“Todos nuestros recuerdos de ese día, la apertura de otra etapa después de la acumulación de fuerzas del Frente Sandinista de Liberación Nacional y se abrió otra etapa y se dio a conocer la indeclinable convicción de liberación de nuestro Frente Sandinista, de nuestro Comandante Carlos, de todos los aguerridos combatientes, guerreros y militantes del amor, en el Frente Sandinista de Liberación Nacional”
Compañera Rosario Murillo, 26 de Diciembre 2024
A 51 años de un hecho que cambió la lucha revolucionaria en Nicaragua
El 27 de diciembre de 1974 representó un parteaguas en la historia de la lucha revolucionaria nicaragüense. A 51 años de la Toma de la Casa de Chema Castillo, el hecho sigue siendo recordado no solo por su audacia militar, sino por su profundo significado político, estratégico y comunicacional. Aquella acción del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) no fue improvisada ni circunstancial: respondió a una lectura clara del momento histórico y a la necesidad de romper el silencio impuesto por la dictadura somocista, colocando al Frente públicamente en el escenario nacional.
Más allá del asalto, la toma de la casa de Chema Castillo se entendió como una operación político-militar de largo alcance, pensada para golpear la moral de la Guardia Nacional, liberar fuerzas fundamentales y demostrar, ante el país y el mundo, que la dictadura no era invulnerable.
Un Frente Sandinista que creció en silencio
Antes de diciembre de 1974, el FSLN operaba en condiciones de profunda clandestinidad. La persecución, la represión y el control ejercido por el régimen somocista buscaban aislar a la organización revolucionaria y presentarla como una amenaza marginal. Sin embargo, en ese escenario adverso, el Frente avanzó en un proceso sostenido de acumulación de fuerzas, formación política y reorganización interna.
Los relatos históricos coinciden en que este período estuvo marcado por el trabajo silencioso, paciente y estratégico del FSLN. La dictadura controlaba los medios de comunicación y mantenía el miedo. En ese contexto, se hizo evidente la necesidad de una acción que rompiera el cerco mediático y político. No se trataba solo de resistir, sino de irrumpir con fuerza en la conciencia nacional.
La Toma de la Casa de Chema Castillo: una acción planificada para irrumpir en la escena nacional
El 27 de diciembre de 1974, el Frente Sandinista de Liberación Nacional tomó por sorpresa la casa de José María “Chema” Castillo, familiar de la dinastía somocista, ubicada en Managua, durante una reunión social en la que estaban presentes altos funcionarios del régimen y miembros de su estructura de poder. La elección del momento y del lugar no fue casual: la presencia de personas ligadas directamente a la dictadura hizo que la acción tuviera un impacto político inmediato. El Frente no buscó un enfrentamiento abierto, sino un golpe preciso que obligara al régimen somocista a reaccionar bajo las condiciones que ellos impusieron.
La operación fue ejecutada por combatientes del FSLN con altos niveles de coordinación, disciplina y claridad de objetivos. Desde el inicio, la acción dejó claro que no se trataba de un acto improvisado, sino de una operación cuidadosamente planificada para generar repercusión nacional y romper el control absoluto que la dictadura pretendía ejercer sobre la vida política del país.
Durante la toma, el Frente estableció condiciones claras al régimen somocista, entre ellas la lectura pública de un comunicado revolucionario y la liberación de prisioneros sandinistas. Estas exigencias no surgieron de la noche a la mañana, sino que fueron parte de una estrategia política definida, orientada a recuperar fuerzas y a exponer públicamente la naturaleza de la dictadura impuesta por Estados Unidos.
La Guardia Nacional, pese a su despliegue, quedó limitada en su capacidad de respuesta inmediata, mientras Somoza enfrentó una situación inédita: negociar bajo presión con una organización que hasta entonces había intentado presentar como inexistente o derrotada.
La Toma de la Casa de Chema Castillo no solo logró sus objetivos inmediatos, sino que demostró que el Frente Sandinista tenía capacidad operativa, liderazgo político y una lectura estratégica del momento histórico. La acción colocó al FSLN en el centro del debate nacional y dejó claro que la lucha contra la dictadura somocista había entrado en una nueva fase.
Ese 27 de diciembre de 1974, el Frente Sandinista dejó la acumulación de fuerzas para irrumpir de manera contundente en la escena política nicaragüense, obligando al régimen a reconocer, aun a regañadientes, la existencia de una fuerza organizada dispuesta a disputar el poder.
La palabra como arma: el Comunicado del FSLN leído en las radios del régimen
Durante la Toma de la Casa de Chema Castillo, el Frente Sandinista de Liberación Nacional no solo realizó una acción armada de alto impacto, sino que introdujo un elemento político decisivo: la lectura del Comunicado N.º 2 del FSLN a través de las plataformas de comunicación controladas por el régimen somocista. Este hecho rompió el monopolio informativo de la dictadura y convirtió la palabra revolucionaria en un arma poderosa.
El comunicado no fue improvisado ni retórico. Su contenido mostró que la acción no respondía a intereses individuales ni a actos desesperados, sino a una lucha organizada contra la dictadura. En él, el Frente se presentó como una fuerza política y militar en combate contra el somocismo, denunciando el carácter violento del régimen y su responsabilidad en la persecución, tortura y asesinato de opositores.
Uno de los puntos centrales del comunicado fue la denuncia directa de la dictadura y de la Guardia Nacional como instrumentos de represión. El Frente explicó al pueblo las razones de su lucha y afirmó el derecho del pueblo nicaragüense a levantarse contra el somocismo.
Otro punto clave fue la exigencia de la liberación de los prisioneros políticos, presentada no como una negociación personal, sino como una demanda legítima de la lucha revolucionaria. La liberación de los compañeros presos quedó planteada como una condición inseparable del objetivo político del Frente, mostrando que la toma buscaba recuperar fuerzas fundamentales para continuar la lucha.
El comunicado también mostró al pueblo que el FSLN actuaba con organización, disciplina y objetivos claros. Al ser leído en las radios del propio régimen, el mensaje tuvo un impacto demoledor: la dictadura se vio obligada a transmitir, desde sus propios medios, una denuncia directa contra su poder.
Este hecho tuvo un efecto inmediato. El control informativo, uno de los pilares del somocismo, quedó vulnerado. La voz del Frente llegó a los hogares sin mediaciones ni censura, desmontando la narrativa oficial que intentaba reducir al FSLN a un grupo marginal. La lectura del Comunicado N.º 2 convirtió la Toma de la Casa de Chema Castillo en una acción integral: armada, política y comunicacional. No se trató solo de ocupar un espacio físico, sino de disputar el sentido y la verdad ante el pueblo.
De la acumulación al estallido
El impacto de la Toma de la Casa de Chema Castillo fue más allá del momento mismo del asalto. A partir de ese hecho, el Frente Sandinista dejó de ser una organización confinada a la clandestinidad para convertirse en un jugador crucial del escenario político nacional. La acción colocó al FSLN en la agenda pública, rompió la narrativa oficial y cambió la percepción sobre la correlación de fuerzas en el país.
El asalto tuvo repercusiones a nivel nacional e internacional. La dictadura ya no pudo sostener la imagen de control absoluto, mientras amplios sectores de la población comenzaron a ver al Frente como una fuerza real, organizada y capaz de desafiar al régimen.
Uno de los objetivos de la operación fue la liberación de prisioneros sandinistas. No se trató solo de un golpe simbólico, sino de la recuperación de cuadros fundamentales para continuar la lucha. La liberación permitió al FSLN reorganizarse, fortalecer su estructura y avanzar en nuevas fases de acción. El tiempo ganado tras el asalto fue clave para consolidar procesos internos, evaluar aprendizajes y preparar el camino hacia etapas superiores de confrontación con la dictadura.
En ese sentido, la toma se entendió como una acción estratégica: aun con riesgos, generó condiciones favorables para el desarrollo posterior del movimiento revolucionario.
Un golpe al corazón del régimen
Además de sus efectos políticos y organizativos, el 27 de diciembre de 1974 representó un golpe para la Guardia Nacional y Somoza. La dictadura, que había basado buena parte de su poder en la intimidación y el miedo, quedó expuesta como vulnerable. El golpe no fue solo material, sino también simbólico.
El miedo comenzó a cambiar de bando. Mientras el régimen reaccionaba con nerviosismo y endurecía su discurso, el pueblo percibió que el poder somocista no era invencible. Este cambio en la percepción colectiva tuvo consecuencias profundas en el desarrollo posterior de la lucha revolucionaria.
Este hecho marcó el inicio de una nueva etapa en la ofensiva del FSLN contra la dictadura. No fue un hecho aislado, sino un punto de inflexión que redefinió métodos, objetivos y alcances de la acción revolucionaria. La combinación de acción armada, mensaje político y ruptura del control informativo anticipó prácticas que se profundizaron en los años siguientes y contribuyó a la maduración estratégica del Frente.
A 51 años: memoria, estrategia y vigencia histórica
A 51 años de la Toma de la Casa de Chema Castillo, el acontecimiento mantiene plena vigencia histórica. No solo como recuerdo de una acción audaz, sino como ejemplo de cómo la lucha revolucionaria en Nicaragua supo unir política, estrategia y comunicación en un mismo acto.
La toma demostró que la Revolución no se construye solo con armas, sino también con palabra, organización y claridad de objetivos. Al obligar al régimen a escuchar y transmitir su mensaje, el Frente Sandinista no solo rompió el silencio impuesto por la dictadura, sino que inauguró una nueva correlación política que, años después, contribuyó al triunfo definitivo del pueblo nicaragüense.
La Casa de Chema Castillo permanece como símbolo de ese momento en que el Frente Sandinista pasó de la sombra a la escena principal de la historia nacional, obligando al poder a escuchar la voz de un pueblo en lucha.
