«Arlen Siu, ejemplo de inspiración de nuestra juventud, salió para luchar y vivir para siempre en los logros de la Revolución”,
Compañera Rosario Murillo, 18 de julio 2022
El 15 de julio de 1955 nació en Jinotepe, Carazo, Arlen Siu Bermúdez, una joven revolucionaria de corazón firme y espíritu sensible. Guerrillera sandinista, artista, militante y mártir, su vida quedó marcada por una profunda entrega a la causa del pueblo y es recordada como una de las figuras más emblemáticas de la Revolución Popular Sandinista.
Su padre, Armando Siu, era originario de Guangdong, China. Combatió en el Ejército Rojo de su país antes de establecerse en Nicaragua, donde llegó a ser un empresario exitoso. Su madre, Rubia Bermúdez, era originaria del municipio de Dolores. Arlen creció en un hogar que combinaba prosperidad económica, formación ética y apertura intelectual. Desde pequeña mostró una sensibilidad artística inusual: tocaba guitarra, acordeón y flauta, cantaba, escribía poesía, dibujaba, bailaba y componía canciones.
Fue una excelente estudiante. Tras concluir el bachillerato, ingresó a la carrera de Psicología Social en la Universidad Nacional de Nicaragua. Allí combinó el estudio con el activismo y el arte. En sus presentaciones con guitarra denunciaba las injusticias del régimen somocista y la situación de los más pobres, como lo hacía en su poema-canción María rural. Aunque su formación inicial fue cristiana, se vio también influenciada por el marxismo y el feminismo, sobre los que escribió reflexiones tempranas con gran lucidez.
Su compromiso se manifestó desde muy joven. Participó en campañas de alfabetización en comunidades rurales y apoyó la huelga de hambre estudiantil en 1972, cuando se exigía respeto a la autonomía universitaria. Tras el terremoto que devastó Managua ese mismo año, Arlen se volcó al apoyo a los damnificados: recolectó víveres y ropa, ayudó en campamentos de refugiados en Carazo y no dudó en donar incluso sus pertenencias personales.
Ese mismo año, fue contactada por el comandante Ricardo Morales Avilés y, junto a otros jóvenes jinotepinos, se integró al Frente Sandinista de Liberación Nacional. Su arte se volvió trinchera de lucha. En sus canciones denunciaba los crímenes de la Guardia Nacional: desapariciones forzadas, torturas, violaciones, asesinatos. Su voz se convirtió en bandera y su guitarra en arma política.
A los 18 años se incorporó de lleno a la lucha guerrillera. Un día, sin avisar a su familia, se marchó hacia las montañas del norte del país. Tres días después escribió una carta a su madre: “Me voy para ayudar a mejorar Nicaragua, para ayudar a la gente. Prometo volver a Jinotepe algún día.”
El 1 de agosto de 1975, la Guardia Nacional localizó un campamento del FSLN cerca de El Sauce, departamento de León. En el combate que siguió, Arlen fue abatida mientras cubría la retirada de sus compañeros. Tenía apenas 20 años. Junto a ella cayeron también Mario Estrada, Gilberto Rostrán, Julia Herrera de Pomares, Mercedes Reyes, Hugo Arévalo, y los hermanos Juan y Leónidas Espinoza.
Sus restos fueron recuperados tras el triunfo revolucionario de 1979. Desde entonces, su nombre ha sido símbolo de ternura combativa. Puertos, calles, centros escolares, brigadas culturales y organizaciones revolucionarias llevan su nombre.
A 70 años de su natalicio, Arlen Siu sigue viva en la memoria del pueblo nicaragüense, en su poesía, su música y su ejemplo. Es llama encendida que inspira a las juventudes a seguir construyendo una patria libre, digna y soberana.
