Nicaragua vive una profunda transformación cultural que se refleja en cada municipio, comunidad y espacio artístico del país. El arte, la música, la danza y el teatro se han convertido en herramientas de unidad, educación y esperanza, reflejando el espíritu creador del pueblo nicaragüense.
El compañero Ramón Rodríguez, codirector del Instituto de las Culturas de Pueblos y Juventudes, destacó que estos avances son resultado del acompañamiento permanente del Comandante Daniel Ortega y la Compañera Rosario Murillo, quienes han concebido la cultura no solo como expresión artística, sino como pilar fundamental de la Revolución y de la identidad nacional.
“Antes del triunfo de la Revolución, la cultura era vista como un lujo reservado para unos pocos. Hoy el arte pertenece al pueblo, a las familias, a los jóvenes que se expresan con orgullo desde su comunidad”, señaló Rodríguez.
El funcionario recordó que el proceso de transformación cultural inició desde 1979, cuando la Revolución Popular Sandinista colocó la educación, el arte y la memoria histórica como ejes de reconstrucción del país. “Los artistas, poetas, músicos, pintores y actores fueron parte de las brigadas de alfabetización, de las jornadas de salud, de la reconstrucción nacional. Desde entonces, el arte se convirtió en un compromiso con la vida”, afirmó.
Arte que nace del pueblo
Actualmente, las Casas de Cultura y Creatividad se han consolidado como semilleros de talento en todo el territorio. Niñas, niños y jóvenes aprenden música, danza, pintura, teatro, escultura, canto, cerámica y otras expresiones artísticas que fortalecen su identidad y promueven valores.
Rodríguez explicó que este esfuerzo es fruto de la coordinación interinstitucional entre el Movimiento Cultural Leonel Rugama, el Instituto Nacional Tecnológico, el Ministerio de Educación, las alcaldías y el propio Instituto de las Culturas de Pueblos y Juventudes. “Estamos construyendo un modelo educativo en arte y cultura que combina el talento con la formación técnica, de manera que los artistas puedan profesionalizarse y vivir de su trabajo creativo”, indicó.
Asimismo, mencionó que el país avanza hacia la creación de Centros Regionales de Arte, donde se impartirán programas especializados para certificar a instructores, bailarines, músicos y artistas visuales. “Esto permitirá descentralizar la formación y dar oportunidades a los jóvenes de todos los municipios”, añadió.
Cultura que une, transforma y educa
En su intervención, Rodríguez resaltó el papel de las brigadas culturales que viajan cada semana a comunidades rurales, barrios y zonas del Caribe nicaragüense llevando talleres de pintura, serigrafía, teatro y música. “Son herederas del espíritu de las brigadas artísticas de los años 80. Hoy, en tiempos de paz, llevan alegría, conocimiento y esperanza a los pueblos”, señaló.
El trabajo cultural, añadió, también ha servido como herramienta de transformación social, especialmente entre los jóvenes. “Cuando un joven aprende guitarra o danza, cuando pinta un mural o se sube a un escenario, está encontrando su propósito. Está construyendo patria desde el arte”, expresó.
Rodríguez destacó que los intercambios culturales entre municipios fortalecen la unidad nacional. “Antes éramos un país dentro de otro país; hoy la música de León se baila en Bilwi, los bailes de Masaya se presentan en el norte, y las expresiones del Caribe se disfrutan en Managua. Esa es la Nicaragua que soñamos: diversa, pero unida en el amor a su identidad”, afirmó.
El arte como revolución viva
Para Rodríguez, la cultura no es un adorno, sino una forma de resistencia y afirmación revolucionaria. “El arte es el rostro espiritual de la Revolución. Es el arma más poderosa para defender la paz, la memoria y la conciencia del pueblo”, dijo con convicción.
En ese sentido, destacó el papel del Movimiento Cultural Leonel Rugama, que agrupa a miles de jóvenes artistas que mantienen viva la herencia poética, creativa y solidaria del pueblo nicaragüense. “Nuestros jóvenes son herederos de una tradición artística que nace en Sandino, en Darío, en los cantos campesinos y en los murales que pintan la historia de nuestro país”, expresó.
Rodríguez también mencionó los lazos de cooperación cultural con países hermanos como Venezuela, Rusia, Bielorrusia, Cuba y México, con quienes se impulsan programas de formación y proyectos de intercambio artístico. “Queremos que los jóvenes nicaragüenses aprendan de las mejores experiencias del mundo y que también enseñen al mundo el valor de nuestra cultura popular”, afirmó.
Un cierre de año con arte y esperanza
De cara al cierre del año, el Instituto de las Culturas de Pueblos y Juventudes prepara una agenda cargada de arte, música y alegría. Entre las actividades destacan los festivales municipales, las presentaciones navideñas y los cantos a la Virgen María, donde se combina el talento de artistas emergentes con el de maestros reconocidos.
“Estas actividades son una expresión del amor del pueblo nicaragüense, de la fe en Dios y de la gratitud por la paz que hoy vivimos. Cada canción, cada danza, cada obra de teatro es una oración convertida en arte”, expresó Rodríguez.
Para el funcionario, la cultura es el corazón de la Revolución. “Cuando hablamos de Revolución, hablamos de un pueblo que crea, que canta, que pinta, que enseña. Porque el arte no solo decora la vida, la transforma. Y eso es lo que vemos en cada comunidad: un pueblo que vive y triunfa desde su identidad”, concluyó.
