La oscurana quiso apoderarse de nuestra Nicaragua, arrebatar los sueños construidos por los arquitectos de amor de nuestra Revolución. La estrategia de los jinetes del mal fue teñir de odio e incertidumbre aquel herido abril del 2018, pero, la fuerza inclaudicable del pueblo humilde, venció. Como ayer, hoy y mañana seguiremos venciendo.
La herida sanó, aunque dejó cicatrices, pues, aun recordamos a esos hermanos, hermanas, padres, madres, hijos, hijas, esposas y esposos que soñaron vivir su vejez en la Nicaragua de progreso que venía tejiendo nuestra revolución sandinista. La soñaron para disfrutarla, y pasaron a la inmortalidad para vivirla con nosotros, diario, mientras trabajamos firmemente por consolidar la paz que hoy estamos viviendo.
Ricardo Morales Avilés decía:
El porvenir ha sido escrito y lo realizan los pueblos liberados. Nuestro destino se traza con la bandera y los fusiles del frente Sandinista de Liberación Nacional, con las fuerzas revolucionarias del pueblo. Conquistaremos la dignidad, la justicia, el bienestar para el pueblo. Liberaremos de la explotación a los hombres. Y los poetas no habrán dicho su canto en vano (Managua, 1972).
El porvenir fue trazado en la historia de Nicaragua con la victoria popular en 1979. La Revolución como verbo de esperanza, jamás se detuvo, continua. Después de haber vivido 16 años de oscurana, sucumbidos en la incertidumbre, el individualismo, la precariedad y la mortalidad, volvió el pueblo al poder de la mano del Frente Sandinista de Liberación Nacional.
El comandante Daniel, levantando la bandera aquel 10 de enero del 2007, y al declarar “Pueblo Presidente”, constituyó un hito histórico. Regresaba el pueblo a ser el dueño de su propio destino. Porque un pueblo, que se libera, como dijo el comandante Ricardo Morales Avilés, es un pueblo que tiene en sus manos el porvenir. Lo supimos de primera mano, la Nicaragua que dejaron los gobiernos peleles de los gringos no fue la misma que logramos construir después del 2007.
La justicia, la dignidad humana, el canto de los poetas, la pasión por nuestra cultura e identidad comenzaba a nutrir nuestro amor patrio. A los secuaces del imperio no le gustó esto. No estaban dispuestos a ver a los niños reir con tranquilidad en los parques construidos por la Revolución. No querían seguir escuchando de las bondades del campo por el respaldo de los programas emblemáticos del gobierno sandinista.
No querían seguir viendo el acceso gratuito y de calidad a la educación en todos sus niveles y sus distintas formas. No querían seguir leyendo en los indicadores internacionales de los avances en materia de energía, infraestructura, salud, productividad, turismo, democracia participativa, seguridad ciudadana, restitución de derechos a las mujeres y pueblos indígenas y afrodescendientes.
No soportaban saber que el pueblo no les daría otra oportunidad más en la historia y comenzaron su maquiavélico plan de destrucción de la vida y la esperanza. No les importaba quien fuera y donde fuera, el objetivo era causar daños, odio, muerte y quebrantar la paz y tranquilidad que había estado consolidada por muchos años.
Aquel 2018, lo recordaremos como el año en el que el odio quiso imponerse al amor, pero, que la reserva moral del pueblo a la vanguardia del Frente Sandinista de Liberación Nacional no dejó por ninguna circunstancia arrebatar. Mientras nuestra alma estaba quebrantada por tanto dolor causado por el odio mezquino de la hipocresía yankee y sus vasallos en nuestra bendita tierra, ellos celebraban en grandes y lujosos centros de convenciones el daño y dolor causado a nuestro pueblo en aquella tierra del águila mortal. Lo celebraban con vinos, con misas para burgueses en Miami, mientras el pueblo levantaba con gallardía cada ladrillo, que quiso impedir la recuperación de la paz.
Lo que no sabían que el amor se teje en fraternidad. Que mientras los traidores a la patria como animales rabiosos buscaban cazar a los sandinistas, que mientras ellos buscaban quemar llantas, árboles de la vida, vehículos, bienes públicos y privados, nosotros cuidábamos las calles de nuestros barrios y comunidades, los parques, los centros de salud, los hospitales, las escuelas, en fin, las conquistas del pueblo, cuidábamos lo que solo nosotros sabíamos lo que nos había costado tener después de 16 años de mal gobierno neoliberal.
Mientras los traidores a la patria celebraban las sogas económicas que imponía el imperio en contra de nuestro pueblo, nosotros abrazábamos a una madre desconsolada, a una hija desesperada, a un niño nervioso, a un joven frustrado, porque las bombas y balas hacen ruido, pero, el amor en silencio hace caricias al alma, no se escucha, no hace ruido, pero, se siente.
Después de cinco años, nos seguimos abrazando, apapachando en amor fraternal, cuidando de nosotros, cuidando de nuestra tierra, de nuestros hijos e hijas, cuidando de nuestra Paz, esa que quisieron arrebatar como ladrón en la noche, pero, que protegimos desde las entrañas de nuestro ser.
Hoy con dignidad y la moral en alto, al lado de nuestro comandante Daniel y de la compañera Rosario, les decimos “Mi mayor honra es surgir del seno de los oprimidos, que son el alma y nervio de la raza” A. C. Sandino.
No Pudieron, Ni podrán
#LaPazNuestraVictoria