Es difícil, por mucho que nuestro pensamiento sobre vuele las alturas tratando de encontrar una razón que fundamente lo que algunos le hacen a Nicaragua, divisar una respuesta para descifrar cómo lograron con el poder de sus mentiras afectar seriamente lo que tanto nos había costado antes del 2018.
Yo escribo desde muchos ángulos sobre el tema y siempre la insatisfacción por no encontrar lo que busco me deja husmeando tras la raíz del problema y en lo único que acierto es que está en el odio, en el resentimiento, en la insaciable sed de figuración y de poder de algunos individuos por realizarse en cualquier área de mando, sin importar la capacidad que tengan, para decidir, porque lo vital para esas personas no es aportar, no es ser solución, sino verse escoltado por guardaespaldas y con cámaras de televisión atrás que les anden sobando la vanidad, que los proyecten bonitos y que los perfilen ante la sociedad como gentes de poder a las que hay que venerar y admirar porque así se dicen “demócratas”.
En lo particular una conducta así yo la llamo mengalería, pero en lo integral es el gran poder de la mentira que disparada desde diferentes cañones alcanzó notables objetivos en el exterior para hacer creer que su mentira es la verdad y que vale para que el terrorismo, disfrazado de “lucha cívica” valga para hacernos retroceder 50 años al pasado sin que importen las consecuencias que tenga que pagar el futuro.
En Nicaragua el muro de la falsedad, levantado por las más ordinarios y resentidos plumarios de la propaganda, al servicio de quien los hizo traidores representa solamente el odio donde impresionantemente los dólares han dejado claramente al descubierto quienes son los criminales que injurian, calumnian y vilipendian lo que con tanto esfuerzo ha representado la visión de sacar a nuestro país de donde estaba antes del 2007 y que por supuesto chimó a los apellidos de abolengo que como administradores del dólar, que el Tío Sam puso en sus garras y que para hacer la guerra a nuestra paz, emplanillaron a esos que de periodistas no tienen nada y de mercenarios mucho.
A menudo se dice que las “mentiras blancas” son compasivas y muchos pecados se justifican aludiendo al hecho de que son “necesarios” para alcanzar ciertos fines. En otras palabras: el fin justifica los medios. La mentira, bajo esta perspectiva, puede ser relativamente buena o medianamente mala. Pero los mandamientos de Dios son absolutos. “No mentirás” es una orden, no una sugerencia ni una frase puesta a discusión y eso es lo que desde el 2018 de se hizo de nuestro país, mentir y mentir todos los días y de cualquier forma, por muy baja y ruin que sea la mentira que se siga diciendo.
La primera mentira relacionada con los seres humanos fue perpetrada por Satanás, en el Huerto del Edén. El engaño del diablo fue exitoso, y el costo de la caída de Eva y Adán fue ser expulsados del Paraíso, además de otras muchas consecuencias. La mentira es un espíritu y conduce a los hombres, y en ocasiones a algunos falsos profetas, a decir falsedades con diferentes propósitos, pero todos tienen por motivación el egoísmo, pues el que miente busca obtener algo y en este caso los filibusteros externos e internos, dólares al por mayor.
Esos dólares, que aquí entraban por millonadas a través de varias valijas diplomáticas y que siempre fueron pan para hoy y hambre para mañana, pero recibidos costo del dolor que propinaron a nuestro país, el de usted, el mío, pero no el de ellos, porque lo quiero decir claro la decisión judicial que les quita la nacionalidad a todos esos mercenarios fue en realidad un proceso administrativo pero ante nosotros, el pueblo, ellos ya no eran nicaragüenses y no por lo que sucedió en 2018, es que desde siempre jamás lo fueron porque vivieron para destruir, para conspirar, para crear a lo largo de ese tiempo en que se creyeron astutos, el escenario para hacer estallar el pretendido de un golpe de estado que fracasó de tajo porque el supuesto asidero de rebelión con el que se quiso revestir era absolutamente falso.
El mentiroso dice falsedades para atraer la atención, para que le tengan lástima y así estafar a los que tragan cuentos y esos mentirosos siguen en las mismas, desesperadamente pinochando desde la cucarachera de Miami o de Costa Rica para ver si alguien les compra el producto podrido que venden para sobrevivir.
El mentiroso exagera, para hacer creer a otros, más de lo que es o minimiza para hacer ver lo malo como no tan malo y de eso nos han dado cátedra los mercenarios mediáticos en los últimos años con falsedades bendecidas desde el púlpito donde un obispo que está bien preso espiritualizaba el averno de la mentira y santificaba la falsedad desde el altar eucarístico porque llegó a creer que podía ser líder político, pero sin quitarse la sotana.
El mentiroso quiere deshacerse de la consecuencia de sus acciones pecaminosas, y no pagar el precio y por eso dicen que la policía secuestra, llaman a su violencia protestas pacíficas y a la libertad destrucción para toda una nación.
El mentiroso cree ser más listo que otros, abusa de los crédulos y pierde de vista que se puede engañar una vez, dos o tres veces a través del tiempo, pero que con el tiempo no se puede engañar a todos y cuando la mentira es descubierta, el mundo se le viene encima o la tierra se abre bajo las patas del mentiroso y después de eso cualquier cosa que diga es pólvora mojada.
El mentiroso no calcula bien y apuesta a que no será descubierto, pero tarde o temprano la verdad sale a luz y ahora que muchas miserias humanas y pichurrias están donde deben estar, bien lejos, pero después de haber cantado, mientras estuvieron hospedados en el sistema penitenciario, tras no entender que la amnistía significaba también no repetición, los nombres de los hechores y de los cerebros intelectuales del fallido golpe de estado y cómo lo hicieron y quien les pagó y por esas mismas razones algunos huyeron del país como lo que son, delincuentes porque son los autores vociferantes de la muerte de 199 personas en el contexto de los actos terroristas del 2018.
El mentiroso dice falsedades para manipular a otros y sacar algún provecho, aunque éste no sea lícito y por esas mismas razones ahora andan dando conciertos, asistiendo a foros para reunir algo con qué sobrevivir porque aquello que les dio el imperio no les duro mucho ni era para siempre porque el águila real te usa por un tiempo y después te escupe como cualquier cosa y te escupe con asco cuando descubre que eres un estafador y un vividor.
El mentiroso va envolviéndose en una red de la que es muy difícil salir si no se detiene a tiempo. Nadie podrá poner su confianza en él, pues no será digno de ella y eso ya lo estamos viendo en una iglesia católica que en Nicaragua se despedazó a sí misma como consecuencia del errado actuar politiquero de algunos de sus obispos.
Aquellos que dicen mentiras no tienen el respaldo de Dios, sino que abren la puerta al enemigo, quien siempre está listo para entrar, robar, destruir y matar y eso es lo que nos hizo el demonio. En cambio, aquellos que son guiados por el espíritu de Dios viven bajo la protección y el respaldo del Altísimo, quien es fiel y amante de aquellos que le adoran en espíritu y en verdad.
El mundo de la mentira es un mundo de esclavitud, mientras que la verdad nos hace libres. Los mandamientos de Dios son para nuestra protección y violarlos trae multitud de sufrimientos porque la mentira destruye y la verdad edifica y confiere razón a quien la tiene y por eso estamos aquí y nos quedamos aquí en nuestra patria, enorgullecidos por la nacionalidad que tenemos.
Una persona que miente vive angustiada constantemente, no tiene un buen descanso, pero aquel que dice verdad tiene paz en su corazón y duerme confiado y yo estoy seguro que la mayoría de los nicaragüenses dormimos plácidamente porque fuimos la otra cara de la moneda y supimos, todos juntos, decirle al enemigo, al maligno, al Diablo que esta nación tiene dueño y que es de Dios y que Él nos hace libres en su inmensa verdad y que sabrá revelarnos el camino hacia la reconciliación efectiva para cumplir su promesa de que Nicaragua será luz a las naciones.
QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.
Te puede interesar: Moisés Absalón Pastora: Con Dios no se juega