En el 124 Aniversario del natalicio del General de Hombres y Mujeres Libres, el Equipo de Barricada/Historia propone a sus lectores un texto del Dr. Aldo Díaz Lacayo, historiador, intelectual y editor. En su investigación, el profesor Aldo Díaz nos ayuda a comprender cuáles fueron las experiencias que forjaron la conciencia del General, antes de su estancia en México.
“Siempre he sido inclinado a leer todo lo que a mi juicio es moral e instructivo. Una de las cosas que he sacado en claro es que los hombre a quienes Dios ha dotado de gran mentalidad, se ensoberbecen (…) También he logrado comprender que las buenas doctrinas son menospreciadas e invocadas por hombres sin escrúpulos solo para alcanzar prebendas. En resumen, de los conocimientos por mí adquiridos deduzco que el hombre no podrá jamás vivir con dignidad desviado de la sana razón y de las leyes que marca el honor”.
Augusto C. Sandino, Carta a Froilán Turcios,
1 de abril de 1928
Augusto Nicolás Calderón no tuvo escolaridad formal, al menos continuada. No pudo haberla tenido. La suya fue una escolarización informal y por lo mismo precaria, solo aventajada por su propia inteligencia, potenciada a su vez por la necesidad de sobresalir en un mundo social adverso, marcado por la humillación y por la liberación. Al final potenciada esa formación por el aprendizaje cotidiano en el negocio de su padre, por la frecuente relación comercial con vendedores y compradores de granos básicos, que requería algo de lectura y escritura y mucho de operaciones aritméticas. Una desarrollada escolarización informal que le serviría para dar el gran salto, a raíz de la primera salida de su pueblo natal.
Entonces se daría su primer cambio de identidad, y el primer gran salto en su formación, mucho más allá de la escolar. Daría el salto a la universidad de la vida. Lo haría no en busca de conocimientos sino por la necesidad de hacer algunos ahorros, algún pequeño capital que también le permitiera saltar socialmente en la pequeña sociedad de su pueblos natal. Por amor, para casarse con su prima hermana Mariíta.
Travesía en buque mercante
El mundo de Augusto Nicolás estuvo marcado por acontecimientos que le dieron un vuelco a la historia universal y regional, así como un brutal retroceso a la de Nicaragua. De esto último él sí tuvo conciencia, pero no de lo que había sucedido en Europa y Asia ni de lo que recién había ocurrido y seguía ocurriendo en América Latina y El Caribe. ¿Qué mejor escuela que un buque mercante? ¿Qué mejor escuela que los puertos, que entonces recibían las noticias primero que nadie, precisamente a través de los buques mercantes? Ambos, buques y puertos, eran abanderados de la información actualizada y sobre todo de los análisis políticos de aquellos grandes sucesos históricos.
Los barcos mercantes llevaban información del mundo exterior y recogían la del país en cada puerto visitado. Capitanes y marineros, autoridades portuarias y estibadores estaban conscientes de su posición privilegiada. La prensa por lo mismo destacaba en los puertos a sus mejores reporteros. No por falta de información, que la recibían vía telégrafo, sino porque era información de primera mano –los buques tenían equipos inalámbricos actualizados, de última generación, como se dice hoy día.
Todos los puertos del Pacífico eran entonces importantes, incluso Corinto, de Nicaragua. Pero San Francisco, California, era entonces el más importante a nivel Continental, así como probablemente Valparaíso, Chile, lo era de América del Sur. Los puertos Colón y Panamá ya habían adquirido rango de centros de operaciones mercantes de Occidente, de trasbordo de mercancías y pasajeros entre buques de una misma compañía o de compañías asociadas –y sin duda también de marineros eventuales, como era el caso de Augusto Sandino.
¿Qué puertos visitó Augusto Sandino? Nadie lo sabe. Él solo dijo que había visitado muchos. Y sin duda así fue porque estuvo embarcado desde 1917 hasta 1919, y quizás hasta el año veinte –un punto pendiente de aclarar. Él también dice que cambió de compañía mercante… ¿hizo trasbordo en Panamá? ¿Qué puertos del Atlántico y de las Antillas visitó? Y cuando Augusto se refiere a que estuvo en puertos norteamericanos, y más ampliamente que estuvo en Estados Unidos… ¿por cuál de las dos costas llegó a ese país? ¿Por San Francisco o por Nueva York?
Estas preguntas indican solamente las amplias posibilidades de aprendizaje superior de esta primera etapa universitaria informal de Augusto Sandino. Inmensa en términos de variedad de información–conocimiento acerca de los sucesos habidos en el mundo de Augusto Nicolás.
Lo primero que debe destacarse es que tan pronto Estados Unidos decide involucrarse en la Gran Guerra, a principios de 1917 (después llamada primera guerra mundial), presiona y logra rápidamente que todas las naciones de la región pongan a su disposición sus respectivos puertos en ambos mares para eventuales usos militares. Esa fue la primera gran enseñanza de Augusto Sandino: América Latina está el servicio de Estados Unidos, tuvo que haber asumido. Porque sin duda este tema fue objeto de órdenes precisas para los marineros y de orientaciones igualmente específicas para los pasajeros. Desde luego, entonces Augusto Sandino no concienció esta enseñanza, pero sí entró a formar parte fundamental de su bagaje formativo informal. Menos de una década después irían aflorando atropelladamente a la conciencia, hasta concienciarlas plenamente.
Pláticas entre marineros
Los porqués de esta primera gran enseñanza tuvieron que haber sido parte de ese proceso de formación superior. ¿Por qué esta docilidad de la región con Estados Unidos? ¿Qué tiene que ver Europa con América Latina y El Caribe? ¿Qué vínculos tan profundos unen a ambos, de qué naturaleza? ¿Respondían a estas preguntas las conversaciones–discusiones cotidianas de los marineros entre sí, o las que eventualmente tenían con los porteños de los puertos que visitaban? Probablemente sí. No a nivel académico obviamente, pero sí con ánimo de curiosidad, incluso de indagación. En este contexto, jamás debe olvidarse el espíritu acucioso de Sandino y su elevada inteligencia natural.
Otra enseñanza obligada tuvo que haber sido el Canal de Panamá. Su historia operativa era reciente, apenas hacía cuatro años había iniciado operaciones. Todavía estaban vivas las secuelas de la independencia panameña en el establecimiento político colombiano. La relación Washington–Colombia aún era difícil, por decir lo menos. Estos eran temas inevitables en ambos puertos panameños, sin duda tocados por la embarcación del improvisado marinero Augusto Sandino. Y en el supuesto negado de que estos temas no hubiesen sido considerados por la tripulación del mercante, el brutal impacto de aquella obra maestra de ingeniería era suficiente para indagar sobre el Canal. ¿Cuánto de este tema de formación informal afloraría después en el General Augusto C. Sandino con relación al canal por Nicaragua? La respuesta se antoja obvia.
Y si Augusto atravesó el Mar Caribe tuvo que darse cuenta de que estaba tomado por Estados Unidos. Y si llegó a Cuba tuvo que darse cuenta que la isla era un protectorado norteamericano de hecho. Otra vez: nada de esto lo concienció entonces, pero muy pronto afloraría a su conciencia de luchador latinoamericano– caribeño.
Finalmente el General Sandino recuerda que en ese periplo llegó a Estados Unidos, ¿cuánto de todo lo que aprendió en su travesía de marinero improvisado sobre América Latina y El Caribe, y otras regiones del mundo, pudo relacionarlo con el imperio?
Todos los temas mencionados de esta primera etapa formativa superior, de su etapa de marinero improvisado, forman parte sustantiva de la Obra de Augusto C. Sandino y de sus acciones. Pensamiento y acción consecuentemente relacionados. Suponerlos entonces como parte de su aprendizaje superior informal no es absurdo. Es obligado.
La segunda etapa
Augusto Sandino salió de La Victoria–Niquinohomo, su pueblo natal, en julio/agosto de 1921 para iniciar la segunda etapa de su vida privada. Sin duda en su mente una suerte de huida temporal. Su motivación era su pronto regreso, para continuar su objetivo de convertirse en un respetable pequeñoburgués, socialmente estabilizado, formando una familia igualmente estable y respetable con su prima Mariíta. No fue así. La vida lo puso en un camino diferente. El destino le deparaba otro objetivo. Su salida sería prolongada, sin retorno en términos de su objetivo original. Iniciando por el contrario un recorrido por distintos países que le abriría la puerta al logro de ese nuevo e impensado objetivo vital.
Un recorrido que sería prolongado. Cinco años, incluyendo su regreso a Nicaragua, donde permaneció alrededor de seis meses antes de dar el paso a su vida pública integrándose a las luchas políticas–militares nacionales históricas. La historia de la liberación nacional lo esperaba. Hacía falta su intervención. Así lo haría pocos meses después. Primero integrándose a la Guerra Constitucionalista, y luego iniciando bajo su indiscutible liderazgo único la Guerra de Liberación Nacional contra la intervención militar directa de Estados Unidos en Nicaragua. Gesta que finalmente lo colocaría en el pedestal de los héroes de Nicaragua y de la región.
Excepto poquísimas cartas a su familia, no existe documentación propia sobre ese período de su vida privada (1921–26), inaugurada con una nueva identidad como tantas veces se ha dicho. En esa etapa de su vida, antes de convertirse en General, el flamante Augusto C. Sandino se distinguió por su apatía por la escritura –exactamente lo contrario de lo que hizo después, durante la segunda etapa de su vida pública.
En ese lapso se da su recorrido laboral a lo largo de la Costa Caribe de la región, identificado por su ubicación geográfica como periplo caribe–mesoamericano. Empieza en 1) Bluefields (Nicaragua), continua en 2) La Ceiba (Honduras), y luego de un breve tránsito por 3) Quiriguá (Guatemala), concluye en 4) México, en la frontera de los Estados de Tamaulipas y Veracruz.
La parte centroamericana de El Caribe era entonces una zona caracterizada por frecuentes luchas sindicales contra compañías extranjeras norteamericanas –principalmente bananeras. Una lucha no solamente de los obreros sino también de los cultivadores independientes de banano que forzosamente debían venderlos a las bananeras extranjeras sin ninguna norma, más bien con la única norma de la arbitrariedad. Monopolio puro. En algunas circunstancias los obreros hacían causa común con cultivadores independientes, reivindicando ambos la Constitución y las leyes que las compañías bananeras habían transformado en papel mojado. Ambas luchas (de obreros y de cultivadores independientes) impulsadas por un profundo sentimiento nacionalista subyacente, a un paso del antimperialismo de haber concienciado ese sentimiento.
En la parte mexicana las luchas sindicales eran distintas. Mucho más radicales que en Centroamérica porque se hacían en defensa de una profunda revolución social que había estallado en 1910, entonces acosada por compañías norteamericanas y europeas que aún controlaban la industria petrolera. Gobiernos europeos y Washington defendiendo a sus propios inversionistas (con el apoyo obsecuente de la oligarquía local) contra las medidas del gobierno revolucionario y contra el pueblo que las apoyaba. Luchas nacionalistas y antiimperialistas con mayor grado de conciencia colectiva, con mayor activismo comprometido.
Estadía en Bluefields
Aún hoy día, a inicios de la segunda década del siglo veintiuno, el tiempo de estadía en la ciudad de Bluefields es un dato confuso. Hay demasiadas contradicciones cronológicas con la única referencia de prensa que existe y con otros testimonios. Diferencias de fechas entre los recuerdos del General Sandino y/o transcripciones de los datos recogidos por sus interlocutores con las de sus propios escritos, en sus etapas de Augusto Sandino y de Augusto C. Sandino. Todo esto ha complicado la vida a sus biógrafos.
Para empezar, según el relato del General Sandino al joven José Román, un mes antes de contraer matrimonio con mi prima Mercedes, en 1920… para evitar juicios y ulteriores consecuencias… salí de inmediato a la costa del atlántico, agregando en el mismo relato que en la costa pasé un mes usando otro nombre, sin precisar el mes ni el nombre. Dos afirmaciones equivocadas y una duda sembrada con relación al nombre que usó, aunque convencionalmente se acepta que ahí empezó a usar la identidad social de Augusto C. Sandino. Es decir, agregándole la “C” a la identidad anterior de Augusto Sandino que había usado desde de su primera salida de Nicaragua hasta su salida definitiva en 1921.
La fecha real del incidente con Dagoberto Rivas sí se conoce, no corresponde al relato de Román. La reseña periodística anteriormente transcrita, y hasta ahora rescatada, confirma que el hecho ocurrió un domingo de junio de 1921. Por otra parte, no pudo haber llegado inmediatamente a Bluefields porque existe una carta suya fechada en julio de 1921 (un mes después del incidente) refiriéndole a Mariíta las vicisitudes que pasó enseguida de su riña con Dagoberto Rivas. Una carta con tal profusión de detalles y con suficientes referencias a lugares que él da por conocidos, que demuestra que tuvo que haber sido escrita mientras se encontraba en los alrededores de Niquinohomo. Es imposible determinar cuánto tiempo pasó merodeando en esos alrededores.
Además en su segunda carta fechada en 1922, sin indicar el sitio ni el mes, Augusto C. Sandino le dice a su padre que en la ciudad donde está residiendo existen miles de hombres que desean regresar a sus casas, pero no pueden; no tienen con qué, porque aunque ganen cienes de dólares, los derrochan; en esos lugares, por donde uno pase, oirá música de toda clase, grandes bailaderas, grandes guasas, hoy unos y mañana otros, y de este modo los remendados son los dueños de las innumerables cantinas y casas de juego; esta vida no es para un hombre que desee distinguirse en algo y por eso hago cuanto esté de mi parte por salir lo más pronto posible.
Como nunca se refirió a La Ceiba en estos términos esa ciudad tuvo que haber sido Bluefields, lo cual indica que no es correcta la afirmación de que estuvo en esa ciudad solo un mes, aclarando al mismo tiempo que su estadía allí se prolongó por un año (1921–1922). Esta es la tesis que se asume en este trabajo.
En abono a esta aclaración–afirmación debe mencionarse la referencia de Sandino a Mariíta (estoy cumpliendo un año de estar ausente de ti) hecha en carta fechada en junio de 1922, en papel membretado de la Honduras Sugar & Distailling Co., considerada la primera carta desde esa ciudad. En otras palabras, si salió de Niquinohomo en 1921 (fecha de su llegada a Bluefields) y le recuerda a su novia que estaba cumpliendo un año de no verla en 1922 (fecha de su llegada a La Ceiba), no existe duda de que estuvo un año en la primera ciudad.
Habían pasado entonces doce años de la llamada revolución de la costa, de la entrega del país a Washington, de la proscripción del zelayismo por los Pactos Dawson, a raíz de los cuales decidieron en consecuencia borrar el nombre del Departamento de Zelaya substituyéndolo por el de Bluefields, el nombre de la ciudad. Una enorme extensión territorial estimada en 50 mil kilómetros cuadrados con una población de 44,726 habitantes –misquitos y otras etnias indígenas, negra (creole), y algunos pocos mestizos según el censo de 1920. La ciudad de Bluefields contaba entonces con 7,750 habitantes con jurisdicción sobre el puerto del Bluff, en esa época la segunda aduana más importante del país.
Probablemente la mayor parte de la población mestiza de la parte centro-norte del país, estaba dedicada en esa época a los cortes de madera y de banano, pues a partir de 1913 empieza modificarse la matriz económica de la ciudad y de sus alrededores: la explotación del hule y del oro ceden en importancia a la madera y al banano.
Una población permanentemente en pugna con las compañías extranjeras por demandas sindicales pero siempre con el sustrato de nacionalidad, sentimiento arraigado entre la población mestiza. Por ejemplo, en 1921, quizás cuando Sandino todavía se encontraba en Bluefields, los trabajadores de la Cuyamel en la zona de río Escondido llevaron a cabo una huelga general por demanda de mejores salarios y condiciones de trabajo.
La Costa era otro país
Entonces la Costa era otro país, otra geografía y otra población, además multicultural, aunque empezando a recibir importantes aportes de la población del pacífico –como ellos llamaban al resto del país. Por ejemplo, en 1912 los costeños aceptaron la moneda nacional en ocasión de la conversión monetaria de esa fecha, que crea el Córdoba como nueva moneda nacional a la par del dólar. Además, el mismo año empiezan a publicarse periódicos en español. Y a finales de la década de 1910 del siglo pasado empiezan a llegar a Bluefields algunos colegios católicos establecidos en el pacífico, como la Divina Pastora y los Hermanos Cristianos. Todo esto sin duda consecuencia del salto económico habido en la región. Para esas fechas se instaló la compañía bananera Cuyamel demandando mano de obra mestiza.
Puede afirmarse pues que Augusto C. Sandino llega a la ciudad de Bluefields en un momento de menor resistencia hacia la población del resto del país, pero sin alcanzar a cubrir esta nueva actitud el profundo sentimiento de agravio conque los creoles asumieron la incorporación de la Mosquitia, mucho menos la presentida nacionalidad inglesa tan arraigada –alrededor de doscientos cincuenta años.
Y sin duda hubo fuertes agravios en ocasión de la reincorporación. No en el legítimo hecho histórico de arrebatarle a la Corona inglesa esa importante porción del territorio nacional (con independencia de la coincidencia de intereses de Nicaragua y Estados Unidos, que incidieron en la reincorporación), sino en el trato explícitamente discriminatorio de la población costeña de parte del máximo responsable de ponerla en marcha. Bluefields está compuesto de dos elementos: negros y comerciantes contrabandistas; esto bastará para saber la atmósfera en que vivimos –escribió entonces nada menos que el Inspector General de la Costa y en la práctica Jefe militar de la llamada reincorporación de la Mosquitia, Rigoberto Cabezas.
No está documentado qué hizo en la ciudad de Bluefields Augusto C. Sandino. El General nunca lo relató, más bien evitó hacerlo. Pero sí hay registros de la tradición oral. George Bergen, por ejemplo, recuerda que trabajaron juntos en los años 1920–21 en el mismo oficio de mecánicos, y que Augusto vivía en Back Street. Y el mestizo José Romero recuerda que Augusto C. Sandino trabajó para la Cuyamel en Schooner Cay, exactamente la compañía que enfrentó la huelga de 1921.
Para los llamados mestizos, el Departamento y la ciudad de Bluefields tenían entonces el atractivo de trabajo seguro y bien pagado, pero sin posibilidades de ahorro. Augusto C. Sandino le dice a su padre que aunque allí se ganaban cienes de dólares nadie podía ahorrar debido al cuasi obligado derroche en el sórdido mundo de las diversiones de fin de semana. No solo por la sordidez del ambiente, también por el altísimo costo de la vida. Él pues ganaba bien pero no lo suficiente. No estaba en capacidad de honrar las deudas que había dejado en su pueblo natal, tal como su padre le sugería. Una situación que lo incitaba a salir corriendo de ahí, según el relato a su padre.
Estadía en La Ceiba
Huyendo pues del sórdido mundo bluefileño Augusto C. Sandino llega a La Ceiba un poco antes de junio de 1922, fecha de la carta a su novia escrita en papel membretado de la empresa Honduras Sugar & Distailling Co. Llega atraído por los comentarios de los obreros de las bananeras de la región acerca del gran desarrollo que estaba teniendo en ese momento la Costa Norte de Honduras, en particular La Ceiba. Y esos comentarios eran acertados.
Porque entre 1908 y 1919 se había dado el mayor incremento de las inversiones extranjeras directas en Honduras por empresas bananeras norteamericanas. La mayoría en la Costa Norte, siendo La Ceiba una de los lugares privilegiados. El auge económico de la región fue enorme. Por ejemplo, para 1916 la Cuyamel de Zemurray sembraba y transportaba la mayor cantidad de banano a Estados Unidos, y para 1922 empleaba 4 mil obreros –una cantidad apreciable conforme a la población total del país. Igualmente a mediados de la década del 20 las exportaciones de banano representaban alrededor de 90% de las totales de Honduras. Más aún, una inmensa proporción de los ingresos fiscales provenían del banano y del licor, una contradicción moral. Y además dos empresas extranjeras relacionadas.
Como resultado de ese incremento sustantivo en la inversión extranjera, había una relación perversa entre las empresas bananeras y el gobierno hondureño, agudizada por la competencia despiadada entre la Cuyamel y la United por el control del mercado bananero. Perversión que también incrementaba geométricamente la sumisión–dependencia del gobierno y el poder político de las compañías sobre el país. Por una parte las bananeras eran la mayor fuente de ingresos fiscales y por la otra la mayor fuente de financiamiento externo para la administración pública. Una deuda que ninguno de los sucesivos gobiernos hondureños estaba en capacidad de honrar. Este era el panorama que encontró y en el cual se desarrolló Augusto C. Sandino en La Ceiba.
Entre paréntesis, según el testimonio de un compañero de trabajo, Augusto C. Sandino tuvo una posición laboral de alguna manera privilegiada en La Ceiba. Muchos años después aquel compañero de trabajo, Pablo Motiño, entonces de noventa y un años, lo recuerda como un hombre bastante parco y de hablar sereno, reflexivo, trabajando en cargo de confianza en la Cuyamel como timekeeper. Un trabajo oficinesco que le permitía desarrollarse intelectualmente. En su oficina, dice Motiño, tenía dos libros, uno de Darío y el otro de Vargas Vila. Incluso Motiño recuerda que entonces Augusto C. Sandino ya tenía conocimiento de la lucha histórica de Francisco Morazán, y que desde entonces se relacionaba por correspondencia con el poeta Froylán Turcios. Esto último una exageración. Traslapes de la edad. Sí es cierto sin embargo que entonces Sandino tuvo conocimiento del Poeta Turcios, cuando en 1923 éste llevó a cabo una campaña contra fuerzas mercenarias norteamericanas que invadieron Tegucigalpa. Por aquel hecho de don Froilán quise considerarle maestro de la juventud centroamericana, relataría después el General Sandino.
Luchas sindicales
También La Ceiba era un ambiente de permanentes reclamos de los obreros por mejores condiciones de trabajo, y de los cosechadores independientes por mejores precios y tratamiento comercial digno. Por ejemplo, en 1920, mil obreros hicieron una protesta que aunque no llegó a huelga fue sentida en todo el país. Siendo pues uno de los sitios de mayor población obrera de Honduras, La Ceiba vivía en permanente ebullición política–ideológica de proyección nacional.
Una situación que enriqueció el bagaje formativo de Augusto C. Sandino, con independencia del grado de conciencia que hubiese tenido. Y finalmente, como en todos los enclaves bananeros de la época, en La Ceiba existía el ambiente sórdido de las diversiones de fin de semana. Así lo recuerda Motiño: Los días de pago eran verdaderos carnavales, donde abundaban los juegos de azar, las putas, los buhoneros, los tahúres profesionales (…) cususeros, curanderos, brujos y magos se encontraban a montones. Por supuesto, no había día de pago que no terminara con algún espectáculo de muertos. Sordidez que en este caso no afectó los valores ni la economía de Augusto C. Sandino por su ya mencionada posición privilegiada.
Todo esto conformaba un ambiente nacional desesperante para las pocas fuerzas políticas nacionalistas con tesis de avanzada, pero que aún no asumían el antiimperialismo. En este contexto no es de extrañar que el Programa de relanzamiento del Partido Liberal (igualmente víctima del rejuego político impuesto por las bananeras) elaborado por el entonces joven político José Ángel Zúñiga Huete en 1920, reivindicara la revolución mexicana, así como algunos principios socialistas. Así lo señalaba el establecimiento político imperante en Honduras. Un programa que se discutió ampliamente, mucho más allá de la fecha de su lanzamiento, alcanzando principalmente a los obreros de la Costa Norte, el centro político más importante del país. Porque entonces el pueblo hondureño estaba por entrar al proceso electoral de 1923. Unas elecciones que necesariamente se daban en el marco de las contradicciones entre compañías (cada una apuntándose a favor de un candidato diferente), entre obreros y las bananeras, y desde luego entre la nación y el imperio.
Este programa de relanzamiento del liberalismo hondureño es sin duda el origen más lejano del interés de Augusto C. Sandino por la revolución mexicana, y de su motivación para viajar a México. Otra vez, con independencia del grado de conciencia. A Augusto C. Sandino le fue muy bien en La Ceiba. Tanto económicamente como en términos de formación personal. Ahí permaneció hasta 1923, un par de años. Pero tuvo que abandonarla ineludiblemente.
Existen varias versiones acerca de las causas de su salida. Por ejemplo Gustavo Alemán Bolaños dice que allí Sandino tuvo una dificultad que aquilató su carácter. Herido de un balazo en el cuero cabelludo por un chofer del ingenio, a causa de un incidente donde Sandino defendió el almacén de un asalto de gasolina que se quiso perpetrar, va a quejarse a la autoridad del lugar más cercano; pero el comandante no tiene con quien proceder a la captura del criminal, y entonces Sandino, tomando un rifle que estaba por allí, se constituye en autoridad, va en busca del atacante, da con él y lo captura. Para mayor precisión diremos que el lugar de esa hazaña es el pueblo El Porvenir, que queda a una legua de distancia del ingenio Montecristo. Cito un testigo de esto, mi hermano Reinaldo Alemán Bolaños, que estaba por ahí y que me refirió el episodio. Sin embargo, en sus recuerdos el General Sandino afirma que otra vez por asuntos de faldas tuve que irme de la Costa Norte de Honduras, haciendo reminiscencia de que había salido de su pueblo natal por la misma razón (la atribuida relación con la hermana de Dagoberto Rivas).
¿Coincidieron los asuntos de faldas y el balazo del chofer del ingenio, como dos hechos independientes? ¿O la disputa con el chofer fue consecuencia de los asuntos de faldas? Son preguntas que aún no tienen respuesta.
Tránsito por Quiriguá
Así, dice el General Sandino, llegué a Guatemala en 1923 y allí estuve trabajando de mecánico en los talleres que tiene en Quiriguá la United Fruit Company. En realidad las plantaciones de banano se encontraban en los alrededores de esta acrópolis Maya, del Departamento de Izabal –nombre éste cuyo origen aún no se identifica.
Actualmente Quiriguá es un sitio arqueológico declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1981, con un buen número de variadas estelas mayas, siendo la mayor de diez metros de altura y sesenta y cinco toneladas de peso. Un centro turístico importante de Guatemala.
Guatemala también era entonces escenario de la represión. En 1919 se formó el Comité Patriótico de Obreros –meses más tarde identificado como la Liga Obrera, antecedente del Partido Comunista Guatemalteco (PCG) fundado en 1922 o 23 en la misma línea del Partido Comunista Mexicano. En amplia alianza promovida por la Liga, obreros, profesionales y pequeños empresarios urbanos derrocaron al dictador Manuel Estrada Cabrera en abril de 1920, y con ello ensayaron la primera revolución guatemalteca con objetivos democráticos del siglo XX. Fue una época de activismo inusitado del Partido Comunista, con mucha influencia en las bananeras. Incluso en algún momento el Partido discutió seriamente la necesidad de fundar el Partido Comunista de Centroamérica.
Pronto vino la represión. La fuerte presión que el gobierno desató contra el recién fundado PCG en el año 1923 probablemente tuvo como una de sus motivaciones la huelga de los estibadores bananeros del muelle de Puerto Barrios, llevada a cabo en enero y febrero de 1923, que fue una de los movimientos huelguísticos más importantes de toda la década (…) Al tercer día de la huelga eran más de dos mil trabajadores los que paraban, pero lo más grave fue que la huelga se fue extendiendo a las plantaciones bananeras. Puerto Barrios era el punto de salida de las exportaciones bananeras provenientes de Quiriguá, y ese fue el año en que llegó Sandino.
En otras palabras, Augusto C. Sandino llega a Quiriguá después de las luchas políticas intensas que llevaron al derrocamiento de la feroz dictadura de Estrada Cabrera, pero también en el momento mismo de la represión obrera que desató como secuela el nuevo gobierno atado a la United Fruit, que se encargó de frustrar el proceso revolucionario. Luchas que no disminuyeron con la represión, ligadas ideológicamente a México desde la visión crítica del PCG como se dice más arriba. Un ambiente mucho más radicalizado entre los obreros bananeros de la Costa Caribe guatemalteca.
Y lo más importante para el caso de Augusto C. Sandino, que en ese momento trabaja en el enclave de la United Fruit, un ambiente que puso de manifiesto el peso específico de la revolución mexicana en las luchas políticas y sindicales en las bananeras de Guatemala. Algo semejante a lo que le sucedió en Honduras en 1920 en ocasión del Programa de relanzamiento del Partido Liberal. Nueva y más específica motivación para que Augusto C. Sandino decidiera continuar su viaje a México.
El General Sandino nunca se refirió al tiempo que con su identidad de Augusto C. Sandino permaneció en Quiriguá. Sin mencionar las fechas de entrada y de salida. Tuvo que ser un período muy corto, porque llegó a México el mismo año 1923.
Escrito por: Dr. Aldo Díaz Lacayo
Publicado en la Revista Correo, mayo-junio2014, pp. 48-54