Barricada

44 Aniversario del Repliegue Táctico a Masaya

El 27Junio de 1979, hace 44 años, se realizó el Histórico Repliegue Táctico a Masaya. Se trató de una decisión estratégica, tomada por la Dirección Nacional y el Frente Interno “Camilo Ortega”. Al frente del repliegue, estuvieron destacados guerrilleros, como el Comandante Carlos Núñez, Comandante William Ramírez, Comandante Walter Ferreti, Comandante Marcos Somarriba, entre otros. Alrededor de 6,000 personas participaron en la histórica gesta, entre, niños, mujeres, hombres y ancianos.

El día de hoy, el Equipo de Barricada/Historia les presenta una breve reseña histórica.

Para comprender mejor el contexto en el cual se desarrolla el Repliegue Táctico y las razones por las cuales se decidió asumir esta decisión audaz, es importante recordar lo que el Comandante Daniel Ortega expresó, durante una conversación con Fidel Castro. En 1979, con respecto a la Ofensiva Final, el líder cubano le había preguntado: “Si no logran el objetivo (de la Ofensiva Final), ¿dónde se van a replegar? La montaña está lejísima, no hay forma”. El Comandante Daniel le respondió: “No, hemos aprendido a replegarnos en las ciudades”.

El Comandante Daniel recuerda que ya para entonces “se salía a atacar de noche, en ocasiones de día, y luego, las fuerzas se replegaban en las mismas ciudades, en las barriadas […]”.

En Managua, a finales de marzo de 1979, el Comandante Carlos Núñez Téllez (Roque) y el Comandante Bayardo Arce Castaño (Clemente) estaban reunidos en una casa de Managua con William Ramírez Solórzano (Aureliano) y otros importantes dirigentes. En su libro «Un pueblo en armas», Núñez Téllez relató que reunión clandestina se realizaba “en un marco político tremendamente difícil, con las masas lanzadas a las calles en acciones relámpago, ya bien fuera para atacar o protestar”.

Durante la reunión, los máximos dirigentes sandinistas en la capital conocieron un informe mediante el cual se advertía que, tras el fracaso de la mediación entre la dictadura y el FSLN, “seguían las maniobras de la reacción de los círculos del imperialismo, por encontrarle una salida a la situación de crisis aguda”, que en ese entonces estaba sufriendo la dictadura somocista. “El golpe de estado para implantar «un somocismo sin Somoza», comenzó a revolotear en las mentes siniestras de aquellos que aún persistían en seguir detentando el poder”.

A través de una acción mediática muy bien orquestada por el FSLN, la operación fue frustrada.

A partir de ese momento, el Frente Interno, cuyo mando lo encabezaba el Comandante Núñez, preparó todas las condiciones para desatar la insurrección en Managua. “Roque” escribió que el plan para la capital tenía como objetivos entorpecer el abastecimiento de las tropas de la Guardia Nacional (GN) en las otras ciudades y mantener la resistencia armada a la espera de que las fuerzas de los diferentes frentes de guerra avanzaran hacia Managua para tomarla.

Los jefes del Frente Interno (en el cual ya no estaba Arce, pues había sido trasladado al norte del país) tenían claro que no existían condiciones para tomar la ciudad y decidieron “batir al enemigo, dispersarlo mediante la implementación de una táctica audaz que permitiera recuperar armas, integrar a nuevos combatientes, a la vez que se estancaba al enemigo sin dejarlo moverse libremente por todo el territorio de la capital”.

Con aproximadamente 125 armas de guerra, con una docena de ametralladoras livianas y bazukas, el 9 de junio de 1979 estalló la insurrección en Managua, la que estaba supuesta a durar tres días. “En los primeros momentos, en la capital se generalizó la lucha armada y se expresó en el levantamiento (…) de Ciudad Sandino, (las colonias) Américas uno, tres y cuatro, Acahualinca, Monseñor Lezcano (…), Nicarao, Centroamérica, hasta culminar en el levantamiento generalizado de la población, mediante las tomas y el levantamiento de barricadas”.

La dictadura lanzó su contraofensiva, mediante el bombardeo aéreo indiscriminado en los barrios San Judas y Ciudad Sandino, masacrando a la población civil. Los jefes sandinistas se inspiraron en el “Batallón Invencible” creado por el ejército vietnamita durante la guerra contra Estados Unidos, y respondieron con la formación de una unidad de combate especial llamada “La Liebre”, luego bautizada Unidad Móvil de Combate Óscar Pérezcassar (uno de los Héroes y Mártires de Veracruz, León, asesinado, un mes antes, en abril de 1979). La misión de esta unidad pequeña, pero con gran capacidad combativa, era lanzar pequeñas maniobras ofensivas en los puntos de mayor concentración de la guardia somocista.

Núñez describió a “La Liebre” como una “unidad de combate integrada por combatientes selectos, de carácter móvil, con un alto espíritu ofensivo, dotada del mejor armamento”. Su jefe era el comandante Walter Ferretti (Chombo o como cariñosamente le decían, Chombito) y como segundo, Carlos Salgado.

“El jueves 14 de junio, la GN comienza a incrementar su ofensiva (…) comienzan a superarse los cálculos de lo que podía durar la insurrección en Managua y urgimos a los miembros de la Dirección Nacional Conjunta para que presionen a los otros frentes de guerra para que avancen. (…). Más de seis días llevamos de estar resistiendo al máximo la acción de la guardia genocida por distintos puntos (…). Comenzábamos a preocuparnos; tal ritmo de lucha no podía resistirse indefinidamente, solamente con la moral combativa. Se hacía necesaria la presencia de otros frentes, de armas, de hombres experimentados, máxime que la resistencia en los barrios occidentales comenzaba a declinar, doblada por la ofensiva criminal del ejército somocista”.

(…) “Al observar el vencimiento de los tres días y notando el empuje decidido de la guarda somocista que se apoyaba en la infantería y en los blindados, el Estado Mayor del Frente Interno comienza hacer llamados a los distintos frentes de guerra para que intensifiquen la lucha (…). Esta espera a veces se volvía bastante desesperante (…)”.

La situación se agravó tras la caída de las barricadas construidas en el barrio Riguero, la brutal “operación limpieza” lanzada por la GN en todos aquellos barrios que se habían insurreccionado, asesinando o capturando a todos los varones mayores de 15 años. Tras la masacre de los combatientes de la zona occidental de Managua en Batahola, la guardia logró aplicar un cerco a los barrios orientales, corazón de la insurrección. El domingo 17 de junio, inició un intenso bombardeo de dos días sobre El Dorado, en donde estaba ubicado el Estado Mayor de los insurgentes, hasta obligarlos a salir de la zona e instalarse en la Iglesia Sagrada Familia, en el barrio Ducualí, unos tres kilómetros al norte.

Tras una inspección por casi todas las zonas de combate y una evaluación con cada uno de sus mandos, los jefes de la insurrección constataron que “al agotamiento de las fuerzas, se sumaba la debilidad real de la falta de municiones” y se pidió el envío inmediato de pertrechos de guerra para continuar la resistencia en Managua. La madrugada del 19 de junio, los combatientes encendieron enormes fogatas en diversos puntos de la zona oriental; a las seis de la mañana, un avión Navajo en vuelos rasantes logró lanzar docenas de sacos con municiones y otros pertrechos. Dos días después, las unidades guerrilleras pasaron a la ofensiva, lo cual les permitió, además de causar numerosas bajas a la GN, recuperar gran cantidad de armas, incluyendo una ametralladora calibre 30 y otra de calibre 50.

El último intento de sacar al enemigo de los lugares adonde había penetrado

En un testimonio brindado al diario Barricada a finales de junio de 1981, el Comandante Carlos Núñez, afirmaba: “Al abordar esas preocupaciones señalábamos que deberíamos conocer un último intento destinado a sacar al enemigo de los lugares adonde habían penetrado. Estos lugares eran Son Bosco, la Luis Somoza, El Dorado.

Después de eso es donde se comienza a librar combates casa por casa […] Y ahí es donde empezaban a atacar con tanquetas, comenzaban a tacar con aviones, con morteros y todas las armas que tenían a su disposición […]

Pero bien, las circunstancias de la lucha, los éxitos de las pequeñas ofensivas, las preocupaciones de algunos compañeros con evidentes notas de cansancio…, un conjunto de cosas nos hicieron reflexionar y nos empezaron a persuadir con la idea del repliegue.

Ya como el 23, por ahí, la realidad con su contundencia, se fue imponiendo” […]

La contraofensiva del sábado 23 de junio

El sábado 23, la guardia lanzó una contraofensiva con helicópteros que dejaron caer bombas de 100 a 500 libras sobre las posiciones sandinistas y las viviendas de la población civil, pero no logran el objetivo de reducir la capacidad ofensiva de los guerrilleros. En el material publicado por la Revista Correo, se lee al respecto: “Los días siguientes serían como una pesadilla. Todos los días, partiendo de las primeras horas de la tarde, previo ablandamiento de la fuerza aérea y de los morteros, tendríamos con nosotros la presencia del helicóptero haciendo estragos sobre la población. Los efectos de los bombardeos fueron terribles. Las casas en hileras saltaban hechas pedazos por la explosión y los charneles a una velocidad increíble pasaban al rojo vivo las ramas de los árboles (…). Desde el punto de vista político, los efectos de los bombardeos se hicieron sentir inmediatamente. El terror cundió entre la población, el éxodo comenzó a volverse masivo (…). La población salía de la zona cada día por decenas, ansiosa de trasladarse a la zona occidental, para poner a salvo a los niños y ancianos. Era evidente que estábamos llegando al límite de nuestras fuerzas y de nuestras posibilidades”.

Va madurando la idea del repliegue

Hojeando las páginas de Barricada de finales de junio de 1981, el Comandante Carlos Núñez, recuerda la reflexión que surgió a raíz del 23 de junio, comentando: “Y recuerdo que hablamos de un primero momento de llevarnos a los heridos, a los combatientes, a aquella gente que quisiera sumarse a nuestras filas.

Era un impacto tremendo en nosotros. La decisión que se empezó a manejar en un nivel de estricto secreto la empezábamos a tomar dolidos, preocupados, conmovidos […]

El día era como el 23 de junio, por ahí. Era una mañana de terribles mortereos sobre nosotros. Nos reunimos en el María Auxiliadora, de dónde se habían ido unas monjitas. Ahí era una edificación fuerte.

En la reunión primera no estuvieron algunos jefes  de columnas que estaban en barrios un poco distantes. […]

Y empezábamos a hacerles nuestras consideraciones generales, las experiencias que se habían venido acumulando, la necesidad de preservar las fuerzas, la situación de los otros frentes de guerra y algunos aspectos de lo internacional.

Aquello creó un impacto tremendo, pero nosotros sabíamos que había que hacer a un lado los sentimientos, a como decía Carlos Fonseca «con el corazón caliente, pero con la sangre fría».

El repliegue

“Así la cosa, se empezó a organizar el repliegue sin dejar que el secreto se hiciera muy público. Y recuerdo que a algunos compañeros los sacamos por el Mercado Oriental para que se fueran por otro lado a Carazo. Eran los compañeros menos «quemados».

Y empezó todo aquello. Quemamos todo lo que podría servir a la guardia. A prepararse. Nosotros calculábamos en unas 1,500 personas que se irían. Así llegó las seis de la tarde cuando comenzaría el repliegue.

El gran susto cuando llegamos a la clínica Don Bosco y vemos a toda la zona Oriental con sus maritates.

Lo demás ya es bastante conocido”.

Fue así que empezó la gesta, que hoy conocemos como Repliegue Táctico a Masaya. Un hecho heroico, en el cual participaron 6,000 personas, entre, niños, mujeres, hombres y ancianos.

*Mañana publicaremos la segunda parte

Equipo de trabajo

Investigación documental, archivo Barricada impresa: Leonel López

Digitalización de los textos de Barricada impresa: Mercedes Estrada

Introducción y edición: Cecilia Costa

FUENTES CONSULTADAS

Adaptación del material publicado por la Revista Correo, junio-julio 2010, pp.13-15

Digitalización de Barricada impresa, 27,28 y 29 de junio de 1981