En la cada vez más difícil condición humana para crear empatía mensurada con el planeta y sus recursos, así como, la calidad de convivencia entre los seres vivos -principalmente los pensantes- y el respeto a su determinación; el Compañero Aldo -como se identificó siempre- celebra un año de trascendencia hacia la exaltación, desde la paradoja de su humildad.
Artífice de la trilogía identidad-cultura-ideología como modelo transversal de la transformación del inconsciente colectivo en consciencia popular y de clase; como atributo de dignidad del latinoamericano -mestizo, como también siempre se identificó- en la promoción de la mística incorruptible del revolucionario.
En su justificación de la base ideológica del Socialismo del siglo XXI -como ideólogo, historiador, librero y editor- y a propósito de la reconquista del poder revolucionario por el Pueblo Presidente en la etapa actual, aportó en 2008:
“No hay pueblo sin identidad propia. Un axioma humano natural que orienta a las ciencias sociales, todas ellas asumidas y resumidas en la ideología. Esto explica porqué, siendo universal, la ideología debe pasar necesariamente por el tamiz de la cultura propia para ser apropiada por cada pueblo.
Porque cultura no es otra cosa que la impronta del quehacer humano de cada pueblo en su propio ámbito, desde que nace a la conciencia de sí mismo, desde que nace a la historia. También esto explica la contradicción extrema que se da en pueblos poco escolarizados con una riquísima cultura, reconocida universalmente.
Entonces, sin cultura propia no hay identidad propia. Y sin cultura y sin identidad propias resulta imposible apropiarse de la ideología. Tres categorías —cultura, identidad, e ideología— que fatalmente dividen a cada pueblo. Una parte reivindicando su propia identidad cultural, para reafirmarla y desarrollarla ad infinitum, conforme a la ideología; y la otra negándola en gracioso sometimiento-asociación con culturas dominantes, negando también la ideología”.
Aldo Díaz Lacayo siempre confrontó con valentía ésas contradicciones de identidad que su honestidad reflexiva y creativa le iluminó. A partir de su caso personal pudo construir el esquema de reivindicación del pueblo nicaragüense y de los pueblos de origen; indisolubles con la naturaleza, el universo y el equilibrio entre los mismos. En su interpretación particular de la vida hay una simbiosis con la de dialéctica materialista e histórica del marxismo leninismo.
En su paradójica natural; aunque humanista, refleja un brillo espiritual que evidencia un cultivo disciplinado de valores. Siendo un ejemplar amante de la vida y por la vida, estuvo dispuesto a sacrificar la propia al aceptar el reto de convertirse en quien iniciara el principio del fin de la dictadura somocista con similar motivación con la que el héroe Rigoberto López Pérez lo hiciera en 1956.
A partir de ésa fecha y hasta 1959 -aún con su antecedente social e intelectual- se confundió entre los campesinos y combatientes internacionalistas para cimentar en la guerrilla del general EDSN Ramón Raudales, las bases de la posterior fundación del FSLN; a cuya jefatura -con humildad- se subordinó hasta su último aliento con voluntad ética y constructividad partidaria, en la decencia.
También, en la paradoja de amar tanto a Nicaragua le tocó un destierro y desde éste coordinar y dirigir de manera clandestina los movimientos de connacionales en el extranjero durante la lucha anti somocista que ya entonces encabezaba el FSLN. También un trabajo oficial fuera del país que comienza para el triunfo del Poder Popular sobre la sangrienta dictadura de los Somoza -transformándose de guerrillero exiliado en diplomático- como Encargado de Oficio de los Asuntos de Nicaragua en El Salvador (1979-1980). Además como Embajador en México (1980-1982); Embajador en Venezuela -concurrente en Suriname- (1984-1987); Embajador para Latinoamérica -itinerante (1988-1990)-; Embajador en Chile -misión especial- (1990) cuando el Frente Sandinista sufre la derrota electoral pese haber derrotado militar, diplomática y moralmente al ejército más poderoso del planeta.
Un detalle lindo de su vida es que para 2004, durante “el gobierno del FSLN desde abajo”, etapa de dieciséis años de gobiernos neoliberales en Nicaragua, la intelectual Rosario Murillo le solicitó un esquema identitario para la juventud nicaragüense en su visión de los nuevos tiempos; el resultado fue el ensayo “Nicaragua, una re interpretación, El Inconsciente Colectivo”, una obra en la que como ideólogo reivindica a nuestro pueblo en la vorágine por su identidad, saliendo adelante de sus profundas contradicciones históricas y sociales. Su contenido tuvo la intención -y lo logró- de darle protagonismo a la juventud en la reconquista del poder electoral. Al conseguirse esta etapa histórica, consideró esta obra como el códice para mantenerla; y ser multiplicado con las ventajas actuales que goza la actual gobernabilidad del modelo político y socioeconómico de Nuestra Nación.
Iluminado por Bolívar, Martí y Sandino con la coherencia del pensamiento, la emoción y la acción, para el rescate y promoción del nacionalismo, el indigenismo, el indohispanismo, el anti imperialismo, el constitucionalismo, el anti injerencismo. El Compañero Aldo -como historia e historiador- es referente de la Identidad Nacional.
Hoy nuestro gobierno y la jefatura del FSLN le rinde homenaje por su primer aniversario de tránsito a la inmortalidad. Que para siempre se mantenga nuestro reconocimiento al aporte suyo de crecer frente a la adversidad y de confrontar las contradicciones; de la forma en que confrontamos la traición y la corrupción.
Vive Aldo Díaz Lacayo. La lucha sigue. Managua, 28 de Mayo de 2023.
Xavier Díaz-Lacayo Ugarte
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