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Stephen Sefton: China en el mundo: Solidaridad y soberanía

En respuesta a las agresivas posiciones contra China expresadas por Estados Unidos y sus aliados en su reciente cumbre en Hiroshima, Japón, el vocero del gobierno de la República Popular China comentó “Permítanme aclarar que se acabaron los días en que un puñado de países occidentales podían entrometerse de manera arbitraria en los asuntos internos de otros países y manipular los asuntos mundiales. Instamos a los miembros del G7 a ponerse al día con la tendencia de los tiempos… y volver al camino correcto del diálogo y la cooperación.”

Igual que en el caso de la Federación Rusa, las contradicciones de Occidente con China han existido desde el Siglo 19, muy antes de la fundación de la República Popular China el primero de octubre de 1949. Desde la derrota sufrida en 1842 por el imperio chino en la primera Guerra del Opio contra Inglaterra, el país experimentó sucesivos reveses contra otros países Europeos, Japón y Estados Unidos. Estos países impusieron grandes pérdidas territoriales sobre el imperio chino por medio de tratados injustos los cuales incluyeron punitivas medidas comerciales a favor de los poderes extranjeros.

Por ese motivo países imperialistas como Inglaterra, Francia, Alemania, Portugal, Holanda, Estados Unidos, Rusia y Japón ocuparon varios puertos y otros territorios chinos, entre ellos Hong Kong, Macao, Shanghai y Qingdao, provincias enteras como Guandong, Fujian, Shandong y Manchuria y tomaron control de importantes vías de comunicación fluvial como el Río Yangzte y el Río Amarillo. Esta serie de derrotas son el motivo por qué en China se refiere al período entre 1842 y 1949 como el Siglo de la Humillación. La inestabilidad del país se intensificó con el colapso del imperio Qing y el establecimiento de una república en 1912.

Aunque China aportó cientos de miles de recursos humanos como esencial mano de obra auxiliar en apoyo a los aliados en su guerra contra Alemania, nunca recibió el debido reconocimiento en términos de restitución territorial en el Tratado de Versalles, lo cual rehusó a firmar. Luego de la Revolución de Octubre, la nueva Unión Soviética devolvió a China todos los territorios ocupados por el imperio ruso y apoyaba el principal fuerza nacionalista en ese momento, el partido Kuomintang liderado por Sun Yat-Sen, quien murió en 1925. En 1921 se formó el Partido Comunista de China que acordó un Primer Frente Unido con el Kuomintang con el objetivo de lograr la unificación del país.

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Sin embargo, en 1927 las fuerzas del Kuomintang bajo Chiang Kai Shek atacaron a sus aliados comunistas, con la masacre de Shanghai y una deliberada campaña de terror que mató a más de un millón de comunistas y sus simpatizantes. De esta manera se inició la guerra civil en China que duró hasta 1937, durante la cual Mao Zedong realizó la transformación del Partido Comunista en un partido con su base principalmente en las zonas rurales entre la población campesina. Mao consolidó su liderazgo del partido Comunista China con la Larga Marcha de 1935, que duró más de un año y cubrió más de 9000 km, por medio de la cual logró llevar a salvo el Ejército Rojo de Obreros y Campesinos frente a una ofensiva por el mucho más fuerte ejército del Kuomintang.

Aunque las diferentes fuerzas nacionales siempre resistieron la ocupación de la provincia de Manchuria por Japón en 1931, para China se considera que la Segunda Guerra Mundial inició de manera total con la invasión por Japón de 1937. La invasión forzó una tregua frágil entre el Kuomintang y el Partido Comunista para enfrentar a las fuerzas japonesas en un segundo Frente Unido. Las fuerzas imperiales japoneses ocuparon Beijing, Shanghai y la entonces capital de China, Nanjing, entre otras grandes ciudades, pero no pudieron someter las extensas zonas rurales del país. La República Popular China recuerda esa guerra como “La Guerra Global Anti-fascista”. A pesar de la necesidad de preparar sus fuerzas armadas para la inevitable guerra contra la Alemania Nazí, la Unión Soviética brindó el principal apoyo material a las fuerzas Chinas entre 1937 y 1941. China perdió más de 20 millones de personas durante a Guerra Global Antifascista, la gran mayoría civiles.

Al fin de la guerra mundial, la guerra civil en China empezó con fuerza de nuevo en junio 1946, esta vez en circunstancias más favorables al Ejército de Liberación Popular del Partido Comunista, apoyado con importantes recursos por la Unión Soviética y fortalecido en sus bases por motivo de su política de reforma agraria a favor de las millones de familias campesinas sin tierra. Aunque Estados Unidos apoyaba fuertemente al ejército Kuomintang, las fuerzas de Chiang Kai-Shek sufrieron enormes cantidades de bajas y terminaron huyendo derrotadas a la isla de Formosa, recuperada de la ocupación japonesa, donde se estableció lo que se llamaba la República de China, lo que ahora es Taiwan. A pesar de todo, Mao Zedong y el Partido Comunista lograron la tan anhelada reunificación de su país y declararon en primero de octubre 1949, la República Popular China.

Prácticamente sin pausa, China tuvo que enfrentar la agresión imperialista en la forma de la Guerra de Corea desde 1950 a 1953, provocada por Estados Unidos y sus aliados bajo la figura de las Naciones Unidas. La agresión de Estados Unidos siguió en 1955 con la amenaza de atacar a China con bombas nucleares durante una crisis con lo que ahora es Taiwan y, luego, el apoyo de Estados Unidos a insurgentes en, entre otros lugares, la provincia china de Tíbet. Más adelante, el Presidente Richard Nixon aprovechó unas diferencias entre la Unión Soviética y la República Popular China para lograr un acercamiento con China.

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Pero las nuevas relaciones no avanzaron en la práctica hasta el reconocimiento de la República Popular China y el principio de “Una Sola China” por el Presidente Carter en 1979. Hasta el momento todos los presidentes estadounidenses han ratificado esa posición de manera formal, mientras persiguen activamente desestabilizar a China por medio de su apoyo a Taiwán. Con mucha paciencia China ha aguantado episodios como la manipulación occidental de una violenta protesta en que murieron docenas de policías en Beijing como “un masacre de estudiantes pacíficas”. En otro momento, durante la guerra contra Serbia de la OTAN en 1999, fuerzas de la OTAN bombardearon la embajada de China en Belgrado matando a tres compañeros chinos.

Sin embargo, en 2000 se logró normalizar relaciones comerciales y en 2008 China llegó a ser el acreedor principal de Estados Unidos. En 2011, el Presidente Obama declaró a Asia como la región prioritaria de la política exterior de Estados Unidos y aumentó sus críticas a China por sus políticas comerciales y monetarias. En 2012 el Partido Comunista China renovó sus autoridades y las y los dirigentes del gobierno bajo el liderazgo del Presidente Xi Jinping. A pesar de reuniones del Presidente Xi Jinping en 2014 con el presidente Obama y en 2016 con el presidente Donald Trump, Estados Unidos ha aumentado progresivamente sus medidas agresivas contra el comercio chino, incluso echando preso a una alta dirigente de la empresa china de telecomunicaciones, Huawei.

El presidente Biden mantiene y profundiza estas agresivas políticas contra China. Apoya la expansión de la OTAN hacia Asia y busca manipular los gobiernos de países miembros de la ASEAN en contra de China. Lanza falsas acusaciones de abusos de los derechos humanos en la provincia china de Xinjiang. Autoriza flagrantes provocaciones políticas y militares en relación a Taiwán. Y añade cada vez más restricciones al comercio chino, especialmente en relación a los “chips” de alta tecnología. Pero China en su historia ha superado desafíos que habrían destruido otros países , como la Federación Rusa, nunca permitirá una repetición del pasado.

Está más que claro que el fondo verdadero de las agresivas posiciones desesperadas de Estados Unidos y sus aliados es la categórica preeminencia de China como un poder económico que ha abierto grandes oportunidades al mundo mayoritario para emanciparse del sistema de dominio neocolonial impuesto por Estados Unidos y sus aliados desde 1945. En el caso de América Latina, de una u otra manera China ha invertido cientos de miles de millones de dólares en obras de infraestructura, con amplias aperturas comerciales y acceso a diversas tecnologías como la satelital y espacial entre otras, en cooperación financiera de diferentes tipos y en intercambios culturales, científicos, sanitarios y educativos de todo tipo. Esta política de cooperación solidaria fue de especial importancia para Nicaragua y otros países en vías de desarrollo durante la pandemia del Covid-19.

El mismo día del aniversario este año del natalicio del nuestro General Sandino, el gobierno de la República Popular China publicó el documento “La diplomacia coercitiva de Estados Unidos y el daño que provoca” en que observa: “Es necesario señalar que una tradición importante en la diplomacia de China es defender la igualdad de todos los países grandes y pequeños, y nunca dividir el mundo en diferentes grupos o participar en la práctica de la coerción y la intimidación. Además, China siempre ha adoptado una postura clara contra la hegemonía, el unilateralismo y la diplomacia coercitiva. China nunca amenaza a otros países con la fuerza. China nunca forma una coalición militar ni exporta ideología. China nunca hace provocaciones en la puerta de otros ni llega a las casas de otros.” China lleva a cabo esta visión de respeto a la soberanía y de la cooperación solidaria con Nicaragua.

En octubre del año pasado, el compañero Embajador de la República Popular China Chen Xi explicó : “El PCCh y el pueblo chino, plenamente conscientes del valor de la paz y del desarrollo, han superado muchas dificultades y toman la promoción de la paz y el desarrollo mundial como su deber sagrado. El camino aspirado por China es uno del desarrollo pacífico en lugar del saqueo y la colonización, de la cooperación de ganancias compartidas en lugar del juego de suma cero y de la convivencia armoniosa entre la humanidad y la naturaleza en lugar de la explotación destructiva de los recursos… Es el momento propicio con abundantes oportunidades para promover las relaciones de amistad entre China y Nicaragua a un nivel más alto. China está dispuesta a fortalecer el acoplamiento de las estrategias de desarrollo e impulsar los intercambios de experiencias de gobernanza con Nicaragua. Tenemos la buena voluntad de transformar la confianza política en el vigor de cooperaciones integrales y promover el desarrollo de las relaciones bilaterales hacia la “vía rápida”. Tengo la convicción de que, bajo el liderazgo de los líderes y con los esfuerzos mancomunados de ambos países, las relaciones entre China y Nicaragua sin duda alguna se convertirán en un ejemplar de cooperación mutuamente beneficiosa”.

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