Barricada

El terremoto de 1972, un giro en la historia de la capital

«Pero si hay algo que realmente acerca a la especie humana, que los hace tratarse como hermanos, son las tragedias, las hecatombes. Ahí sí las diferencias desaparecen. ¿Quién va a hacer diferencias en medio de un huracán o un terremoto? […] Simplemente, ahí reaccionan los reflejos de humanidad.

Comandante Daniel Ortega, 23 de diciembre de 2022

La noche del viernes 22 de diciembre de 1972 parecía una más en la vida de los nicaragüenses. Poco después de las diez de la noche, se sintió un sismo leve, que no despertó preocupación en la mayoría de las personas, quienes ya se retiraban a descansar. Nadie sabía que ese pequeño temblor era el preludio de una de las mayores catástrofes naturales que ha vivido Managua.

Las familias se preparaban para la Navidad. Las calles, los barrios y las casas rebosaban de alegría, pero en tan solo segundos, todo cambió.

A las 12:35 AM del sábado 23 de diciembre de 1972, un sismo de 6.2 grados en la escala Richter despertó a los managuas. El epicentro, cerca del Lago de Managua, hizo que la ciudad cayera bajo una lluvia de escombros. La destrucción fue masiva: miles de muertos, heridos, y damnificados, y la ciudad quedó devastada al activar al menos tres fallas geológicas que atravesaban su centro.

El momento de la catástrofe y sus consecuencias

El terremoto, que duró apenas 30 segundos, fue seguido por dos réplicas de magnitud 5.0 y 5.2 a la 01:18 y 01:20 AM respectivamente, casi una hora después del primer temblor. El epicentro de estas réplicas se situó en el Lago Xolotlán, a 2 kilómetros al noreste de la Planta Eléctrica Managua, sobre la falla de Tiscapa.

El caos se apoderó de la ciudad. Las casas de taquezal se desplomaron o se incendiaron, y grandes edificios cayeron. Muchas personas que intentaron huir fueron atrapadas bajo los escombros. Más de 10 mil muertos, 20 mil heridos y 280 mil damnificados fueron las primeras cifras.

La crisis económica y social que dejó el terremoto se agudizó por la falta de respuesta adecuada de la dictadura somocista. Mientras el pueblo sufría, Somoza se lucraba con la tragedia, dejando abandonada a la población y manipulando la ayuda internacional.

Miles de personas, algunas enterradas por sus propios familiares, otras más, arrojadas en fosas comunes en el Cementerio General, fueron sepultadas sin nombre. Se estima que más de 2 mil cuerpos fueron depositados allí, aunque no existen registros exactos.

Además del terremoto, la dictadura somocista arrasó con todo

El impacto económico fue devastador. Según los historiadores, no fue posible cuantificar con exactitud los daños, pero se sabe que 800 manzanas del centro de la ciudad fueron destruidas. En términos de infraestructura, el comercio, la industria y las redes eléctricas y telefónicas quedaron completamente destruidos. El costo total de los daños podría haber superado los 2 mil millones de dólares de la época.

En las primeras 48 horas, un alto porcentaje de la población dejó Managua para refugiarse en otras ciudades del país. Sin embargo, el mayor daño se dio durante la reconstrucción, cuando Somoza aprovechó el desastre para expandir la ciudad sin planificación, robando terrenos y propiedades. Decidió dividir a la población y, bajo el pretexto de reconstrucción, cercó con alambre de púa más de 500 manzanas de tierra, dejando a las familias afectadas fuera del centro histórico.

Proyecto Limpieza en Managua, después del Terremoto de 1972

Vista aérea de Managua Diciembre – 1972

Mientras tanto, los países de Cuba y México fueron de los primeros en ofrecer su ayuda. Sin embargo, la dictadura somocista ignoró el dolor del pueblo, mostrando su indiferencia ante la tragedia.

En medio de la desolación y el caos, el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) se levantó con firmeza. Aunque la dictadura abandonó a la población, el FSLN reubicó a sus cuadros en varias ciudades y envió a sus miembros a apoyar a las familias afectadas. Sin importar las diferencias ideológicas, el pueblo se unió para rescatar a los sobrevivientes, sin preguntar si eran sandinistas o no. La verdadera hermandad floreció en ese momento, en el que la solidaridad y la humanidad prevalecieron sobre cualquier otra consideración.

Managua resurge como el ave Fénix

Tras aquella noche de terror, la ciudad de Managua comenzó a resurgir de sus cenizas. Hoy, a pesar de la destrucción, lugares como la Catedral Vieja de Managua siguen siendo testigos de la tragedia. Su campanario, con el reloj que marcó las 12:35 AM desde el 23 de diciembre de 1972, es un recordatorio permanente de aquella noche.

Este terremoto dejó lecciones profundas: la importancia de construir según normas antisísmicas, priorizar la seguridad de las familias y de no sacar provecho de una tragedia humana. Gracias al esfuerzo del gobierno del Comandante Daniel Ortega y la Compañera Rosario Murillo, hoy la vieja Managua renace con proyectos como el Puerto Salvador Allende y la Avenida Bolívar a Chávez, entre otros.

A través de la actividad del SINAPRED y la realización periódica de los Ejercicios de preparación para proteger la vida ante situaciones multiamenazas, implementados por el gobierno, las familias nicaragüenses hoy están mejor preparadas para enfrentar desastres naturales, demostrando que nunca se olvida la lección de 1972.