Escrito por: Por Carlos Berrios Munguía
Estamos conmemorando “ese tránsito glorioso a otro plano de vida y el legado que caminamos del Comandante y Sacerdote, el Padre Gaspar García Laviana”
Cra. Rosario Murillo , 10 de diciembre de 2024
Hablar del proceso emancipador que trajo consigo la liberación del Pueblo Nicaragüense del tirano Anastasio Somoza el 19 de Julio de 1979, es hablar de tantos Héroes y Mártires, hombres y mujeres que ofrendaron sus vidas de manera desinteresada en favor de las mayorías. Soñaron con trastocar el orden de las cosas, y dieron lo mejor de sí en la forja de una Nicaragua bendita y digna.
Hablar de Revolución es hablar de figuras inquebrantables, como el Padre Gaspar García Laviana, porque articuló íntegramente la lucha popular y la moral cristiana, lo que se reconoce en nuestro preámbulo constitucional como: “Sacerdote y Comandante Guerrillero, modelo de amor a Dios mediante el amor sin límites al prójimo y de entrega completa a la libertad del Pueblo”.
Nicaragua había sido víctima por varias décadas de un régimen opresor y corrupto. Con una combinación de autoritarismo, represión y desigualdad económica, la dictadura somocista había condenado amplios sectores de la población a la pobreza, el despojo y el hambre. Y de hecho fue la búsqueda de justicia social la que hizo que muchos, incluidos religiosos como el Padre García Laviana, se unieran a la causa revolucionaria.
Procedente de una pequeña aldea llamada Les Roces, en Asturias, España, al llegar a Nicaragua en la década de 1970, el Padre Gaspar García Laviana se encontró con una realidad marcada por la pobreza, la desigualdad y la opresión. A partir de la cruda prédica cristiana hablaba con denuedo de la necesidad de la acción social y la defensa de los derechos humanos. Se erigió en firme defensor de los campesinos y las comunidades empobrecidas. Su trabajo en las bases le permitió identificar todo tipo de abusos y enajenación en que la dictadura Somocista tenía dominada a Nicaragua. La clara lectura de esa realidad desigual explica su involucramiento en la lucha del Frente Sandinista de Liberación Nacional.
Por tal razón, el Padre García Laviana fue un sacerdote misionero en Nicaragua, que se convirtió en un símbolo de la resistencia y la lucha por la justicia social. A diferencia de muchos de sus contemporáneos que se mantenían al margen del conflicto, él decidió unirse a la lucha armada, caso parecido al del Padre Camilo Torres en Colombia. Su compromiso con la causa sandinista no fue solo político, sino que emanaba de raíces espirituales, mezclando un profundo sentido de obligación moral y ética a partir de la lectura del Evangelio. Con su labor pastoral, logró inspirar a otros a participar en la resistencia, en la movilización popular, promoviendo una Teología de la Liberación eminentemente práctica que unía la fe con la lucha social.
La Teología de la Liberación fue un movimiento dentro de la Iglesia Católica que buscaba interpretar la fe desde la perspectiva de los pobres y oprimidos. García Laviana defendió que la misión de la iglesia no sólo debía ser espiritual, sino también política y social, lo que resonó en muchos nicaragüenses cansados de la injusticia y la exclusión.
En su labor pastoral, García Laviana fomentó la organización de comunidades, promoviendo la conciencia social y la educación popular. Su trabajo inauguró un proceso de empoderamiento que permitió a las comunidades no solo reivindicar sus derechos, sino también cuestionar abiertamente el modelo de dominación establecido. A través de asambleas y encuentros, García Laviana creó un espacio donde las voces de los marginados podían ser escuchadas, con sentido de identidad, empoderamiento y solidaridad en la lucha.
La decisión del Comandante Gaspar García Laviana de involucrarse en la lucha armada fue significativa. En 1978, se unió a las filas del FSLN, donde rápidamente se destacó como líder guerrillero. Su doble papel como sacerdote y guerrillero lo convirtió en un referente en el ámbito religioso como en el militar. Animador tenaz, se convirtió en símbolo de la posibilidad de una lucha justa, donde el compromiso cristiano se entrelazaba con la búsqueda de una patria libre y digna.
Quienes le conocieron hablan de un profundo sentido de estratega, participando en operaciones importantes y ayudando a planificar ataques. Su carisma y capacidad de liderazgo inspiraron a muchos jóvenes a unirse a la guerrilla, motivando a nuevos militantes que veían en él a un ejemplo a seguir.
Hoy, a 46 años de su tránsito a la Inmortalidad, el Padre y Comandante Guerrillero Gaspar García Laviana pervive en la memoria colectiva. Su muerte en 1978, en un enfrentamiento con las tropas somocistas, dejó un vacío, pero a la vez, cimentó un legado incuestionable como Héroe Nacional. La memoria del sacerdote guerrillero sigue resonando como un símbolo de la radicalidad del compromiso social y político que debe adoptar la fe en contextos de opresión, tan vigente en cada proyecto social, responsabilidad histórica que asumió nuestro gobierno, liderado por el Comandante Daniel Ortega y la Compañera Rosario Murillo.
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