenia, Macedonia, Montenegro, Serbia, Irak, Sudan, y Rwanda; Que prosiguó en hijo de papi, George Bush hijo y se lanzó contra Irak y Afganistán; Que siguió el “demócrata” Barak Obama, a quien se atrevieron a postular como para Nobel de la paz y se metió en Libia, Siria, Egipto, Túnez, Yemen, Afganistan, Ucrania y Georgia; Que el nazi fascista de Donald Trump, le sangró la vida a Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia y que Joe Biden más peligroso, que todos sus antecesores por senil, nos tiene a las puertas de una tercera guerra mundial.

Por supuesto no podría dejar de mencionar que no se trata solamente de las agresiones, intervenciones, invasiones y ocupaciones por las cuales Estados Unidos y sus perros de pelea en la OTAN saquearon y se llevaron, sino también de lo que dejaron y son 29 bases militares de aviación, naval e infantería en las propias costillas de la Rusia de Vladimir Putin quien por supuesto demostró que a la hora de defender a su país y sus ciudadanos no le tembló el pulso para frenar a todos esos cobardes que solo frente a los países pequeños y empobrecidos, por el mismo imperio, se hacen los grandes valientes y lo más ridículo es que después de masacrar a la humanidad, desde sus tropelías, en tantos países, que ahora dicen ser los “salvadores de ucrania” y saben porque lo dicen porque el mundo político de Washington y de sus mercenarios está lleno de multibillonarios que son los más grandes accionistas de la industria bélica y militar que agrede a quienes se les oponen.

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Toda esta gran verdad nos conduce a una sola conclusión y es que independientemente de lo que este conflicto dure en ser superado, lo cierto es que estamos frente a un naciente nuevo orden mundial donde Estados Unidos y sus secuaces perdieron más que todo lo apostado por debilitar a Rusia desde la loca idea de poner al mundo contra ella.

Está a vista la renovación de una nueva forma o un nuevo estilo de hacer política internacional y de cómo se debe observar el derecho internacional y en este escenario tienen más peso Rusia, China, Irán, Arabia Saudita y otros que no son pocos y que realmente en su conjunto son muchísimo más que Estados Unidos, los perros de la OTAN y el dólar como rostro del nazi fascista imperio norteamericano.