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El triunfo presidencial de Nelson Mandela, ejemplo de amor, justicia y reconciliación

Escrito por : Redacción Central 27 de abril de 2025

“Yo diría que había una explosión de amor, porque hablar de Mandela es hablar de amor, es hablar de reconciliación, es hablar de paz”.

Comandante Daniel Ortega Saavedra,

Copresidente de Nicaragua

10 de Diciembre de 2013

Los pueblos que han sufrido violencia, discriminación, racismo, de una minoría cruel, sanguinaria, explotadora, inhumana e insensible, saben que la paz duradera, plena, completa, no se puede alcanzar en una sociedad llena de odio e injusticia, y que la antigua Ley del Talión, del “Ojo por ojo”, puede dejar a un país entero, ciego. La paz, está directamente vinculada a la justicia y a la reconciliación.

El pueblo de Sudáfrica, y su mítico dirigente Nelson Mandela, dieron ejemplo de esa sabiduría y de un inmenso corazón, pues solo una persona regida por el amor en palabra, pensamiento y actos, puede perdonar a los miembros de un gobierno que lo torturó, al que lo segregó injustamente, y al que lo acusaba de terrorista sin prueba alguna.

Ataques de EEUU y Reino Unido

El pueblo sudafricano luchaba por la libertad, por la inclusión por ya no seguir sufriendo un racismo descarado a través del anacrónico Apartheid. 

Ejemplo de la hipocresía del colonialismo europeo y en especial de Inglaterra, se puede comprobar en las declaraciones de la tristemente célebre “Dama de Hierro”, Margaret Thatcher, Primera Ministra del Reino Unido, quien, para 1987, se atrevió a declarar lo siguiente: “El CNA [Congreso Nacional Africano] es una típica organización terrorista…Cualquiera que piense que va a gobernar en Sudáfrica está en un mundo de ensueño”.

Nelson Mandela, al igual que nuestro amado y admirado comandante, Tomás Borge Martínez, perdonó a su  torturador, para que esos individuos supieran, que a pesar de sus crueldades, la causa justa por la que ambos dirigentes lucharon, buscaba crear una sociedad libre de odios y donde nadie fuera perseguido por razones políticas o raciales, en sus respectivos países.

Consejo Nacional Africano y F.S.L.N.

Esa coincidencia ideológica, hizo que en 1987, el FSLN, se solidarizara con el Congreso Nacional Africano (CNA) de Sudáfrica y entregó a sus dirigentes, Oliver Tambo y a Nelson Mandela, la Orden Carlos Fonseca Amador, el máximo reconocimiento y homenaje de nuestra organización política, para ese hermano y heroico pueblo y su justa causa. Lamentablemente en el momento de la entrega del galardón, Nelson Mandela, aún era víctima del sistema criminal del Apartheid y estaba en prisión en su país por luchar contra ese sistema racista y excluyente.  

Nelson Mandela se confesó admirador e incluso llegó a declarar sobre el sandinismo: “El Comandante (Daniel) Ortega es un héroe en Sudáfrica. Estoy completamente seguro que él es un héroe, para los demócratas y los progresistas del mundo. Y nosotros respaldamos plenamente a los sandinistas; los sandinistas son una fuerza progresista que merecen ser apoyados por todos”.

Cuba y Nicaragua, aliados de la causa sudafricana

Cariñosamente llamado Tata Madiba en Sudáfrica, el ejemplo de Mandela, hizo eco en dos revoluciones latinoamericanas, la de Cuba y la de  Nicaragua, ambas revoluciones en el continente, fueron las primeras en denunciar el Apartheid y realizar actos realmente comprometidos con la solidaridad para el pueblo negro de Sudáfrica víctima de este sistema injusto, cruel y racista.  Incluso una vez liberado y ya siendo presidente de Sudáfrica, Mandela recibió presiones de parte de EEUU para atacar a ambas revoluciones y él, altivo, digno y valiente, siempre fue fraterno y admirador de los movimientos progresistas que surgieron de las revoluciones de ambos países.

Del gigante dirigente revolucionario caribeño, Tata Madiba expresó: “Fidel Castro es uno de mis grandes amigos” y también dijo sobre la revolución cubana: “Soy un hombre leal y jamás olvidaré que en los momentos más sombríos de nuestra patria, en la lucha contra el apartheid, Fidel Castro estuvo a nuestro lado”.

Rompiendo las cadenas a través de las urnas.

Ante los ataques, las infamias y las calumnias, que expresaron Reagan y Thatcher, el ejemplar pueblo Sudafricano respondió pacífica, pero indiscutiblemente, contundentemente y valientemente, votando el 26 de Abril de 1994, por el candidato a presidente, Nelson Mandela, dirigente del Congreso Nacional Africano (CNA), recibiendo 12,237,655 votos, obteniendo 252 escaños y resultando triunfador con el 62.65% de los votos, derrotando a un racista Frederik de Klerk que obtuvo únicamente 3,938,690 votos, 82 escaños y el 20.39% del total de votos.

Después de esta espectacular victoria electoral del pueblo oprimido, excluido, explotado y segregado de Sudáfrica, EEUU, intentó lavarse la cara, -pues por muchos años fue cómplice silencioso del Apartheid y nunca denunció los tratos inhumanos, las torturas y las muertes que los presos políticos del CNA sufrieron en las cárceles de ese criminal régimen- utilizando a su nefasta maquinaria de propaganda, Hollywood, proyectando la película “Invictus” del 2009, dirigida por Clint Eastwood, protagonizada por Morgan Freeman, como Mandela, y Matt Damon, pero en la vida real, los EEUU no solo lo consideraban un comunista, también lo hicieron parte de una lista de vigilancia donde lo consideraban terrorista hasta 2008.    

El valor atemporal de este triunfo electoral.

Hoy recordamos con alegría, con orgullo, con solidaridad, esa fecha histórica, en que, por medio de las urnas, el hermano pueblo sudafricano, sufrido, excluido, segregado y explotado, se liberó del yugo racista y esclavista del Apartheid.

Hoy, que se celebran 31 años de esta importante efeméride, tenemos que saludar ese triunfo del pueblo sudafricano, que también fue el nuestro, porque ambos, somos pueblos que luchamos por la paz, por la justicia, por la inclusión, por la libertad y por la dignidad.

Tenemos que recordar esa fecha, para entender que organizaciones actuales, foros económicos y políticos como BRICS, de la que es socio fundadora esa Sudáfrica, del amado Tata Madiba, que tuvo el corazón y la sabiduría para perdonar y reconciliarse, para gobernar para todos los sudafricanos, blancos o negros, es el legado de ese revolucionario, de ese dirigente social, de ese político y del presidente de ese país, que dejó como bella herencia para toda la humanidad la igualdad sin racismos. Los revolucionarios tenemos que celebrar y recordar esa efeméride, con orgullo y con alegría pero sobre todo, totalmente seguros, que la sociedad justa, incluyente, libre que conquistó Mandela y su pueblo, puede lograrse en todo el mundo.   

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