“Héroes como Selim inspiran nuestras Luchas, inspiran este Combate permanente por la Paz en nuestra Nicaragua; por la Paz, el Trabajo, la Seguridad y la Prosperidad!”
Compañera Copresidenta Rosario Murillo
Martes 06 de Agosto de 2019
El 6 de Agosto de 1967, hace 58 años, cayó en combate un joven militante cuya entrega a la causa sandinista lo convirtió en símbolo de una generación que apostó su vida por la transformación de Nicaragua, Selim Shible Sandoval.
De ascendencia palestino-nicaragüense, Selim encarnó desde muy joven el espíritu de lucha de dos pueblos marcados por la ocupación y la represión. Su temprana vinculación con las aspiraciones de liberación nacional tanto del pueblo palestino como del nicaragüense fue precursora de su determinación y conciencia revolucionaria, moldeada por el surgimiento del movimiento Al-Fatah y la figura de Yasser Arafat.
La detención injusta de ciudadanos árabes en Nicaragua, entre ellos su propio padre, bajo órdenes del régimen somocista, reveló el rostro racista y servil del poder dictatorial. Este intento de expulsión, motivado por la sumisión de Somoza a los intereses imperiales, dejó en Selim la chispa de una lucha que no solo era personal, sino histórica, la necesidad urgente de poner fin a más de tres décadas de dictadura que oprimían a nuestro pueblo nicaragüense.
Fue estudiante del Colegio Ramírez Goyena, donde llegó hasta 6to grado, y donde conoció a quienes se convertirían en sus principales referentes revolucionarios, el Comandante Daniel Ortega, el Comandante Humberto Ortega, entre otros, con quienes consolidó Juventud Patriótica Nicaragüense (JPN), donde organizaban huelgas contra la dictadura Somocista entre 1959 y 1960.
A los 16 años, en 1959, Selim fue encarcelado por primera vez debido a su participación en actividades insurreccionales organizadas por la JPN. Pasó un año en prisión, experiencia que fortaleció su convicción de lucha. Al salir, se involucró en acciones militares más ofensivas. En 1962, con la fundación del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), la JPN se integró al nuevo movimiento, formando un frente de lucha contra el régimen. Selim se convirtió en parte de la segunda generación del FSLN, junto a figuras como Víctor Tirado, Daniel Ortega y otros, consolidando su papel como militante clave en la lucha revolucionaria.
Selim Shible fue encarcelado en dieciséis ocasiones por su militancia revolucionaria, siendo la última durante la masacre del 22 de enero de 1967. Recuperó su libertad en febrero de ese mismo año, como resultado del pacto del triunvirato entre Anastasio Somoza Debayle, Fernando Agüero y Lorenzo Guerrero
A partir de 1966, el Frente Sandinista de Liberación Nacional intensificó los preparativos para una ofensiva guerrillera en la zona montañosa de Matagalpa, específicamente en Pancasán. Mientras tanto, en las ciudades, se perfeccionaban los métodos de trabajo clandestino y conspirativo, con escuadras militares urbanas encargadas de acciones de propaganda y recuperación económica.
El 6 de agosto de 1967, Selim Shible, junto a Jacinto Suárez Espinoza, Manuel Rivas y Humberto Catún, recibió la orientación de ejecutar una acción de recuperación económica para financiar la guerrilla de Pancasán: el asalto a la empresa de lácteos “La Perfecta”, ubicada en Carretera Norte, Managua.
La operación terminó en un revés, Manuel Rivas logró escapar, Humberto Catún resultó herido, Jacinto Suárez fue capturado y permaneció más de siete años en las cárceles somocistas, donde fue torturado reiteradamente. Selim Shible, por su parte, cayó en combate en apoyo a un compañero herido, convirtiéndose en mártir de nuestra lucha Sandinista.
Con aquella acción final, Selim Shible Sandoval encarnó los más altos valores de nuestra ética revolucionaria y el principio inquebrantable de que “jamás se abandona a un compañero herido”, como lo expresó el Comandante Carlos Fonseca. Su caída en combate dejó un vacío profundo en la guerrilla urbana, y por ello fue reconocido como “El Guerrillero Urbano”.
La saña con la que fue tratado incluso después de muerto, cuando el esbirro Gonzalo Lacayo, torturador oficial de la Oficina de Seguridad Nacional, pidió su cuerpo para patearlo en venganza por no haber podido capturarlo vivo, revela no solo el odio personal que despertaba Selim en los aparatos represivos del somocismo, sino también el temor que inspiraba su convicción, su liderazgo y su capacidad de resistir.
