Biografías

En la memoria popular vive el nombre de Manuel de Jesús Rivera “La Mascota”

Escrito por : Daphne Cabezas 5 de octubre de 2025

Desde la Cuna del Güegüense y entre cafetales nace Manuel de Jesús Rivera “La Mascota” en Diriamba, Nicaragua. Hijo de doña Arcadia una recolectora de café.  Desde corta edad apoyaba a su familia en el mercado municipal, que hoy lleva su nombre, como cargador de canastos, mandadero, lustrador y otros oficios que forjaron el carácter y espíritu del joven.

Recordado por sus conocidos, compañeros y familias como un muchacho chispa, pilas puestas, chaparro, ágil y tenaz, en una de sus acciones revolucionarias, específicamente en la insurrección de febrero en Monimbó, quemó el vehículo de un oficial de la guardia, quien juró vengarse.

Manuel de Jesús Rivera “La Mascota” es el ejemplo de un niño que nació dentro de un sistema injusto que no velaba por su bienestar social, un niño que desde pequeño conoció la escasez y violencia por el contexto que atravesaba el país, una dictadura feroz y sangrienta encabezada por los Estados Unidos y su títere de cabecera Anastasio Somoza Debayle.

Ese diario vivir despierta en La Mascota, a pesar de su corta edad, un espíritu revolucionario y de valentía que solo un niño inocente con un alto sentimiento de justicia puede tener. Toda esta mezcla de emociones lo impulsan a ser un pequeño-en estatura y edad-pero un inmenso-en corazón y espíritu-combatiente de la lucha sandinista.      

El 5 de octubre de 1978 Manuel ve pasar a su primo, Ramón Gutiérrez seudónimo Marvin, por la calle y decide seguirlo sin miedo, sabiendo que la Guardia Nacional (GN) lo asediaba y aguantar la regañada de Marvin. Tanto era el odio de la Guardia hacia La Mascota que ya habían asesinado a cuatro niños creyendo que era él, en un frustrado intento de proteger a Manuelito, su cuñado Marvin, le dice que lo espere, ya que a Manuel se le había metido tenía que irle a cobrar 50 pesos, que en esos años era mucho dinero, a una señora de un tramo del mercado. Se tardó más en terminar de hablar Marvin que Manuel en desaparecer de su vista e ir a cobrar su dinerito.

En ese trayecto de la calle al tramo, Marvin ve unas patrullas de la Guardia Nacional, Manuelito también las ve y no duda ni dos segundos en actuar contra una de ellas. Los Guardias lo empiezan a perseguir y él se esconde dentro de un saco de café, la GN en el afán de encontrarlo y matarlo empiezan a buscar tramo por tramo, buscaban y buscaban, pero nada de que lo encontraban ya estando a punto de rendirse y retirarse una señora sin corazón, oreja y ojos de la guardia apuntó hacia el saco en donde se encontraba escondido Manuelito.

Sin piedad y a sangre fría con la máxima crueldad la Guardia Nacional rafaguea el local, una vez habiendo saciado su ira y sed de sangre, sacaron el cuerpecito de aquel valiente niño mártir como si de un animal muerto se tratase. 

Marvin, superando el miedo a que lo identificaran, llegó como a 100 metros de donde habían ejecutado a Manuel de Jesús Rivera “La Mascota”:

Habiendo llegado a la esquina pudo ver a dos guardias que arrastraban su cuerpo, tomado de los ruedos del pantalón y la cabeza golpeando contra el piso. Sí, era Manuelito. Las bestias somocistas reían, escupían y rodeaban el cuerpo del niño, como zopilotes listos para desmembrar a su presa.

En un camión de volquetes, utilizado como camión de basura, fue donde lanzaron el cuerpo de Manuel para posteriormente arrancar hacia un lugar desconocido.

Pasaron 8 días de agonía y protestas para que la Familia y el Pueblo diriambino pudieran darle el ultimo adiós a su pequeño mártir, que con valentía y hasta su ultimo aliento defendió los ideales de todo un país que aclamaba justicia y un nuevo porvenir.

Hoy, 47 años después, el pueblo nicaragüense, la niñez nicaragüense gozan de un País Soberano y Libre, en donde los anhelos y sueños de nuestros mimados de la Revolución son posibles gracias a nuestro modelo humanitario, socialista y solidario encabezado por nuestros Co-Presidentes, Cmdte Daniel Ortega y Cra. Rosario Murillo.

El legado de “La Mascota” sigue viva en la memoria de todo buen hijo de la patria, su sacrificio resuena en los pasillos del Hospital Infantil, en las calles y tramos del Mercado Municipal que llevan su nombre, un legado que repica en cada esquina de nuestro paisito.