Barricada

31 de julio 1967: Primera Conferencia de la Organización Latinoamericana de Solidaridad

El 31 de julio de 1967, hace 52 años, en Cuba, se inauguró la primera Conferencia de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS). Sus objetivos: alcanzar la unidad de las fuerzas revolucionarias, participantes en la lucha por alcanzar su liberación, independencia y la soberanía nacional de los pueblos, frente al imperialismo.

Todavía resonaba en toda América Latina el mensaje lanzado a los pueblos del mundo por el Comandante Ernesto “Che” Guevara, en la Primera Conferencia Tricontinental, que se celebró un año antes, en La Habana del 3 al 15 de enero de 1966.  Eran aquellos, años de lucha, y se enarbolaba la bandera libertaria antiimperialista en muchos países latinoamericanos y en la avanzada: Guatemala, Colombia, Venezuela, Bolivia, Vietman.  Uno de los objetivos que tuvo la conferencia era forjar la unidad de las fuerzas revolucionarias que luchaban por la liberación, la independencia y la soberanía de los pueblos.   Días intensos de lucha contra el imperialismo, apartheid y la segregación racial.

En la Conferencia Tricontinental se acordó, el 12 de enero de 1966, la constitución de la Organización de Solidaridad con los Pueblos de Asia, África y América Latina (OSPAAL). Sobre estas bases surge la propuesta, impulsada fuertemente por Salvador Allende, de crear la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS), con la participación de agrupaciones revolucionarias y antiimperialistas de América Latina.

Desde el 31 de julio hasta el 10 de agosto de 1967, se celebró en La Habana, la primera Conferencia de la Organización Latinoamericana de Solidaridad (OLAS) con la participación de representantes de más de 40 países, siendo la mayoría los de América Latina.  Fueron días de acalorados debates donde se abordaron con libertad, desde el pensamiento crítico, las diferencias estratégicas y tácticas ente los partidos comunistas y las organizaciones revolucionarias.  Es en esta conferencia en la que por primera vez se utiliza políticamente el término Latinoamérica, en contraposición al pan-americanismo impulsado por los Estados Unidos, desde la enunciación unilateral de la “Doctrina Monroe” en 1823, que, hasta estos días, 2019, sigue siendo la política del imperialismo para nuestros países.

En la resolución de la conferencia de la OLAS sobre referente a los mecanismos de intervención político-militar de Estados Unidos sobre el Continente, dice de la OEA, lo siguiente:

“La OEA, fundada en 1948, es una prolongación de la llamada “Unión Panamericana” y de hecho a pesar de su creciente desprestigio, instrumento idóneo para concebido por el imperialismo yanqui para encubrir y legalizar sus despojos, arbitrariedades e intervenciones”.  Y declara que la “La OEA es el Ministerio de Colonias de que vale el imperialismo yanqui para sancionar seudo-legalmente sus intervenciones y las actividades político-militares inherentes a su estrategia continental”.

En la resolución sobre la OEA, dice en su primer considerando “Que la llamada Organización de Estados Americanos (O.E.A.) ha sido preferido instrumento ejecutor de la política intervencionista del imperialismo norteamericano en América Latina sin otra vinculación con los pueblos que no sea la de encubrir antes sus ojos las acciones agresivas de los Estados Unidos”.

Termina esta resolución con la proclamación del derecho y el deber de todos los pueblos latinoamericanos de combatir los acuerdos de esta Organización.  Y llama a oponerse al panamericanismo abyecto y servil de la O.E.A., apoyando el latinoamericanismo revolucionario basado en la unión de los pueblos.

En el acto de clausura de la Conferencia de la OLAS, en el Teatro Chaplin de la Habana, el Comandante Fidel Castro Ruz, pronunció un discurso, analizando la agresión imperialista y la capacidad de respuesta revolucionaria.  En estos momentos históricos que vive Nicaragua, donde se ha derrotado el golpismo, pero con la agresión latente, retomamos algunas de las palabras del Comandante Fidel:

Si no estamos preparados para todo, para todo, no podríamos llamarnos revolucionarios. […] Nunca verán a la Revolución vacilar, nunca verán a la Revolución claudicar, nunca verán a la Revolución ceder un ápice de sus principios”.