Barricada

Detalles del Momento: La Fuerza Bruta

Por: Moisés Absalón Pastora

La fuerza bruta es la irracionalidad física sobre algo o alguien al que se le cae encima con premeditación destructiva y sin la más mínima consideración humana. Es esa fuerza desmedida y sin control que genera resentimientos y odios en quienes la sufren y corrompe a quienes la aplican porque se vuelven adictos de la patanería y de la brutalidad.

Por la naturaleza de la fuerza bruta, por la contundencia y efecto devastador que puede llegan a tener seguramente puede llegar a vencer, pero nunca será capaz de convencer a la fuerza de la razón porque el insulto, el garrote, la extorsión, el chantaje y el apetito de dominio sobre el vulnerable, jamás será capaz de persuadir, de entender lo que es el derecho de los demás, porque la fuerza bruta únicamente entiende que existe solo una vía de comunicación el grito contundente que pinta categóricamente a la prepotencia.  

La fuerza bruta más apocalíptica que ahora amenaza al mundo está en la Casa Blanca. Ahí un perro rabioso entre amagos de aniquilamiento y luego reculadas obligadas por las metidas de patas que hace, ladra con ecos demoníacos desconociendo el orden de convivencia de todas las naciones que alterado y desconfigurado vive una crisis que tiene muchas caras y las más deterioradas son la paz, los valores y el respeto hacia la dignidad de los seres humanos y de los pueblos.      
 
Creo que tenemos que ocuparnos de la insaciable sed de dominio de los poderosos sobre los pequeños a los que nos declaran abiertamente la guerra y que es una inmensa  población de la humanidad que jamás pensó en hacerle daño a nadie, pero por el pecado de abrazar y querer la paz sufre porque el precio que ha tenido que pagar y sigue pagando es enorme y el más alto de esos costos es no tener mecanismos u organismos en los que internacionalmente encontremos asideros de defensa porque el enemigo de la humanidad, Estados Unidos, no solo los desconoce, sino que los amenaza con aniquilarlos porque no soporta de ellos las verdades que dicen.

Hoy muchísimos pueblos han despertado y desde sus múltiples reacciones han logrado penetrar la conciencia de liderazgos receptivos que entendieron que hay corrientes de libertad en rebelión, que son una energía incontrolable de denuncia que hay que atender porque el imperio del dominio a nombre de la libertad y del derecho exclusivo de los poderosos nos está esclavizando con la complicidad de esos organismos de pantalla que solo son válidos para los dictadores de la oficina oval solo cuando callan el intervencionismo invasivo de quienes consienten el exterminio de pueblos y naciones que son conducidos por la industria militar al matadero masivo de inocentes.

“No basta rezar”. Hacen falta muchas cosas para conseguir la paz” y hay que hacerlo antes que sea demasiado tarde porque el aire que respiramos está contaminado con esa pólvora qué, disparada por los cañones imperiales de los Estados Unidos, a la cabeza del trasnochado fascismo de sus conocidos satélites, tienen por fin volar el mundo entero, el planeta que entregó Dios a los terráqueos para que lo cuidáramos.

Si lo comparamos con el principio, solo de este siglo, para no ir muy largo, nuestro mundo es más violento y arrancamos este 2025 con al menos ocho grandes guerras y muchísimos conflictos armados de menor intensidad. Tenemos la guerra de Estados Unidos contra Rusia que lanzó a sus perros de pelea en la OTAN escribiendo el cuento de que la Ucrania nazi es la caperucita de la historia y conflicto que en este febrero cumple ya tres años. Por otro lado, la guerra entre Israel y Hamás en la Franja de Gaza, acumula miles de muertos desde el 7 de octubre del año pasado, la inmensa mayoría son niños Palestinos asesinados en escuelas y hospitales por las bombas sionistas, un infanticidio aborrecible desde todo ángulo.

Me choca en lo particular cuando alguien dice vamos hacia una tercera guerra mundial porque francamente ya la vivimos sin mencionar los conflictos que a gran escala se escuchan en Burkina Faso, Somalia, Sudán, Yemen, Nigeria y Siria, porque a este cuento le falta cola y estas son naciones en las que también miles están muriendo y lo curioso es que todo tienen una particularidad común, la maldita nariz del Tío Sam metida en cada una de ellas mientras las tales Naciones Unidas y los países esos que hablan de paz y democracia están deslenguados, no dicen nada por lo que la industria armamentista hace en esos conflictos y que no es otra cosa que desalmacenar sus inventarios, probar el armamento que quiere poner en venta y agenciarse fondos, a través de sus compradores, para crear nuevas armas mientras los diezmados pueblos que sobreviven al fuego que les cae encima quedando irremisiblemente condenados a la miseria, al dolor, el espanto y la tragedia y eso perturba e indigna y más cuando quienes promueven esas guerra dicen que lo hacen en nombre de la paz y sobre los cadáveres de millones de seres humanos donde los que nunca pudieron defenderse fueron niños.

No entiendo cómo pueden existir posiciones de indolencia frente a atrocidades que representan genocidios e infanticidios que tienen por origen la desproporción de la fuerza y aquí hablo específicamente de lo que pasa en Gaza, donde solo hay piedra sobre piedra, del inmenso campo de concentración que el Holocausto Sionista del gobierno de Israel impuso a los Palestinos que quieren vivir en paz, que no los dejan vivir en paz y que quieren tener su propio país o recuperar parte de lo que le fue arrebatado, porque Palestina ya era Palestina antes de que Israel fuera Israel.

La razón, dependiendo de cómo se invoque puede tener muchas aristas, pero al final siempre será el argumento que una persona alega para probar algo y persuadir a otra porque es la causa determinante del proceder y de los hechos. Por supuesto que tener la razón requiere también de bases intelectuales, pero su esencia, su practicidad, descansa en el sentido común a través de la sabiduría y conocimiento natural del ser humano, pero hay quienes no ven más allá de sus narices y cuando se ven ignorados y repugnados todavía preguntan que por qué los desprecian.
 
La razón es un conocimiento sobreentendido, que no está escrito en ninguna parte, simplemente la tenemos imperceptiblemente, desde el mismo día que nacemos. Este conocimiento de sentido común es algo que aprendemos por experiencia y curiosidad, sin ser conscientes de ellos. Y el volumen de conocimientos que acumulamos a lo largo nuestras vidas es muy considerable y es lo que al aplicarlo se convierte en razón.

Puedes golpear, gritar, mentir, para imponer por cierta una mentira, pero la razón y el sentido común jamás convertirá la violencia de tu acción en una verdad. Puedes hacer uso de medios tecnológicamente poderosos y tener presupuestos inagotables para comprar conciencias y construir monumentos gigantescos a la falsedad, pero no por eso se te dará la razón. Puedes hacer intentos por negar la realidad de un país y sus ciudadanos, puedes lograr externamente manchar la imagen de tu país y este ser pasto de la desinformación que creaste, porque desde afuera se cree en lo que se dice y no en lo que es, pero eso de ninguna manera incide en los que valen, que somos los de adentro.

Desde la forma que cada quien adopta, desde el lugar donde específicamente esté, la civilización reacciona y los que son cómplices del crimen que la humanidad padece, no me vengan a hablar del ejercicio político que algunos no saben ni siquiera qué significa porque son politiqueros, pero en el caso de Gaza, que chorrea literalmente sangre, ahí no hay piedra sobre piedra, los muertos por los desproporcionados bombardeos sionistas ya alcanzan los 47 mil y más de la mitad de ellos son niños, criaturas recién nacidas cuyo único pecado es ser Palestinos o nacer en la misma tierra de Jesús de Nazaret esa tierra que ahora advierte el criminal y convicto de Donald Trump hará suya Estados Unidos como una gran concesión o regalo al otro genocida de Benjamín Netanyahu, que tiene orden de captura dictada por la Corte Internacional de Justicia que de todas formas no sirve para nada.        

Hay que cambiar esto y la razón nos asiste y lo estamos logrando por la verdad que nos acompaña y lo digo porque solo el enemigo de la humanidad, Estados Unidos, se quedó atrapado en el siglo XX en la política del “Gran Garrote”, aquella que impuso el emperador Franklin Delano Roosevelt para realizar negociaciones y pactos con sus adversarios internos y externos, pero siempre mostrando la posibilidad del uso de la fuerza bruta como modo de presión si sus amenazados, los pueblos débiles, le decían que no.

El deshumanizado imperio norteamericano, para hablar de nuestro territorio geográfico, América Latina decía antes que éramos su patio trasero, aunque loca y senilmente, Joe Biden advirtió que somos el delantero y con ese cuento los rufianes de la Casa Blanca siempre pretendieron crear, según ellos, una aplanadora de dominio político y económico justificado, en la pretendida extensión del «derecho» de Estados Unidos a intervenir en asuntos de otros países en defensa, dicen, de los intereses de ciudadanos estadounidenses, que al final solo eran mamparas del apetito neo colonial norteamericano.

Bajo la política del gran garrote o de que “Latinoamérica es el patio trasero o delantero” de Estados Unidos, el mundo, pero particularmente el continente de la resistencia indígena ha sido pasto a sangre y fuego de quienes a nombre de la libertad y la democracia han sido peores que los Nazis porque aquellos fueron una mancha en la historia del planeta en tanto duró la segunda guerra mundial, pero el imperio norteamericano lo ha sido a lo largo de toda nuestra historia en calidad de enemigo de la humanidad y eso hay que hacérselo saber a la cucaracha o gusano que hoy se viste como el Secretario de Estado del criminal y convicto de Donald Trump.

Precisamente por la necesidad de cambiar esos patrones de conducta de quienes por sus pistolas imperialmente se erigieron como el “dómino” del mundo, sin que nadie se lo pidiera o los llamara, es que la civilización está imponiendo desde métodos pacíficos los cambios necesarios para reducir a la embriagada estupidez de los norteamericanos, que son la causa del mal causado en tantos y tantos pueblos agobiados por la sed de sangre y saqueo de todo inquilino que ha pasado y llegado a la Casa Blanca o Casa Negra de Washington.

Los métodos de cambiar las cosas ya no son los que antes decidía el Departamento de Estado; ya no es la CIA la que con el concurso de los traidores nacionales generaba condiciones para que la infantería de marina, desde las sedes diplomáticas del imperio en cada uno de nuestros países actuaba para derrocar a los gobiernos que con dignidad se atrevían a golpearles la mesa, porque ya esos métodos dejaron de ser efectivos ante la creciente dignidad de pueblos que con nuevos liderazgos hoy dicen para, esta es mi casa y aquí mando yo.

No, hoy los pueblos hemos tomado la decisión de interpretar y definir la naturaleza de nuestras propias contradicciones y lo hacemos levantando como estandarte la razón, el sentido común, la ley, el orden, la estabilidad y por encima de todo privilegiando el derecho de las mayorías por encima de aquellas minorías que desadaptadas por no respetar las reglas del juego, a través de elecciones como único medio para poner y quitar gobiernos, ante su visible incapacidad, lo que hacen es coludirse con el agresor, en este caso Estados Unidos, para ser cómplices ejecutores de golpes de estado que siempre dejaron en nuestros países heridas muy difíciles de cerrar.

Este campo de batalla, que describo, a nosotros los nicaragüenses, que hemos vencido una y otra vez a ese imperio maldito, nos es común, nos es familiar, porque hemos estado en él defendiéndonos y venciendo y lo más importante es que de esa actitud digna que hemos y seguiremos teniendo, es que hay pueblos que nos admiran y respetan y como si fuéramos espejo quieren verse reflejados en nuestras actitudes.

Esa actitud que tenemos y que mostramos con orgullo porque somos el David frente al Goliat, no es egoísta y cada vez que el ensoberbecido imperio norteamericano ha tocado el corazón de otros pueblos nosotros políticamente como país, como estado, como gobierno, hemos dado un paso al frente porque el genocidio no tiene identidad política ni ideológica, aunque si color, el de la sangre que de inocentes infantes injustamente derrama el criminal que ordena los bombardeos indiscriminados.

QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.