“Esto dejó la batalla fundamentalmente en Nicaragua que era el lugar que había escogido Walker y sus filibusteros para posesionarse de Nicaragua y de ahí expandirse sobre Centroamérica, pero, viendo el peligro que después de Nicaragua iba sobre los otros países centroamericanos se juntaron combatientes de pueblos hermanos, de Honduras, de Costa Rica, El Salvador, Guatemala, se juntaron y al final fue la derrota total de los filibusteros, yanquis que fueron expulsados, que fueron derrotados por el pueblo nicaragüense”.
Cmdte. Daniel Ortega
Copresidente de Nicaragua
13 de septiembre de 2025
Septiembre significa Patria, Libertad, Independencia, Resistencia al imperialismo, Victoria. Septiembre es San Jacinto, victoria decisiva en la Guerra Nacional de Centroamérica contra los filibusteros yanquis.
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La antorcha de la libertad recorre Centroamérica, como un recordatorio de que es un territorio con una historia común, fuertemente unida por lazos de cultura e identidad. Y como nunca, la unidad centroamericana brilló en el año 1856 cuando el ejército aliado combatió a los filibusteros yanquis que invadieron Nicaragua con el objetivo de apoderarse de toda la región. “Todas o Ninguna” era la consigna del aventurero William Walker, y todas se unieron en causa común en defensa de Nicaragua.
Los presidentes centroamericanos, Juan Rafael Mora Porras, de Costa Rica; Rafael Carrera y Turcios, de Guatemala; Francisco Dueñas, de El Salvador; José Santos Guardiola, de Honduras; y Patricio Rivas, presidente provisorio de Nicaragua a inicios de 1856, forjaron una serie de alianzas para la defensa de la soberanía nicaragüense. El 18 de julio del mismo año los gobiernos de Honduras, El Salvador y Guatemala suscribieron una alianza militar. El Ejército guatemalteco primeramente fue dirigió por el general Mariano Paredes, comandante de las tropas chapinas en la Guerra Nacional contra los filibusteros en Nicaragua, fallecido el 2 de diciembre de 1856 durante el sitio de Granada y relevado por el General José Víctor Zavala. Los otros comandantes fueron Ramon Belloso (El Salvador), Florencio Xatruch y Juan López (Honduras), José Joaquín Mora y José María Cañas (Costa Rica).
El Ejército Aliado de Centroamérica presionó porque legitimistas y democráticos alcanzaran un acuerdo de paz, lo que concretó el 12 de septiembre con la suscripción del Pacto Providencial, en la que de manera conjunta declararon la guerra a los filibusteros. Alcanzado este acuerdo los aliados avanzaron hacia el escenario de guerra en Masaya, Granada y Rivas. En la memoria histórica de Centroamérica, perdura esta gloriosa unidad en la que, armados con fusiles antiguos y deficiente avituallamiento, se lanzaron con valentía contra las falanges filibusteras que, apoyadas por banqueros y políticos yanquis, contaban con modernos fusiles de repetición y artillería ligera y pesada. Pero, como dijo el General Zavala, igual se mueren en el combate, no eran invencibles, aunque se hacían llamar presuntuosamente “los inmortales”.
Victoria en los campos de San Jacinto
Los filibusteros se abastecían de ganado vacuno en las haciendas cercanas a Tipitapa, por lo que los mandos nicaragüenses decidieron desplegar una fuerza de 120 hombres al mando del coronel José Dolores Estrada. La mayoría de estos soldados legitimistas eran veteranos de la guerra civil, a ellos se unió un aguerrido destacamento de flecheros indígenas provenientes de las parcialidades de Matagalpa, que se incorporaron al Ejército del Septentrión. Con la misión de impedir el robo de ganado este destacamento de ubicó en una parte alta de la Hacienda San Jacinto, desde donde se podía vigilar toda la llanura.
Sabido de este movimiento, Walker, mandó un grupo de cuarenta hombres para tratar de sorprender a los soldados nicaragüenses, los que fueron recibidos por descargas de fusilería provenientes de atrás de los corrales de piedra, lo que los obligó a retirarse, sufriendo la baja del segundo jefe de la expedición. En esta situación que ponía en peligro el abastecimiento de la plaza de Granada, Walker decidió inmediatamente organizar otro ataque con una columna de 120 hombres. En Tipitapa se les unió Byron Cole, que asumió el mando.
En las primeras horas del domingo 14 de septiembre de 1856, los filibusteros iniciaron el ataque a la Hacienda San Jacinto, cubiertos por una espesa neblina, con el objetivo de sorprender a los soldados legitimistas. La pelea fue dura, pero un ataque sorpresa por la retaguardia puso en fuga a los filibusteros, siendo perseguidos implacablemente por la llanura, perdiendo la vida Byron Cole, el iniciador de la aventura filibustera. La victoria en San Jacinto moralizó a los ejércitos aliados, que avanzaron hacia Masaya y Granada para derrotar de manera definitiva a los yanquis.
El historiador guatemalteco Virgilio Rodríguez Beteta, describe de manera magistral el impacto e importancia de la Batalla de San Jacinto, de su narración compartimos el siguiente párrafo:
“Pero había sido la Batalla de San Jacinto del 14 de septiembre, la que más había desmoralizado a los partidarios de los filibusteros. Se decía, no sin razón, que tal batalla marcaba el comiendo de la declinación de la Estrella Roja que flameaba en sus estandartes. De escasa importancia en cuanto al número de combatientes, la había tenido inmensa en lo que hace a la moral. Los historiadores difieren en el número de combatientes, pero están acordes en que las tropas nicaragüenses, las más fogueadas de la vieja guerra civil entre León y Granada, a quienes les cupo íntegramente la gloria de esta jornada, estaban en número que no llegaba al doble, ni con mucho, a la de los atacantes filibusteros. Los oficiales que mandaban a los nicaragüenses habían dado tales ejemplos de arrojo y sacrificio, que bien merecían un lugar en las más recias páginas de Esparta o Atenas. Las bayonetas, los cuchillos y hasta las piedras habían cumplido su parte heroica, desesperada y definitiva. Del lado de los filibusteros las bajas eran sin precedentes. Habían tomado parte en la acción oficiales del calibre de Calvin O´Neal, excepcionalísima flor ente el fango filibustero. Y había otras noticias aún más desconcertantes: la fuga completa y dispersión de los atacantes y la muerte de su propio jefe Byron Cole. Este era nada menos que el autor de la gran aventura walkeriana. El que había contratado con Castellón, el que había convencido a Mr. William Chapman Ralston, fundador del Banco de California, para que ayudara a organizar y financiar la gran aventura. La Batalla de San Jacinto, en suma, había invertido los papeles. Al paso que los entusiasmos por Walker se congelaban en el corazón de sus compatriotas, los centroamericanos empezaban a cobrar formas respetables”.
Las batallas decisivas
Una vez celebrado el pacto de unión entre legitimistas y democráticos, los ejércitos aliados partieron de manera inmediata desde León, llegando a Managua el 24 de septiembre, donde fueron informados de la victoria en San Jacinto, la que fue celebrada con ánimo y esperanza en que los filibusteros serían derrotados.
Con un refuerzo de 400 hombres y con el propósito de recuperar su prestigio y evitar deserciones, decidió atacar Masaya el 11 de octubre de 1856, pero tuvo que retirarse porque al mismo tiempo las tropas aliadas atacaban Granada. Después fue el sitio de Granada, donde 3,000 soldados aliados enfrentaron a los filibusteros, los que en su retirada hacia Rivas incendiaron los principales edificios de la amada ciudad.
La rendición filibustera
El 1 de mayo de 1857, en la ciudad de Rivas, con la mediación del capitán estadounidense Charles H. Davis, Walker firmó el acta de claudicación de su ejército de 463 hombres. El 5 de mayo, Walker y 16 de sus oficiales abordaron la balandra St. Mary’s, que partió de San Juan del Sur hacia Nueva Orleans, vía Panamá. Walker, no se rindió ante las autoridades centroamericanas por lo que no se consideraba vencido, por lo que intentó una nueva incursión, siendo capturado en Trujillo, Honduras, donde fue fusilado el 12 de septiembre de 1860, acusado de piratería y filibusterismo. Así llegó a su fin la aventura de Walker y sus filibusteros, que pretendieron apoderarse de Nicaragua y de toda Centroamérica, para imponer un régimen de esclavitud.
“Así que estos días de patria y dignidad , de Patria y Libertad nos reunimos para decir con voz clara: aquí vivimos las y los nicaragüenses patriotas que amamos a nuestra patria bendita, nicaragüenses por gracia de Dios”
Cra. Rosario Murillo
Copresidenta de Nicaragua
12 de septiembre de 2025
Bibliografía consultada:
Rodríguez Beteta, Virgilio (1960). Trascendencia nacional e internacional de la guerra de Centroamérica contra Walker y sus filibusteros. Tipografía Nacional de Guatemala.
Gámez, José Dolores (2006). La Guerra Nacional. Aldilá editor, Managua, Nicaragua. Salvatierra, Sofonías (2006). La Guerra Nacional. Aldilá editor, Managua, Nicaragua.
