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13 de julio, Día de la Dignidad Universitaria en Nicaragua

Día de la Dignidad y la Alegría Universitaria

El 13 de julio es un aniversario más de la reivindicación de la paz, la justicia y el amor al pueblo de los universitarios integrados en la UNAN-Managua.

Para saber por qué hay que remontarse a los hechos acaecidos a partir del intento fallido del golpe de Estado en Nicaragua en abril de 2018, y particularmente tomando como referencia el día 7 de mayo, cuando un grupo de supuestos estudiantes, de forma violenta, y contando con el apoyo de organismos que se dicen defensores de los derechos humanos, se tomaron por la fuerza las instalaciones del Recinto Universitario “Rubén Darío» de la UNAN-Managua. Se trataba, por parte de algunos, de poner en práctica el manual de “golpe suave” de Gene Sharp, solo que no con fines pacíficos.

Durante 66 días las instalaciones del RURD fueron tomadas, vandalizadas y destruidas parcialmente. Desde el primer día, se sometió a las autoridades universitarias, docentes, trabajadores administrativos y pobladores aledaños a un hostigamiento continuo. Se llegó incluso a amenazar a las principales autoridades del Alma Mater de no responder por sus vidas si no abandonaban de inmediato el recinto principal de la UNAN-Managua.

Desde ese entonces, el Consejo Universitario de la UNAN-Managua respondió con la actitud propia de quienes aman la paz: prudencia, sentido de la responsabilidad y defensa de los valores patrióticos, aunque siempre con la preocupación ante las noticias que llegaban del interior del recinto. Este mismo sentimiento se tuvo ante la destrucción del recinto universitario de la FAREM-Carazo en la ciudad de Jinotepe.

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Contrario a lo que podía entenderse como toma pacífica, las instalaciones de la Universidad se convirtieron en un cuartel militar desde donde se organizaba operativos y actitudes represivas hacia barrios e instalaciones diversas en la ciudad capital. Esa represión se centró también en muchos de los que,  arrepentidos por el carácter que venía tomando la ocupación violenta del recinto, hacían esfuerzos personales por abandonarla. Determinadas áreas del recinto se convirtieron en centros de tortura (“cuarto de los lamentos”, le denominaban).

Por otra parte, mientras la comunidad universitaria fue capaz, en 1978, en el marco de la lucha contra la dictadura somocista, de expulsar a los cárteles de la droga que operaban en el RURD, aún a costa de vidas humanas[i], los atrincherados pro-golpistas buscaron la alianza con sectores vinculados al narcotráfico para hacer el papel de verdaderos sicarios dentro del Recinto.

Quienes se tomaron las instalaciones por la fuerza ¿crearon alguna alternativa constructiva? ¿Representaron algún cambio revolucionario o tan siquiera de transformación positiva?

Los resultados revelan una respuesta negativa a ambas interrogantes. La destrucción, el robo y el odio manifestado a través de los 66 días que duró la toma violenta no dejan lugar a duda:

  • Flota vehicular institucional robada y destruida
  • Robo indiscriminado  y destrucción de equipos tecnológicos de última generación
  • Deterioro significativo de las instalaciones[ii]
  • Amenaza continua contra la población de barrios aledaños y medios de comunicación

Se puede añadir la perfecta simetría entre las fuerzas oligárquicas y jerarquía eclesiástica y funcionarios de la Embajada norteamericana con los atrincherados en el Recinto, manifestado esto en el financiamiento del golpe y en el apoyo hacia la actitud vandálica, lejos de la ejemplaridad que debe caracterizar a cualquier estudiante. Se trataba de hacer regresar a Nicaragua hacia el somocismo.

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Las propias pruebas dejadas por los atrincherados en su precipitado y desordenado abandono de las instalaciones, el 13 de julio de 2018, revelaban el carácter golpista y antipopular de la toma forzosa de las instalaciones. Fuimos testigos de la existencia de un plan post-golpe que implicaba lo que según los protagonistas de esas acciones sería la organización del nuevo Estado y de la nueva Universidad, en el caso de triunfo del golpismo, lo que evidenciaba la articulación entre los dirigentes del golpe y los activistas de la toma de las instalaciones.

¿Significó la toma forzada de las instalaciones debilidad institucional y social?

La UNAN-Managua es una institución sólida que se ha venido fortaleciendo a lo largo de la Historia. El quehacer universitario a partir del 13  de julio se ha venido impulsando de forma intensa y sostenida, hasta llegar a conformarse como una universidad inclusiva y de prestigio.

Hoy, cuando cumplimos cinco años de la liberación de nuestros recintos, debemos rendir tributo a tantos y tantos Héroes de la Paz que con sus sangres y sacrificio contribuyeron a restablecer la concordia y, sobre todo, a defender las conquistas revolucionarias. Por eso, el 13 de julio es, sobre todo una expresión de amor a pueblo.

Luis Alfredo Lobato Blanco. Docente-Investigador de la UNAN-Managua. Actualmente Vicerrector General del Alma Mater


[i] Entre ellas, la del trabajador administrativo Pedro Bustamante Corea

[ii] El estimado en pérdidas materiales fue el equivalente a 20 millones de dólares. A ello se debe sumar el número elevado de horas-clase que se dejaron de impartir y que afectó significativamente el desarrollo del curso académico 2018.

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