A.N.Khokhólikov*
El lanzamiento en La Haya, el 2 de abril de este año del llamado «Registro de Daños a Ucrania» creado de acuerdo con la resolución del Consejo de Europa, fue otro paso hostil del Occidente colectivo que confirma su falta de deseo de establecer un diálogo constructivo con Rusia. El Registro fue concebido como un mecanismo para obtener algún tipo de «compensación» de nuestro país para la reconstrucción de Ucrania. Sin embargo, su verdadero significado es el deseo de robar el dinero ruso confiado a los bancos europeos y estadounidenses.
El pretexto oficial para el funcionamiento del Registro según el Ministro de Asuntos Exteriores de Ucrania D.Kuleba, es para que los ucranianos puedan empezar a presentar demandas de indemnización por los daños materiales causados a sus bienes inmuebles como consecuencia de las acciones militares de Rusia. En otras palabras, el régimen de Kiev pretende demostrar que supuestamente se preocupa por la población ucraniana. Sin embargo, el hecho innegable es que incluso antes del inicio de la Operación Militar Especial rusa en Ucrania (24.02.2022), los nacionalistas que se habían asentado en Kiev, llevaban 8 años realizando operaciones militares a gran escala contra su propio pueblo que vivía en las regiones del Este del país. Al mismo tiempo Ucrania invirtió más de la mitad del apoyo financiero y económico recibido de EE.UU. y la UE no en ayudar a las víctimas y restaurar lo destruido, sino en… ¡bonos del gobierno estadounidense! Y los fondos recibidos o se utilizan tanto para pagar las armas ya suministradas a Kiev como para adquirir otras nuevas, o simplemente son robados por los funcionarios del Estado ucraniano.
Afortunadamente, el mundo es cada vez más consciente de la agresividad del nuevo plan contra Rusia, Occidente no ha conseguido su pleno apoyo ni siquiera en el Consejo de Europa. Azerbaiyán, Hungría, Turquía, Serbia, Armenia y otros países no han firmado el documento sobre la creación del Registro, plenamente conscientes de que se trata de una nueva aventura de EE.UU. destinada a recaudar dinero de sus participantes en favor de Kiev y sus propias corporaciones de defensa.
A su vez, Rusia como Estado que se ha retirado del Consejo de Europa, no tiene intención de cumplir sus decisiones. Como declaró el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, Moscú considera que la decisión de crear un registro de reclamaciones contra la Federación de Rusia para obtener compensación por los daños causados a Ucrania es jurídicamente nula y la adhesión de cualquier Estado al mismo se percibirá como un acto hostil. Está bastante claro que el Registro al igual que las numerosas sanciones antirrusas, tiene como objetivo infligir el máximo daño a nuestro país.
La decisión de establecerlo refleja el tradicional doble rasero de los países occidentales ya que ninguno de ellos exige la creación de un mecanismo similar, por ejemplo, con respecto a Israel, que ahora sigue arrasando los asentamientos palestinos en la Franja de Gaza. ¿Y cuánto valen las aventuras del Occidente colectivo en la antigua Yugoslavia, Irak, Libia, Siria, Afganistán, etc.?
Rusia, cuyas pacíficas ciudades fronterizas son objeto diariamente de ataques terroristas por parte de grupos armados ucranianos que utilizan armas occidentales podría plantear por
sí misma serias contrademandas. Al mismo tiempo, no renunciamos a nuestra obligación de reconstruir los territorios liberados de la ocupación neonazi. Esto se puede comprobar llegando, por ejemplo, a la ciudad portuaria de Mariupol, que ahora tiene mucho mejor aspecto que cuando formaba parte de Ucrania. Estoy seguro de que haremos prosperar también otros territorios liberados de los radicales de Kiev y que han expresado su deseo de formar parte de Rusia.
Al insistir en la aplicación del Registro inventado por Kiev y sus dueños occidentales, los países europeos como antiguas metrópolis firman una dura sentencia a sí mismos ya que por analogía pueden convertirse en los demandados ante los países de Asia, África y América Latina por los daños irreparables que les han causado como resultado de la explotación colonial y neocolonial. ¿No sería más sensato que la comunidad mundial rechazara otro esquema fraudulento de robo descarado de activos rusos y volviera al razonable plan de paz inicialmente propuesto por Rusia para desmilitarizar y desnazificar completamente a Ucrania, así como para llevar a juicio a Volodimir Zelensky y sus cómplices?
Parecería perfectamente justo que el Occidente colectivo, que está directamente relacionado con el desencadenamiento de las hostilidades en Ucrania al consentir los planes belicosos de Kiev contra Rusia, asumiera la obligación de compensar plenamente los daños causados a los ucranianos.
- A.N. Khokhólikov, Embajador Extraordinario y Plenipotenciario de la Federación de Rusia en la
República de Nicaragua, concurrente en la
República de El Salvador y la República de Honduras
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