El recuerdo es la evidencia del existir porque es la vida misma, con altos y con bajos, que nos trae a la mente pasajes desagradables, que quisiéramos borrar del casete memórico, pero también y con más frecuencia, cuando a la mayoría de los días le damos un contenido de altos propósitos, vivencias inolvidables que nos marcaron para siempre y que además del buen sentimiento que nos motiva, terminaron siendo una lección, una experiencia, que no se aprende ni en la mejor universidad de la vida.
Gracias a Dios mis experiencias personales son muchas, y Gracias a Dios, en la medida que tenga vida, podré disfrutar de otras más con la seguridad que siempre representaran una forma de ver mejor las cosas porque de uno depende que desde el poder transformador nos dispongamos, incluso, a convertir las malas experiencias en algo bueno con solo no repetirlas y ya no digamos lo bueno en algo extraordinariamente monumental.
Este 23 de agosto arribamos al 44 aniversario del cierre oficial de la Cruzada Nacional de Alfabetización, una acción impulsada por el gobierno revolucionario de Nicaragua con apoyo internacional que permitió reducir el índice de analfabetismo, superior al 50 % que teníamos al momento de su inicio, hasta su reducción aún escaso 13 % en que quedó cuando todos los brigadistas regresamos de los frentes en el que nos encontrábamos en una guerra contra la oscuridad que el chamorrismo y el somocismo nos habían sumido a lo largo de toda la historia y lo que desembocó en el reconocimiento de la Unesco en 1981.
Cando me integre a la Cruzada Nacional de Alfabetización tenía 20 años y debo decir que para mí fue una de las experiencias más impactantes de mi vida. Estuve en “La Tuna”, Palacagüina, me correspondió alfabetizar a 13 niños y a una linda y preciosa chanchita, a la que bauticé como Estebana y la incluyo entre mis alfabetizados porque desde el primer día de clases se adueñó de un horcón y literalmente se sentaba sobre el, y con mucha atención digo yo, a recibir las clases.
Hoy a la vuelta de 44 años los que aún estamos vivos Gracias a Dios, recuerdo que fuimos más de 80 mil los que participamos, refrescamos en nuestra mente muchos pasajes y anécdotas que nos cambiaron la visión de la vida porque si el impacto de la Revolución de 1979 fue político, independientemente de sus derivados a posteriori, el de la Cruzada Nacional de Alfabetización para los que nos desplazamos al interior del país por casi seis meses y para los mismos padres de familia que sabían en qué andábamos sus hijos, el impacto fue profundamente social porque el efecto integracionista fue la fusión de la humildad rural con la soberbia urbana en la que el citadino aprendió del campesino y los de la ciudad descubrimos la gran humanidad que se respira en el campo.
La Cruzada Nacional de Alfabetización fue un movimiento multitudinario donde participamos nicaragüenses de todas las clases y a la que se sumaron también miles de maestros cubanos y de otras nacionalidades cuya presencia fue politiqueada, pero guerreros al fin que enseñaron a los no letrados.
Los que alfabetizamos nos acercamos de igual a igual al alfabetizado, enseñábamos sí, pero aprendíamos más de lo que dábamos. Conocimos no solo cómo trabajar la tierra sembrándola sino el valor de ella recogiendo la cosecha y mientras en el intercambio, enseñábamos a leer y a escribir, ellos los campesinos nos daban cátedra de cómo vivir la vida, ellos nos abrían sus casas sin conocernos, ellos nos daban sin pedir de las delicias del campo servidas en su mesa y aquella relación comenzó a ser tan íntima que la despedida en la gran mayoría de los casos fue desgarradora.
De “Las Tunas”, Palacagüina viene agradecidamente a mis recuerdos Toribio, Nieves, ambos hermanos, ya estaban entraditos en edad para entonces; Sixta la joven vecina de la escuelita, entiendo que ya no está entre nosotros; Guillermina Benavides que me sigue desde su hogar como fans de Detalles del Momento, saludes a ella y a toda su familia; la inmensa sigla de piedra que idee poner en uno de los picos montañosos que rodea la comarca y que según me dijo uno de los hijos de Guillermina, que me ubicó a través del WhatsApp, todavía se muestra en impecables letras blancas, la marca del E.P.A, Ejército Popular de Alfabetización y que construimos con piedras canteras, subidas sobre nuestros lomos, para que la posteridad la mostrara como una firma de las miles que sin duda sobreviven desde hace 44 años en otras latitudes del territorio nacional desde donde se venció la oscuridad.
Fíjense bien que tengo mucho cuidado de no caer en eso de que la lucha de la Cruzada Nacional de Alfabetización fue contra la ignorancia. Ese concepto desde mi punto de vista es errado porque en realidad fue contra la oscuridad, fue por enseñar al no letrado, pero jamás por erradicar la ignorancia, porque el campesino de ignorante no tiene absolutamente nada.
Nicaragua a lo largo de toda su historia, Gracias a Dios, únicamente ha tenido dos dinastías, la de los Chamorro que nos desgobernaron con 7 presidentes y la de los Somoza con tres, sin contar los paniaguados que puestos por los dinastas se prestaron a ser testaferros temporales del poder.
¿Qué interesó siempre a la dinastía de los Chamorro como a la de los Somoza? Simplemente mantener en la oscuridad al campesino, negándole el derecho a escribir y a leer, para que no se les ocurriera potenciar la sabiduría natural de cada uno de ellos.
Carlos Fonseca Amador, fundador más icónico del Frente Sandinista de Liberación Nacional, una mente privilegiada con una visión social, hiperbólicamente profunda, avanzadísima en sus tiempos y en todos los tiempos, dejó marcado, luego de concebir intelectualmente la revolución en paz que hoy vivimos, aquella ordenanza de “y también enséñenles a leer y escribir” y por eso la alfabetización no es algo que recordemos 44 años después, como lo hacemos aquellos que fuimos soldados del E.P.A hoy, sino que es algo que vivimos todos los días porque en la medida que tengamos humanidad para sacar de la oscuridad a quien por cristianismo y solidaridad merecen la luz del conocimiento, en esa medida seguiremos combatiendo el analfabetismo, que nada tiene que ver con la ignorancia, pero sí con una negación al desarrollo personal y colectivo de los ciudadanos y de los campesinos.
Del 25 de abril 1990 al 10 de enero de 2007 fueron presidentes de Nicaragua Violeta Barrios, Arnoldo Alemán y Enrique Bolaños y el esfuerzo titánico de reducir o mantener controlada la taza de no letrados en la década de los 80s, pues había que dar seguimiento a la Cruzada Nacional de Alfabetización, se volvió a disparar porque otra vez el capitalismo salvaje, muy interesado y numérico para los temas concernientes a los pesos y los centavos, desplazó la visión social y humana por los demás para responder únicamente a sus intereses de clase.
El FSLN asumió nuevamente las responsabilidades de Gobierno en enero de 2007 y para entonces, según el censo de INIDE, Instituto Nacional de Información de Desarrollo, del 2005, en ese momento habían 604,851 iletrados de 15 a 65 años de edad, imagínense cuanto se disparó el analfabetismo en 16 años de neoliberalismo, cuanta oscuridad tomó terreno al saber y gracias al programa “Yo sí puedo”, que con la ayuda de los hermanos cubanos sacó de la oscuridad a 125,188 personas, las estadísticas no fueron más dramáticas.
En el 2007 el nuevo gobierno del FSLN vio la necesidad de llevar a cabo en el país otra Campaña Nacional de Alfabetización. El objetivo fue lograr un índice de analfabetismo de menos del 5% entrando en los parámetros que establece la UNESCO, para una educación que tuviera por fin a ciudadanos dentro del desarrollo contribuyendo al crecimiento económico y la reducción de la pobreza.
Se planteó una campaña con una duración de 3 años, de 2007 a 2009, en la cual se alfabetizaron, usando el mismo método cubano “Yo sí puedo”, a 604 851 ciudadanos, incluyendo a personas con problemas de movilidad y de visión donde por supuesto estuvieron las comunidades indígenas de la Costa Caribe atendiendo sus raíces culturales y lingüísticas, alfabetizando en miskito, mayangna y creole.
La alfabetización desarrolló valores humanos como la incorporación, permanencia y desarrollo estratégico de la población en su conjunto, que más allá de la lectura y escritura, alfabetizó también en temas como la salud preventiva, educación sexual y reproductiva, la conservación y la preservación del medio ambiente, y la elevación de la producción desde un prisma integral, no de partes, sino como un todo.
Hoy contamos con el Consejo Nacional de Alfabetización «De Martí a Fidel» en todas las cabeceras departamentales y sus municipios. El 15 de julio de 2009 se inició la verificación del resultado de la campaña: 546 encuestadores recorrieron el país verificando los avances realizados en la reducción del analfabetismo. Entonces se verificó que el analfabetismo se había reducido al 3,5 %, superando con creces la meta del 5 %.
Juan Bautista Arríen, que en paz descanse representante de la Unesco (Organización para la Educación la Ciencia y la Cultura) que encabezaba la Comisión de Verificación, manifestó:
“Declarar «territorio libre de analfabetismo» a una nación es un hecho relevante para la Historia, porque es liberar al país de la ignorancia, abrirles puertas a los neolectores para una nueva vida llena de nuevas y buenas oportunidades”.
Nicaragua es hoy una nación alfabetizada y los nicaragüenses hoy somos el testimonio vivo del saber y por eso la oscuridad del fracaso no puede con la luz del conocimiento y por eso el mundo de la mentira se revuelca en sus fracasos porque no puede invadir el universo de la verdad sobre la cual camina iluminadamente todo ciudadano y todo campesino de este nuestro gran y bello país.
QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.
Escrito por: Moisés Absalón Pastora
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