Barricada

Moises Absalón Pastora: La victoria y la Derrota

El éxtasis de la victoria y la agonía de la derrota son dos estados emocionales tan extremos como el amor y el odio, la verdad y la mentira, la luz y las tinieblas, la paz y la guerra, el bien y el mal, el saber y la ignorancia.

El éxtasis de la victoria y la agonía de la derrota son ánimos y desánimos que fácilmente palpamos en la cotidianidad de nuestra sociedad. Unos lo hacen celebrando victorias y alcanzando conquistas desde el presente hacia el futuro y otros lanzando maldiciones desde un pasado que los atrapa y los aprisiona sin tener nada que ofrecer más que los cantares desentonados de una fatalidad enfermiza que los derrota en la medida que desbocadamente lanzan maldiciones contra lo que sea y contra quien sea y eso es peligroso porque algunos, en ese afán destructivo, están llegando hasta la locura y no hay nada más peligroso que un loco disparado y en fuga hasta del más elemental tratamiento.

El éxtasis de la victoria y la agonía de la derrota es un concepto o término muy utilizado en los deportes, pero si lo traspolamos a la política nicaragüense, es muy fácil determinar que aquí hay un equipo que, viniendo de atrás, luchando contra circunstancias muy adversas, enfrentando al arma más potente de los cobardes como es la mentira, la amenaza o la muerte misma, se levantó del suelo para vencer a quienes ya se miraban en el poder porque llegaron a verse como dueños de las calles, porque llegaron a paralizar al país, algunos de ellos hasta proclamaron ser un gobierno de transición como sucedió en Masaya y en consecuencia hasta ya habían armado el gabinete ministerial, ya eran los nuevos diputados, magistrados, contralores, alcaldes y concejales y por supuesto no faltó quien, por haber tenido un medio de comunicación desde el que destilaba odio y se promovía el caos, hasta decía estar dispuesto a sacrificarse y asumir la presidencia de la república y por eso en las marchas violentas que terminaban en quemas de instituciones públicas y privadas hasta caminaba y saludaba como presidente y la esposa lo hacía como primera dama porque creyeron el cuento de que tenían el poder.

Cuando aquella pantomima de diálogo en el Seminario de Fátima fracasó, después de hacerse una y otra vez llamados para que se liberaran las carreteras y los pueblos de tranques; después de haber oído las brutalidades de un empleado de colombianos que decía que aquí la economía no era lo importante; después de aquella violencia, de las muertes y las torturas, la paciencia sobre la cual el presidente Daniel Ortega advirtió que tenía un límite se acabó y la policía que había estado recluida en sus estaciones, a exigencia de los comandantes del golpe contra el estado, los obispos Silvio Báez, Leopoldo Brenes, Rolando Álvarez y Abelardo Mata, recibieron la orden de salir a liberar al pueblo que había sido secuestrado por los terroristas e ir al rescate del orden y la estabilidad que teníamos antes del 18 de abril del 2018 y a partir de ese momento aquellos que creyeron haber colocado a Nicaragua como un estado más en la bandera de las barras y las estrella empezaron una agonía dolorosa y espantosa porque no hay mayor tormento que sentirse despreciado, ignorado, descubierto y señalado por el inmenso daño que inmerecidamente hicieron contra nuestra querida Nicaragua.

Haber entrado en ese estado de muerte lenta y ser testigos de que los que volvieron a nacer como el Ave Fénix son los dueños de la razón, ante un pueblo que sabe de qué lado está la verdad que vive el país, es para los golpistas, los terroristas, los puchos, los comejenes, para el regala patria, las charbascas, los residuos, las minucias, los chachalacos, las moscas y toda expresión que los reduzca a lo que son, la nada, porque la nada, nunca podrá contra un todo, que es arrolladoramente devastador. La agonía de la derrota conduce a quien la padece a la desesperación y la desesperación nunca permite la más mínima cercanía con la realidad, porque dejas de pensar en frio, porque solo te hace ver el problema y te distancia de la solución, porque te saca de quicio cuando vez que otros actúan responsablemente y vos no, porque envidias y maldices el éxito de los demás, porque te concentras en la venganza contra aquellos a los que tratas como enemigos y a los que llegas a desear tanto mal, que al final, quien termina siendo envenenado por el odio, es quien visiblemente lo muestra y hay que admitir que hay quienes se sobran a la hora de proyectarlo desde esos medios de desinformación que vociferan desde afuera.

La victoria es ganar y se gana en los deportes o en la guerra. Si alguna vez ganaste algo, lograste una victoria. Los ganadores de elecciones, de partidos de fútbol, de partidas de ajedrez, todos los que los han ganado, han logrado victorias. En la guerra militar o política, también hay victorias. Las personas que superan una enfermedad como el cáncer también logran una victoria.

Alcanzar la victoria es también haber perdido batallas, es haber retrocedido, es haber cedido, es haber dado más valor a la razón que a la fuerza, pero la derrota, que además es huérfana, porque nadie quiere cargar con ella, es otra cosa porque aun sabiéndote totalmente derrotado no lo admites y entonces entras en una nebulosa donde solo das lástima y es cuando empiezas a desvariar, a decir sandeces y locuras que te salen de un hígado cirrótico que te pinta como un individuo cancerígenamente podrido y desahuciado por el que ya no se puede hacer nada y al que hay que concederle piadosamente, aunque quizá no lo merezca, que se vaya a morir ciudadanamente a cualquier parte porque la metástasis del odio ya lo invadió todo.

Desvarían los que están en el lecho agónico de la derrota o simplemente ya están derrotados cuando por ejemplo hacen uso frecuente de frases como estas:

“LA POLICÍA ESTÁ ASEDIANDO”:

El asedio es un bloqueo prolongado como la etapa previa a un asalto y aquí quienes asedian constantemente a Nicaragua son los que lamen las patas a Washington para pedir sanciones que tengan como fin pulverizar la economía de Nicaragua y de sus ciudadanos, cuando al otro lado de la mentira lo que realmente existe es la disposición vigilante de nuestros azulitos para dar seguridad al país de que aquí el terrorismo no nos asediará más.

“LA POLICÍA SECUESTRA”:

Solo aquí los derrotados pueden parir una frase tan brutal y tan ignorante como la referida. Un secuestro es un delito contra la libertad porque priva de ella de forma ilícita a una persona o grupo de personas, durante un tiempo determinado y obtener un rescate en perjuicio del o los secuestrados lo que igualmente es una extorsión.

Las personas que llevan a cabo un secuestro se conocen como secuestradores o plagiadores y no son ciudadanos honestos y menos policías. Es la policía quien tiene la autoridad para detener a quien delinque y a ese de ninguna manera se le puede llamar “prisionero político” sino lo que es un violador de la ley apresado por cometer delito y entonces la policía lo detiene, no lo asedia y si la policía se lo lleva detenido no lo secuestra, simplemente retiene para iniciar una investigación y si al sospechoso se le encuentra suficiente evidencia va a juicio y si lo condenan por un crimen probado, de acuerdo a la autoridad judicial, pues va a un hotel con todos los gastos pagados que en nuestro caso se llama Sistema Penitenciario Inn.

“LA DICTADURA SANDINISTA”

Que concepto ese que de dictadura tienen los bárbaros. Oír eso es una patada a la inteligencia y se la pegan incluso a individuos que internacionalmente repiten como lora una mentira que por sí sola se cae. Para mi gusto, por muchísimo menos de lo que estos terroristas nos hicieron, hace cinco y pico de años y posteriormente lo pretendieron seguir haciendo, en una dictadura, sin pruebas y sin juicio, los tendría hospedados en la cárcel en calidad de cadena perpetua y en el imperio seguramente rostizados en silla eléctrica.

“LA DIÁSPORA NICARAGÜENSE”;

La diáspora es la dispersión por el mundo de grupos humanos que se han visto obligados, por distintas causas, a abandonar su lugar de origen. Esas causas existieron, por ejemplo, cuando los somocistas de ayer se dieron a la fuga y después de estos, otros, por efecto de la guerra de los ochentas y luego aquellos que por la situación económica del país siempre estuvieron migrando y emigrando y después del 2018, otros somocistas que aterrorizaron a la nación y que también se fueron huyendo por el peso de sus crímenes, se mezclaron con los que ya estaban en Miami y Costa Rica, y ahora los que ya perdieron y siguen perdiendo, le llaman a eso manipuladamente, “La Diáspora” cuando en realidad se trata de una figura a través de la cual individuos que ya conocemos hacen negocios con los indigentes que duermen en las calles de San José, Costa Rica o andan posando en la llamada capital del sol y para sus efectos ahí está el delincuente de Álvaro Leyva, usurpando el nombre de la desprestigiada ANPDH que jurídicamente no existe y ahí está Gonzalo Carrión, que se le fue arriba a la Vilma Núñez de Escorcia porque la “diáspora” señores es un negocio más que efectivo para algunos oportunistas.

“VAMOS GANANDO”

De todas las frases locas que uno ha escuchado sin lugar a duda esta es la que más raya en lo ridículo. La repetía valientemente el llorón de Jaime Arellano en esos sus programas desde dónde era un tóxico letal hasta para el mismo oposicionismo del que supuestamente siendo parte contribuyó mucho a pulverizarlo. “Vamos ganando”, decía el Jaime Arellano que fue condenado por traición a la patria y ahora lagrimea desde afuera haber presumido valentías que nunca tuvo porque es de esos que con un cachinflín se corre al ruido de los caites.

¿Pero este y los demás miembros de la sociedad pichurrica qué es lo que iban van ganando?

La ira de los nicaragüenses; la indignación y la repulsa de todo un pueblo; los verbos que les lanzan por habernos tumbado lo bien que andaba nuestra economía cinco años y unos meses atrás; La lástima con que el mundo los observa pues al final terminaron siendo estafadores, porque embaucaron a gobiernos serios con el cuento de que Nicaragua era un infierno y ahora se dan cuenta que era una vil y criminal mentira porque cada vez son más los que vienen y confirman que la nación que de nosotros se pinta hacia afuera no tiene nada que ver con las infamias que sobre ella se han dicho.

Gracias al Creador aquí hacemos caminos en medio del mar. Aquí la justicia divina nos asiste al mantenernos en pie y eso es lo que nos hace disfrutar del éxtasis de la victoria para ver con la piedad del perdón, a los que a pesar de tanto daño que nos hicieron, hoy padecen la agonía de la derrota.

Vamos de lo bueno a lo mejor, construyendo juntos la pista que nos conduce a la mejor nación en toda nuestra historia. Vamos venciendo la adversidad y el odio y lo hacemos con la humildad de los que saben triunfar porque decidimos ser puentes de unión, porque decidimos sumar y multiplicar y nunca más ver hacia atrás donde quedaron petrificados, como la mujer de Lot, los rostros de la maldad.

Te puede Interesar: Moisés Absalón Pastora: ¿Qué es la vida?