El 1 de agosto de 2975, hace 48 años, Arlen Siu Bermúdez, Mario Estrada, Gilberto Rostrán, Julia Herrera de Pomares, Mercedes Reyes, Juan y Leónidas Espinoza y Hugo Arévalo, cayeron en combate en un enfrentamiento con la Guardia Nacional en El Sauce, León.
El Equipo de Barricada les comparte la semblanza de Arlen.
Arlen Siu Bermúdez, una joven nicaragüense de tan solo 18 años, abandonó las aulas universitarias para unirse a la lucha guerrillera sandinista. En el momento de tomar esta decisión, cursaba su segundo año en la Escuela de Psicología de la UNAN.
El 1 de agosto de 1975, Arlen cayó masacrada por las balas asesinas de la guardia somocista en el campamento guerrillero del Frente Sandinista, cerca de la ciudad de El Sauce, mientras cubría la retirada de sus compañeros. Junto a ella, también perdieron la vida tres valiosos jóvenes que, al igual que ella, tomaron la decisión de luchar por una Patria Libre hasta las últimas consecuencias: Mario Estrada, Gilberto Rostrán, Julia Herrera de Pomares, Mercedes Reyes, Juan y Leónidas Espinoza y Hugo Arévalo.
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Arlen era inmensamente querida por quienes la conocieron. Su simpatía y trato con los demás, especialmente con los más desposeídos, la llevó a militar en las filas heroicas de la vanguardia revolucionaria. En el Movimiento Cristiano, en las tomas de las iglesias, en las canciones de protestas, y en la poesía ahí estaba presente el espíritu fraterno, sincero y tierno de la joven revolucionaria jinotepina.
En aquellos días de 1975, Nicaragua enfrentó uno de los períodos más duros de su historia. La represión somocista se ensañaba con el pueblo, especialmente en las zonas rurales.
Sin embargo, «La María Rural» de Arlen, como era conocida, no llora hoy. Su espíritu vive en el trabajo duro de las mujeres del campo, en las amas de casa y en las revolucionarias. Su vigor juvenil, su solidaridad y su espíritu revolucionario perviven en el corazón del pueblo combativo de Nicaragua. Arlen Siu se convirtió en un símbolo de valentía y sacrificio en la lucha por una Nicaragua libre y justa. Su recuerdo y legado perduran como un ejemplo de entrega y compromiso con la causa del pueblo nicaragüense.
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