Biografías

Dalton: Poeta y Combatiente

Escrito por : Freddy Arana 10 de mayo de 2025


Por: Freddy Arana


Roque Dalton García, fue un poeta revolucionario Salvadoreño, capitalino de nacimiento, fue el 10 de Mayo de 1975, 4 días antes de su cumpleaños, cuando alcanzó el martirio en circunstancias aún por esclarecer.

Hoy 50 años después de su muerte, lo recordamos con mucha firmeza y admiración, su voz fue necesaria ayer y lo sigue siendo ahora.


Desde su juventud, una gran conciencia social lo impulsó a integrarse a la militancia revolucionaria, luchando con gran determinación por la justicia en Centroamérica.

En 1956, en la Universidad de El Salvador, su espíritu creador lo llevó a fundar el Círculo Literario Universitario.


Al año siguiente, cruzó fronteras hasta Moscú, representando a su patria en el Sexto Festival de la Juventud y los Estudiantes por la Paz y la Amistad.

Su interés de conocimiento lo había llevado antes a Chile para estudiar Jurisprudencia (1953), estudios que enriqueció en su tierra con Ciencias Sociales (1954-1959) y en México con la Etnología (1961).

Cada paso, cada libro, cada viaje, forjó en él una determinación inquebrantable al servicio de un ideal revolucionario.


Durante y después de sus estudios, Roque Dalton ya emergía como una de las voces poéticas jóvenes más florecientes de Hispanoamérica. Sus primeras composiciones, portadoras de una sensibilidad única, fueron laureadas en múltiples ocasiones en el Premio Centroamericano de Poesía (1956, 1958 y 1959).


Durante su vida, el compromiso político y su genio literario avanzaban unidos. Militante del Partido Comunista Salvadoreño desde 1958, Roque Dalton conoció las cárceles de su patria antes de ser forzado al exilio en 1961.


Este destierro se convirtió en un intenso recorrido vital, dejando su huella en Guatemala, México, Checoslovaquia y Cuba, interrumpido ocasionalmente por valientes regresos clandestinos a su tierra natal.


Sus ensayos y artículos fueron el sustento que le permitió recorrer el mundo, ya fuera como periodista incisivo o como activista político, llevando su mensaje a países asiáticos y numerosos países de Europa y Sudamérica. Cada viaje, cada palabra escrita, testimoniaba una determinación inquebrantable al servicio de sus ideales revolucionarios.


En 1967, su determinación lo llevó a romper filas con la dirigencia del partido comunista de su país, manteniendo su margen político hasta que, en 1973, el compromiso con sus ideales lo impulsó a regresar a El Salvador para unirse al Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), adoptando el sobrenombre de Julio Delfos Marín.


Con fervor revolucionario, colaboró activamente con esta organización clandestina, abogando por la confrontación directa y la lucha armada. Sin embargo, por ciertas razones jamás esclarecidas, fue perseguido, juzgado y ejecutado por sus propios compañeros, quienes abandonaron su cuerpo en un paraje desolado.


Este acto de traición desató una ola de indignación y protesta en los círculos intelectuales, especialmente entre los escritores hispanoamericanos, quienes alzaron su voz para condenar este crimen.


Hoy, su memoria perdura como la del insigne poeta revolucionario salvadoreño, un hombre de valentía, determinación y coraje desmedidos, que se arrojó sin dudar a la lucha proletaria en defensa de los trabajadores y campesinos.

Su anhelo profundo era ver florecer en su patria tiempos de igualdad, justicia y dignidad, brutalmente arrebatados por gobiernos neoliberales, marionetas del imperialismo yanqui.


Poema de Dalton:


Alta hora de la noche
Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre
porque se detendría la muerte y el reposo
Tu voz, que es la campana de los cinco sentidos,
sería el tenue faro buscando por mi niebla.
Cuando sepas que he muerto di sílabas extrañas.
Pronuncia flor, abeja, lágrima, pan, tormenta.
No dejes que tus labios hallen mis once letras.
Tengo sueño, he amado, he ganado el silencio.
No pronuncies mi nombre cuando sepas que he muerto:
desde la oscura tierra vendría por tu voz.
No pronuncies mi nombre, no pronuncies mi nombre.
Cuando sepas que he muerto no pronuncies mi nombre.

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