“He nacido en la Argentina, no es un secreto para nadie. Soy cubano y también soy argentino y, si no se ofenden las ilustrísimas señorías de Latinoamérica, me siento tan patriota de Latinoamérica, como el que más y, en el momento que fuera necesario, estaría dispuesto a entregar mi vida por la liberación de cualquiera de los países de Latinoamérica, sin pedirle nada a nadie, sin exigir nada, sin explotar a nadie…”
Ernesto Che Guevara, 11 de diciembre de 1964, en la ONU
Primeros años
El 14 de junio de 1928 nació en Rosario, Argentina “El Che” más internacionalista de nuestra América, se trata de Ernesto Guevara de la Serna o simplemente el “Che Guevara”. Con el triunfo de la Revolución Cubana también se nacionalizó como cubano, pero su ideal siempre campeó en lo internacional, por lo que es un héroe de la Patria Grande.
Primogénito de una familia compuesta por el padre Ernesto Guevara Lynch; la madre, Celia de la Cerna, y cinco hijos: Ernesto, Roberto, Celia, Ana María y Juan Martín.
En 1930 su familia se trasladó a vivir a San Isidro, una población residencial en los alrededores de Buenos Aires. Ya para entonces, Ernesto sufrió una grave crisis de asma, enfermedad que lo perseguiría durante toda su vida. Por recomendaciones del médico que lo atendió, la familia se trasladó a vivir en la Provincia de Córdoba.
En este lugar empezó a forjarse el carácter de Ernesto Guevara, quien solía hacer caminatas por las montañas cercanas y desde entonces forjaba otras de sus aficiones, la lectura, mostrando interés por la literatura y la poesía de autores como Lorca, Machado y Neruda.
En la Facultad de Medicina y Viajes por Argentina y Latinoamérica
En 1947 se bachilleró y entró a la Facultad de Medicina en Buenos Aires, destacándose por ser buen estudiante.
A los 21 años, Ernesto Guevara, saltó a las rotativas de periódicos argentinos, cuando en tan sólo 9 semanas recorrió cuatro mil kilómetros a lo largo de doce provincias argentinas, hazaña que logró en su bicicleta, a la cual adaptó un pequeño motor.
El 29 de diciembre de 1951, Ernesto y su amigo médico Alberto Granados emprendirron un viaje de mucha mayor envergadura, que duraría diez meses desde Argentina hasta Estados Unidos, en motocicleta. Durante el viaje hacen de ayudante de albañil, marineros e incluso ambos ejercen de médicos. Regresó a Argentina para terminar sus estudios de medicina.
Segundo Viaje, Guatemala
Finalizados sus estudios de medicina en 1953, emprendió su segundo y definitivo viaje junto a varios amigos, entre ellos Ricardo Rojo. Durante el recorrido llegan a Guatemala, donde la Revolución encabezada por Jacobo Árbenz se encontraba en plena efervescencia. Árbenz había iniciado una amplia reforma agraria que incluía la expropiación de tierras a la United Fruit Company, lo que le valió la enemistad de los Estados Unidos.
Para esta época, el Che, provisto de cartas de recomendación, se entrevista con el Ministro de Sanidad de Guatemala, a quien le solicita un puesto como médico en Petén. El Ministro le preguntó si poseía el carné de afiliado al Partido Guatemalteco del Trabajo. Ernesto responde que es revolucionario, y que para serlo no considera necesario pasar por esas formalidades.
Romerito y el Che en Guatemala
Era junio 24 de 1954 en ciudad de Guatemala, cuando el Che y Rodolfo Romero (Revolucionario nicaragüense) se conocieron por primera vez “una noche de luz intensa de luna llena y un silencio de sepulcro” – recuerda el internacionalista Rodolfo Romero –. Justo esa noche, aviones procedentes del Aeropuerto Las Mercedes de Managua habían bombardeado la Capital de Guatemala. Nicaragua estaba bajo la dictadura militar Somocista.
Romero, en Guatemala dirigía el Batallón Augusto César Sandino, y esa noche de junio estaba haciendo posta, cuando se le presentó el joven médico que entre pláticas esperaba a Edelberto Torrez para entregarle una carta que llevaba desde Chile. Rodolfo Romero comentó que al saber que él era nicaragüense, se interesó por Nicaragua:
– ¿Cuántos hombres tiene el batallón de Somoza?
– Tienes 800 hombres, respondió Romero
– ¿Y 800 hombres mantienen prisionero al pueblo de Nicaragua?, tornó a preguntar el argentino.
– No, lo que sucede es que “Batallón Somoza” es la brigada élite. Pero hay unos destacamentos de la Guardia Nacional en todo el país.
– ¿Es tan cruel Somoza como lo pintan? Se volvió a interesar el joven visitante, ambos desconocidos.
– Más cruel todavía, opinó Romero.
El reloj marcó las doce de la media noche y el relevo en la posta no llegó, al ver la situación, Ernesto se ofreció a hacer el turno de la noche, Romero vaciló un momento al darle un arma al joven médico argentino que lo visitaba. Sin embargo, le preguntó:
– ¿Sabes disparar la carabina?
– No, no sé cómo usarla.
Entonces el nicaragüense Rodolfo Romero relata cómo le enseñó a disparar la carabina checa que le entregó al Che, cómo armarla y desarmarla. Desde entonces el Che a estado vinculado con nuestra historia nacional.
Ernesto adoptó una postura firme ante los acontecimientos políticos que se desarrollaban en Guatemala. Frecuentaba reuniones de la Juventud Revolucionaria y, pronto, comenzó a estar en la mira de la CIA, que incluso llegó a planear un complot para asesinarlo. Ante esta situación, el embajador de Argentina en Guatemala lo convenció de refugiarse en la embajada. Se consumó el golpe de Estado contra Jacobo Árbenz, y Ernesto solicitó un salvoconducto que le permitiera abandonar el país con destino a México, donde ya se encontraban varios revolucionarios cubanos.
Sin dinero ni empleo, en México se dedicaba a tomar fotografías en las calles para subsistir. Allí se reencuentra con su amigo Ricardo Rojo y comparte ya su vida con Hilda Gadea Acosta, también refugiada en México, quien para entonces estaba embarazada.
Fidel Castro sobre el Che
Ya Raúl había trabado amistad con él. Yo lo conocí cuando llegó a México. Tenía 27 años y ya era un marxista convencido. Él mismo cuenta que nuestro encuentro tuvo lugar una noche de julio de 1955, en la calle Ampara, en la Ciudad de México, en casa de una cubana. Conversamos largamente y, esa misma noche, se unió a nosotros. Solo me dijo una cosa: «Yo lo único que quiero es que, cuando triunfe la Revolución en Cuba, por razones de Estado ustedes no me prohíban ir a la Argentina para luchar por la Revolución.»
El Che asistía a todas las clases tácticas y a los cursos teóricos, y era un excelente tirador. Estudiaba y practicaba con disciplina, aunque su papel dentro del grupo era, en principio, el de médico de la tropa. Resultó ser un médico destacado: atendía a los compañeros con entrega. Cada vez que se necesitaba un voluntario para una tarea difícil, el primero en ofrecerse era siempre el Che. Siempre era el primer voluntario para cualquier misión difícil.
Durante la guerra fue nuestro médico, pero por su valentía, su compromiso y sus cualidades, lo nombramos jefe de una columna, donde se destacó ampliamente. Nadie cuestionó su liderazgo. Además, era un hombre de elevada cultura y gran inteligencia. Se convirtió en soldado sin dejar de ser médico ni un solo minuto.
Comandante Fidel Castro
Después de la formación militar en México —que incluyó un breve período en prisión junto a Fidel Castro—, emprenden la expedición a bordo del Granma. El Che es uno de los 82 expedicionarios que desembarcan el 2 de diciembre de 1956 en las costas cubanas, dando inicio a la guerrilla que se gestaría desde la Sierra Maestra.
El Che todavía no era comandante. Era el médico de nuestra tropa, se quedaba con los heridos y los atendía con esmero. Entonces, el primer comandante que nombramos fue al Che. Había dos que se distinguían mucho: Che y Camilo.
Comandante Fidel Castro
El Che en el Gobierno
Finalizada la guerra, el Che comenzó a organizar clases para los campesinos, crear escuelas e instruir a su gente. Como primera tarea en su rol de jefe militar, impulsa un programa de alfabetización dirigido especialmente a los combatientes.
Además, se hizo cargo del Departamento de Industrias, aunque continuó siendo una figura política y militar clave, y miembro de la Dirección Nacional de las Organizaciones Revolucionarias Integradas. Por la confianza, disciplina, talento, capacidad e integridad que inspiraba, fue nombrado Presidente del Banco Nacional de Cuba.
Fue también el creador del trabajo voluntario en el país. Todos los domingos participaba personalmente en labores agrícolas, de construcción, en la zafra o en la prueba de maquinaria. Mantenía un contacto estrecho con los centros de trabajo, conversaba con los obreros y se le veía con una carretilla o cargando sacos. Con su ejemplo, dejó una profunda herencia de compromiso, ganándose la simpatía y admiración de millones de compañeros y compañeras.
Su vocación Internacionalista
El Che también se interesó profundamente por los asuntos internacionales. Seguía con atención la Conferencia de Bandung y el surgimiento del Movimiento de los Países No Alineados. En relación con China, sostuvo un encuentro con Mao Zedong y mostró un marcado interés por el pensamiento revolucionario chino.
En su visión internacionalista, afirmaba: “Hay que crear dos, tres, muchos Vietnam”, promoviendo la lucha armada como vía para enfrentar el imperialismo. Doce años después, Vietnam logró la victoria frente a Estados Unidos, y en 1979 triunfó la Revolución Popular Sandinista en Nicaragua.
En marzo de 1965, le escribe una carta de despedida a Fidel Castro, en la que se despide del pueblo cubano y reafirma su decisión de continuar la lucha revolucionaria en otras latitudes.
… Siento que he cumplido la parte de mi deber que me ataba a la Revolución Cubana en su territorio y me despido de ti, de los compañeros, de tu pueblo que ya es mío. Hago formal renuncia de mis cargos en la dirección del Partido, de mi puesto de Ministro, de mi grado de Comandante, de mi condición de Cubano.
Haciendo un recuerdo de mi vida pasada creo haber trabajado con suficiente honradez y dedicación para consolidar el triunfo revolucionario… He vivido días magníficos y sentí a tu lado el orgullo de pertenecer a nuestro pueblo en los días luminosos…
Otras tierras del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos. Yo puedo hacer lo que te está negado por tu responsabilidad al frente de Cuba y llegó la hora de separarnos. En los nuevos campos de batalla llevaré la fe que me inculcaste, el espíritu revolucionario de mi pueblo, la sensación de cumplir con el más sagrado de los deberes: luchar contra el imperialismo donde quiera que esté, esto reconforta y cura con creces cualquier desgarradura.
En 1965, el Che emprendió una nueva etapa de su lucha internacionalista. Estuvo en el Congo, donde intentó apoyar los movimientos revolucionarios africanos, y posteriormente se trasladó a Tanzania. Desde allí marchó a Checoslovaquia, estableciéndose por un tiempo en Praga. En julio de 1966 regresó clandestinamente a Cuba, donde comenzó a preparar la guerrilla que iniciaría en Bolivia en octubre de ese mismo año.
La guerrilla en Bolivia
De su guerrilla en Bolivia, el Che dejó un magnifico diario, en el que De su experiencia guerrillera en Bolivia, el Che dejó un valioso diario en el que registraba meticulosamente sus observaciones cotidianas. Escrito con su característica letra menuda y casi ilegible de médico, este documento nos permite conocer de primera mano las narraciones históricas de la guerra revolucionaria en Bolivia. Sus páginas tienen un profundo contenido pedagógico y humano, que refleja los heroicos y difíciles meses finales de su vida. El 9 de octubre de 1967, tras ser capturado, fue asesinado a sangre fría, poniendo fin a su lucha, pero no a su legado.
El Che contemplaba su muerte como algo natural y probable en el proceso, pero que esa eventualidad no impediría la marcha inevitable de la Revolución en América Latina. En su mensaje a la Tricontinental reiteró este pensamiento:
“Toda nuestra acción es un grito de guerra contra el imperialismo… en cualquier lugar que nos sorprenda la muerte, bienvenida sea, siempre que ese, nuestro grito de guerra, haya llegado hasta un oído receptivo y otra mano se tienda para empuñar nuestras armas”.
Ante el dolor causado por la muerte del Che, Fidel Castro pronunció un emotivo discurso en el que lanzó una pregunta que marcó a generaciones: “¿Cómo queremos que sean nuestros hijos?” Y él mismo respondió: “Queremos que sean como el Che.” Aquella frase se convirtió en una consigna histórica: Ser como el Che, símbolo del compromiso revolucionario, la entrega y la integridad.
El Che cayó defendiendo la causa de los explotados y oprimidos de América Latina, cayó defendiendo la causa de los pobres y de los humildes de la Tierra, es una fuerza moral indestructible, su causa está triunfando y sigue naciendo y multiplicándose en la construcción de un mundo más justo.
Eduardo Galeano lo llamaría el más nacedor de todos:
¿Por qué será que el Che tiene esta peligrosa costumbre de seguir naciendo?
Cuanto más lo insultan, lo manipulan, lo traicionan, más nace.
Él es el más nacedor de todos.
¿No será porque el Che decía lo que pensaba, y hacía lo que decía?
¿No será que por eso sigue siendo tan extraordinario, en un mundo donde las palabras y los hechos muy rara vez se encuentran, y cuando se encuentran no se saludan, porque no se reconocen?
Referencias:
Blandón, Ch. (2015) Entre Sandino y Fonseca. Managua, Segovia Ediciones Latinoamericanas.
Che Guevara (1988) El Diario del Che en Bolivia. Editora Política, La Habana.
Ignacio Ramonet (206) Cien Horas con Fidel. Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado, La Habana.
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