Escrito por: Carlos Berrios
“Todos los días, sabemos que son para consolidar y defender esa paz que Dios nos deja, que Dios nos da, y que nosotros defendemos, resguardamos como tesoro patrimonial de la bendecida tierra nuestra, tierra de héroes y mártires” -Cra Rosario Murillo.
El 29 de septiembre de 1979, el plenario de la trigésima cuarta Asamblea General de Naciones Unidas y el mundo entero, fueron testigos de la místicarevolucionaria impregnada y expresada en el histórico discurso del Comandante de la Revolución Popular Sandinista, José Daniel Ortega Saavedra, siendo su primera participación como digno representante del pueblo de Nicaragua ante la ONU, en el cual se denunció la política intervencionista , crímenes, usurpación y vejámenes de la dictadura somocista y de los gobiernos cómplices en contra de las y los nicaragüenses, principalmente de Estados Unidos de Norte América y, la postura inclaudicable de la Junta de Gobierno de Reconstrucción Nacional a favor del desarrollo y defensa de la paz justa de los pueblos soberanos como esencia imprescriptible del bien común.
31 años de somocismo y sus cómplices
Después de 31 años, la comunidad internacional pudo visibilizar la dura realidad y las múltiples adversidades que enfrentó el pueblo nicaragüense bajo la dictadura de los Somoza y sus secuaces. Durante décadas, una minoría se había apoderado y usurpado el país pero nunca la dignidad del pueblo Nicaragüense. Además de los horrendos crímenes, el país enfrentaba graves problemas económicos y políticos, en el cual ninguna decisión tomaba en consideración a sus ciudadanos. Víctima de una brutal represión, exorbitante corrupción, intervenciones extranjeras y profundas desigualdades sociales y económicas: Nicaragua vivía una situación preocupante. Los bombardeos indiscriminados de Somoza en contra del pueblo nicaragüense durante la etapa de la Ofensiva Final, dejaban un país lleno de escombros, lutos y destrucción.
Luego del Triunfo de la Revolución Popular Sandinista, la nueva y soberana Nicaragua buscaba reconocimiento y apoyo internacional para su proceso de reconstrucción, aprovechando la ocasión en el pleno de las Naciones Unidas, con el comandante Daniel como vocero de miles de compañeras y compañeros: héroes y heroínas; mártires que ofrendaron su sangre bendita y colaboradores. Su intervención no solo fue un reflejo del estado de la política interna, sino también una declaración de principios revolucionarios ante la comunidad internacional, en el marco de las tensiones de la Guerra Fría; la voz del comandante Ortega fue la voz de los pueblos oprimidos.
La denuncia del imperialismo, en particular el papel que Estados Unidos había jugado en Nicaragua y América Latina, fue la crítica y la razón que evidenció las políticas intervencionistas de Washington, que durante décadas habían apoyado a regímenes dictatoriales en la región para garantizar su influencia y proteger sus intereses económicos. Esas palabras subrayaron cómo la intervención extranjera no solo empobreció a Nicaragua, sino que también violó su soberanía y el derecho de su pueblo a determinar su propio destino. En la misma línea, hizo un llamado a la comunidad internacional para que respetara la autodeterminación de los pueblos y se opusiera a cualquier forma de intervención en los asuntos internos de Nicaragua. El comandante Daniel, agregó que el nuevo gobierno revolucionario estaba comprometido con la justicia social, la igualdad y los derechos humanos, tan vigente hasta el día de hoy.
Ciertamente, la insistencia en la soberanía y el derecho de los países a elegir su propio camino es un tema que resuena con los “principios de no intervención” establecidos en el derecho internacional desde la creación de la ONU. Sin embargo, en el contexto de la Guerra Fría, estas declaraciones fueron recibidas con recelo, especialmente por parte de Estados Unidos, que consideraba a Nicaragua parte de su esfera de influencia.
Nuestro máximo líder, también expresó solidaridad con otros pueblos revolucionarios en todo el mundo, especialmente aquellos en América Latina y África que luchaban contra el colonialismo y la opresión. Este aspecto del discurso conectó a la Revolución Sandinista dejando claro su génesis en el seno del pueblo, que buscaba poner fin a la explotación colonial y neocolonial en Nicaragua. Mencionó explícitamente a países como Cuba, cuya revolución socialista había sido una fuente de inspiración para muchos movimientos en la región. Al hacerlo, además de enfatizar la conexión ideológica entre Nicaragua y otros pueblos hermanos, también, buscaba fortalecer alianzas en foros internacionales. El comandante Ortega, logró que estos países apoyaran la causa nicaragüense y su solidaridad expresa en ayuda de diferentes índoles sobre todo en materia de educación y de salud, frente a las presiones de Estados Unidos y otros países agresores.
La dignidad del pueblo nicaragüense en favor de la paz
Por otro lado, con alto tono de dignidad, hizo un llamado a la paz y al compromiso de la comunidad internacional para con ello. Señaló que, aunque el nuevo gobierno nicaragüense estaba dispuesto a defenderse contra cualquier amenaza externa, su principal objetivo era reconstruir el país, mejorar la vida de su población y apostar todo por la Paz. Destacó los esfuerzos que el gobierno revolucionario ya estaba realizando para erradicar el analfabetismo, mejorar la salud pública y redistribuir la tierra entre los campesinos, conquistas sociales propias de la primeraetapa de la Revolución ya que, estas reformas eran vistas como esenciales para erradicar la pobreza que había dejado la dictadura de Somoza. En ese sentido, el Comandante Ortega reconoció que nuestro país no podía hacerlo solo, y por ello hizo un llamado a la comunidad internacional para que brindara apoyo económico y técnico a la nueva Nicaragua, en lugar de tratar de aislarla o desestabilizarla.
En definitiva, el discurso del Comandante Daniel Ortega ante la ONU consolidó a Nicaragua como un nuevo actor en el escenario global, alineado con las luchas anticoloniales y antiimperialistas. Al mismo tiempo, dejó evidenciado las malas prácticas del gobierno de Estados Unidos de Norte América para con el apoyo a la perpetuación del régimen dictatorial de Somoza. Este mensaje representa un documento clave para entender la visión del FSLN sobre el papel de Nicaragua en el mundo y las prioridades del nuevo gobierno revolucionario en el centro de las luchas globales por la justicia y la igualdad. Este discurso sigue siendo relevante hoy en día, ya que refleja los desafíos que enfrentan los países que intentan romper con las estructuras de poder impuestas por las grandes potencias y luchar por un orden mundial más equitativo.
El Comandante Daniel Ortega, defensor férreo de la paz, resaltó en su discurso: “…Nicaragua, un país pequeño, un país independiente. un país que quiere hacer honor a su no alineamiento… Estamos luchando y vamos a seguir luchando con los pueblos y por los pueblos oprimidos del mundo. Estamos luchando y vamos a seguir luchando sin claudicaciones de ningún tipo; estamos luchando y vamos a seguir luchando por el avance de nuestro pueblo; por la defensa de nuestra Revolución; por la paz justa que es la de los pueblos soberanos; por la paz verdadera que es la de los pueblos libres”, tan vigente al día de hoy.