Escrito por: Hamilton Galeano
El 3 de octubre de 1965 figura en los libros de la historia, como el día en el cual uno de los más grandes revolucionarios de Nuestramérica se despidió de Fidel y de Cuba, pero no de la Revolución y su más profundo amor por los pueblos oprimidos del mundo.
Fue precisamente por amor, que el Comandante Che Guevara decidió salir de Cuba con rumbo al Congo y posteriormente a Bolivia.
Ese 3 de octubre se dio a conocer que el Partido Unido de la Revolución Socialista acogía el nombre de Partido Comunista de Cuba y se presentaba su primer Comité Central.
Con particular sentimiento el Comandante Fidel Castro daba lectura a la carta de despedida del Che.
“Hay una ausencia en nuestro Comité Central; de quien posee todos los méritos y todas las virtudes necesarias en el grado más alto para pertenecer a él y que, sin embargo, no figura entre los miembros de nuestro Comité Central. Y para explicar esto, vamos a leer una carta, aquí de puño y letra, aquí transcrita a mano del compañero Ernesto Guevara, que por sí mismo se explica”, dijo Fidel.
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Un legado de dignidad y resistencia
Acto seguido, Fidel dio lectura a la carta del Che, en medio de un gran ambiente dramático, muy seguramente la gran mayoría no esperaba esa noticia y sin duda les causó profunda tristeza.
Y es que sin duda el Che era amado por Cuba y sigue siendo amado.
Nadie desconoce al Che, y todos sabemos que con su partida física solo se inició su legado inmortal de lealtad a la revolución de Cuba y de los pueblos del mundo, y nos legó a las nuevas generaciones una incalculable e incorruptible dignidad sin rodilla, pues no nos arrodillamos ante nuestros agresores; más bien aún, continuamos combatiéndolos y venciéndolos. Los vencemos en Cuba, los vencemos en Venezuela y aquí en Nicaragua los vencemos cada día.
Día histórico para Cuba
Ese mismo día, luego de que Fidel diera lectura a tan dolorosa carta, uno de los dos primeros acuerdos adoptados por ese primer Comité Central de forma unánime, fue el de tomar el nombre de Partido Comunista de Cuba, y el segundo fue la fusión de los periódicos «Revolución» y «Hoy», para que naciera uno nuevo, que se llamaría «Granma«.
Ese día también fue histórico para la unidad revolucionaria. Como apuntara Fidel ese 3 de octubre de 1965: “Defenderemos, como hemos defendido hasta hoy, nuestros puntos de vista y nuestras posiciones y nuestra línea, de manera consecuente con nuestros actos y con nuestros hechos. Y nada nos podrá apartar de este camino”.
La dolorosa despedida
Quién podría haber imaginado ese 3 de octubre de 1965, que los días en este plano de vida del heroico hombre que había encabezado las tropas rebeldes en la última batalla contra la cruenta dictadura de Fulgencio Batista en Santa Clara pronto llegarían a su fin.
Hoy, al cumplirse 57 años de ese histórico día, desde la Nicaragua de Sandino, de Carlos, de Tomás y de Daniel, nosotros también decimos: «¡Hasta la Victoria Siempre!«.
LA CARTA DEL CHE
“Año de la Agricultura”
Habana
Fidel:
Me recuerdo en esta hora de muchas cosas, de cuando te conocí en casa de María Antonia, de cuando me propusiste venir, de toda la tensión de los preparativos. Un día pasaron preguntando a quién se debía avisar en caso de muerte y la posibilidad real del hecho nos golpeó a todos. Después supimos que era cierto, que en una revolución se triunfa o se muere (si es verdadera). Muchos compañeros quedaron a lo largo del camino hacia la victoria.
Hoy todo tiene un tono menos dramático porque somos más maduros, pero el hecho se repite. Siento que he cumplido la parte de mi deber que me ataba a la Revolución Cubana en su territorio y me despido de ti, de los compañeros, de tu pueblo que es ya mío.
Hago formal renuncia de mis cargos en la dirección del Partido, de mi puesto de Ministro, de mi grado de Comandante, de mi condición de cubano. Nada legal me ata a Cuba, sólo lazos de otra clase que no se pueden romper como los nombramientos.
Haciendo un recuento de mi vida pasada creo haber trabajado con suficiente honradez y dedicación para consolidar el triunfo revolucionario. Mi única falta de alguna gravedad es no haber confiado más en tí desde los primeros momentos de la Sierra Maestra y no haber comprendido con suficiente celeridad tus cualidades de conductor y de revolucionario. He vivido días magníficos y sentí a tu lado el orgullo de pertenecer a nuestro pueblo en los días luminosos y tristes de la crisis del Caribe. Pocas veces brilló más alto un estadista que en esos días, me enorgullezco también de haberte seguido sin vacilaciones, identificado con tu manera de pensar y de ver y apreciar los peligros y los principios.
Otras tierras del mundo reclaman el concurso de mis modestos esfuerzos. Yo puedo hacer lo que te está negado por tu responsabilidad al frente de Cuba y llegó la hora de separarnos.
Sépase que lo hago con una mezcla de alegría y de dolor, aquí dejo lo más puro de mis esperanzas de constructor y lo más querido entre mis seres queridos… y dejo un pueblo que me admitió como un hijo; eso lacera una parte de mi espíritu. En los nuevos campos de batalla llevaré la fe que me inculcaste, el espíritu revolucionario de mi pueblo, la sensación de cumplir con el más sagrado de los deberes: luchar contra el imperialismo donde quiera que esté, esto reconforta y cura con creces cualquier desgarradura.
Digo una vez más que libero a Cuba de cualquier responsabilidad, salvo la que emane de su ejemplo. Que si me llega la hora definitiva bajo otros cielos, mi último pensamiento será para este pueblo y especialmente para tí. Que te doy las gracias por tus enseñanzas y tu ejemplo al que trataré de ser fiel hasta las últimas consecuencias de mis actos. Que he estado identificado siempre con la política exterior de nuestra Revolución y lo sigo estando. Que en dondequiera que me pare sentiré la responsabilidad de ser revolucionario Cubano, y como tal actuaré. Que no dejo a mis hijos y mi mujer nada material y no me apena: me alegra que así sea. Que no pido nada para ellos pues el Estado les dará lo suficiente para vivir y educarse.
Tendría muchas cosas que decirte a ti y a nuestro pueblo, pero siento que son innecesarias, las palabras no pueden expresar lo que yo quisiera, y no vale la pena emborronar cuartillas.
Hasta la victoria siempre. ¡Patria o Muerte!
Te abraza con todo fervor revolucionario
Che