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El sueño del Cmdte. Germán Pomares sigue vivo en cada campesino que hoy cultiva su tierra

Escrito por : Iris Varela 24 de octubre de 2025

El legado del Comandante Germán Pomares Ordóñez —uno de los grandes héroes de la Revolución Popular Sandinista— sigue vivo en las memorias de su familia, quienes con orgullo y emoción recuerdan su entrega, su humildad y su amor por Nicaragua. Ariel Peñalba, conocido cariñosamente como Pomarito y sobrino nieto del Comandante, compartió con nosotros parte de las anécdotas familiares que, generación tras generación, mantienen encendida la llama de su ejemplo.

“En nuestra casa, mi abuela —hermana del Comandante Germán— nos ha contado todo lo vivido desde muy joven. Él estudió hasta cuarto grado, pero una vez un profesor lo regañó y lo golpeó en la cabeza con un candado. Mi abuela, enojada, le fue a reclamar y terminó quebrándole una tinaja al profesor”, relata entre risas y nostalgia.

Esa mezcla de firmeza y coraje marcaría también la vida del comandante Germán, quien, según su familia, siempre fue un hombre humilde, justo y decidido. “Él decía que quería una Nicaragua con mejores colegios, con una reforma agraria donde el campesino pudiera tener su tierra. Eso era lo que más soñaba. Y hoy en día vemos ese sueño hecho realidad”, recuerda Ariel con orgullo.

La última vez que su familia logró verlo fue en 1974. Desde entonces, el Comandante Pomares entró completamente en la clandestinidad. “Mi abuela lo vio pasar una vez en un vehículo. Ella vendía carne asada en la esquina del mercado y gritó: ‘¡Levántense, que ahí va su tío!’ Él bajó la ventana, los saludó y siguió. Esa fue la última vez que lo vieron con vida”, cuenta su sobrino nieto.

El Comandante Germán Pomares cayó herido el 21 de mayo de 1979, durante la toma de Jinotega, y falleció el 24 de mayo. “Nos dijeron que lo subieron a la montaña porque no pudieron atenderlo en la ciudad. Lo atendió una señora de apellido Zeledón, todavía vive. Él les dijo que si al tercer día no hacía sus necesidades, sabía que iba a morir. Y así fue. Pero antes de partir, dijo algo que todos recordamos: ‘Antes de que termine el invierno, Nicaragua será libre.’ Y así fue.”

Para su familia, ese pensamiento resume su grandeza. “No tuve la oportunidad de conocerlo, pero mi mamá, mis tíos y mi abuela siempre nos hablan de él. Era un hombre íntegro, muy inteligente y humilde. A pesar de ser comandante, siempre iba adelante, no se quedaba atrás”, expresa Ariel.

Hoy, el legado del Comandante Germán Pomares Ordóñez se mantiene vivo no solo en su familia, sino en la memoria de todo un pueblo que reconoce en él la imagen de un hombre que dio su vida por amor a Nicaragua.

“Nos sentimos orgullosos de ser parte de su familia y de poder compartir su historia en lugares como el Museo de la Revolución, donde recordamos no solo a él, sino a todos los compañeros que cayeron y a quienes siguen luchando por una patria digna y libre”, concluye Pomarito.