El profesor Orlando Pineda, alfabetizador y coordinador de la Asociación de Educación Popular Carlos Fonseca, relató en una reciente entrevista los orígenes y la ejecución de la Cruzada Nacional de Alfabetización (CNA) en Nicaragua. Desde los antecedentes históricos hasta la planificación estratégica, Pineda destacó la importancia de la educación como una herramienta para la transformación social y la dignidad del pueblo nicaragüense.
Raíces históricas y el papel de Sandino
Según Pineda, los primeros esfuerzos de alfabetización en Nicaragua surgieron en la región del río Coco, donde la Iglesia Morava inició la enseñanza en comunidades indígenas miskitas. En este contexto, el General Augusto C. Sandino estableció contacto con líderes religiosos para impulsar la educación como un medio para reducir la pobreza y fortalecer la producción agrícola.»Tenemos que alfabetizar a toda esta gente para que puedan sembrar y cultivar su propio sustento», habría dicho Sandino en un encuentro con un obispo moravo en San Carlos del río Coco.
Pineda enfatizó que desde ese momento, la educación se demostró una herramienta esencial para la independencia económica del pueblo. Décadas después, en medio de la lucha revolucionaria, Carlos Fonseca retomó esta visión y declaró que la alfabetización debía ser una prioridad inmediata tras el triunfo de la Revolución en 1979. La meta no solo era enseñar a leer y escribir, sino también concienciar al pueblo sobre su realidad económica y social.
El papel de la UNESCO y la falta de voluntad política en América
Pineda explicó que en 1965, la UNESCO identificó el analfabetismo como un problema mundial, destacando que América Latina debía erradicarlo antes del año 2000. Sin embargo, la falta de voluntad política en la región impidió avances significativos. Para 1975, el número de analfabetos en Nicaragua había casi duplicado, mientras que en otros países de la región la situación no mejoraba.»México, con tanto dinero, y Venezuela, con tanto petróleo, no lograron reducir el analfabetismo de manera significativa», señaló Pineda.
En cambio, con ocho meses de gobierno revolucionario, Nicaragua organizó una movilización masiva para combatir el problema.
Planificación y movilización: la clave del éxito
Lejos de ser una improvisación, la Cruzada Nacional de Alfabetización fue meticulosamente planificada desde los primeros meses del gobierno sandinista. Pineda explicó que la Dirección Nacional del FSLN estableció comisiones en mercados, barrios y comunidades rurales, con especial énfasis en la Costa Caribe, debido a las dificultades logísticas y culturales.
El 5 de enero de 1980, se convocó a 200 jóvenes, quienes fueron capacitados en el Estadio Nacional con entrenamientos físicos, construcción de tapescos y formación política. Para finales de enero, se creó la Brigada Roja y Negra, un grupo de 30 jóvenes pioneros que fueron enviados a las zonas más remotas del país para evaluar el terreno y preparar la llegada de los alfabetizadores.
«No fueron los 115 mil voluntarios de inmediato. Primero, 30 jóvenes fueron enviados a Yalí y Wiwilí para estudiar el trato entre los alfabetizadores y los campesinos, además de evaluar posibles ataques de la contrarrevolución», explicó Pineda.
En paralelo, 60 personas en Granada entre líderes de la Asociación de Trabajadores del Campo (ATC), los Comités de Defensa Sandinista (CDS), maestros y comerciantes trabajaron en el diseño de los materiales educativos que se utilizarían durante la campaña.
Finalmente, el 14 de marzo de 1980, los 60 organizadores partieron a diferentes regiones para ultimar detalles logísticos. Poco después, el 23 de marzo de 1980, se dio el histórico despliegue de 115 mil jóvenes, quienes se adentraron en las montañas, valles y comunidades rurales para llevar la educación a todo el país.
Una hazaña histórica liderada por la juventud
Para Pineda, la juventud fue el motor de la Cruzada Nacional de Alfabetización. Su energía y compromiso permitieron que, en apenas cinco meses, se redujera el analfabetismo del 50,3% al 12,9% , un logro reconocido a nivel internacional.
«La alfabetización no solo permitió que la gente aprendiera a leer y escribir, sino que transformó la conciencia del pueblo, dándole herramientas para comprender su realidad y luchar por un futuro mejor», concluyó Pineda.
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