Barricada

Editorial De Detalles del Momento: «La Ingratitud»

Por:  Moisés Absalón Pastora

Bien decía Miguel de Cervantes cuando sentenciaba que “la ingratitud es hija de la soberbia” y como es fundamentalmente tóxica hay que saber identificarla porque no reconoce ni aprecian ni el esfuerzo ni el sacrificio de nadie; porque siempre te pide favores que no corresponde ni con un pinche gracias; porque al principio se viste con una amabilidad que deslumbra y solo para que descubras que en realidad se trata de una serpiente claramente baja en empatía que muerde a cualquier con facilidad y que poco o nada considera tus necesidades; es esa que no tolera que le digas un no o por lo menos por ahora no puedo, para la ingratitud todo debe ser para ahora mismo porque cree que ese es su derecho como marca indiscutible de su egoísmo y francamente puedes, aunque tu tengas profundas limitaciones, concederle muchos favores, pero si por cualquier cosa no pudiste con uno de ellos o simplemente se te pasó que lo habías prometido, entonces pasas a ser de héroe a villano.  
 
Así es amigos la ingratitud es una roca gigantescamente pesada con la que el ser humano se encuentra en el andar de la vida cuando desgraciadamente nos topamos con un mal agradecido. En la vida pasan a tu lado y hasta conviven con uno personas que hacen de todo y otras que no hacen nada, ni por ellas mismas ni por nadie.

Hay tantos tipos de personas en el mundo, tan diferentes, tan semejantes, qué, si nos detenemos a observarlas nos daremos cuenta de tantas cosas, que nos amargaríamos durante la vida entera y nos aferraríamos a la idea de morir de un trancazo y alejarnos de todo este sufrimiento, de esta cruel existencia, si tomamos a pecho la infamia de tantos mal agradecidos.

En mi vida he conocido a muchas personas, personas que te quitan y te ponen, que te suman y te restan y me he dicho tantas veces a mí mismo que, es mucho mejor tener un solo buen amigo, que cientos de mal agradecidos. Es preferible contar con una sola persona, que creer que cuentas con muchos y al final, después de todo, no tener números para contar.

El ser humano tiene muchas virtudes y defectos, cosas buenas y cosas malas, y se supone que debe uno querer a su semejante con todo esto, ¿pero hasta qué punto?

¿Hasta cuándo aguantar tanta hipocresía a otra persona?

¿Hasta cuándo poner la mejilla y después  que te golpeen, poner la otra, y que continúen haciéndolo durante una eternidad hasta cuándo?

Hasta que yo me canse, hasta que yo abra mis cegados ojos y me dé cuenta de que a mi lado hay otro mal agradecido más de la extensa lista, alguien para el cual en un momento soy todo lo mejor que puede haber en la vida, una persona excelentemente buena y generosa; pero al otro instante entonces soy todo un estanque lleno de materia fecal. Hoy te necesito, hoy te busco, hoy eres bueno, pero mañana ya no. De todos los defectos que tiene el ser humano, a mi entender, este es uno de los más irritantes y abominables. No hay nada más asqueroso que una persona mal agradecida, nada más detestable que eso y de eso estamos llenos en Nicaragua.

Como si se tratara de culebras o insectos ponzoñosos en este trance que afectó a Nicaragua hace siete años, y que gracias a Dios va de retro y está consumado con el retorno a la normalidad que observa el país en todos los sentidos, pasando incluso por la pandemia y hasta los fenómenos naturales como el Eta y Iota y los idiotas, muchos ingratos afloraron y es un tema que debo poner sobre la mesa por respeto a la decencia porque cuando el mal agradecido muerde la mano de quien le ayudó o le dio de comer, la miseria, su propia miseria, es la que se encarga de refrescarle la memoria.

A propósito de lo mucho que ha sufrido nuestro país por estafadores profesionales, hay mal agradecidos de mal agradecidos y los peores de todos son los del gran capital que se hicieron representar en lo que fue el COSEP, aquel sindicato de empresarios de maletín que ya es historia, porque estos, de la misma manera que los miserables se hicieron pobres y los pobres menos pobres, estos pasaron a ser de ricos a más ricos, y solo hasta después de haber pasado haciendo buenos y grandes negocios durante 10 años en el sandinismo, se dieron cuenta que estaban equivocados y entonces decidieron destruir la economía de hace siete años atrás, en el 2018, para tomar ellos el poder y multiplicar sus ganancias a un ritmo más acelerado y sin necesidad de compartir absolutamente nada con los explotados trabajadores a los que con mucho disgusto tenían que año con año que estar revisando el salario mínimo y que al final imponía el Ministerio del Trabajo porque si por ellos era nunca debió darse un solo reajuste al salario mínimo.

En la lista debo de ubicar a la iglesia católica que hizo de sus templos cuarteles y de algunos de sus obispos y sacerdotes comandantes del golpe, a pesar de qué del estado, constitucionalmente laico, recibían millones de córdobas del presupuesto general de la república que en mayor parte se destinaba para asignaciones salariales para ellos en calidad de profesionales de la fe y créanme que lo que el Presupuesto General de la República confería a los católicos y evangélicos, era considerable.

No podían faltar y con especial mención algunos mal agradecidos rectores y estudiantes de las universidades privadas que recibían becas del estado con fondos del 6%, y están en lo cierto cuando dicen que eso es una obligación del gobierno porque son recursos de los nicaragüenses, es correcto, pero saben qué las becas nunca confirieron  derecho a destruir o saquear como lo hicieron con la UNAN, lo que no pasó con la desaparecida UCA, que era uno de los cuarteles generales del terrorismo y que ahora es la Universidad Casimiro Sotelo.
 
Hay muchos empleados públicos en diferentes órganos e instituciones del estado que hace siete años protestaron pacíficamente contra el gobierno y tienen derecho, pero hay otros que escalaron su inconformidad a la violencia y se atrincheraron en los tranques y fueron fotografiados o se auto fotografiaron y francamente espero hayan sido cesanteados porque es absurdo pensar que estos mal agradecidos renuncien a trabajar bajo un gobierno al que no quieren, porque claramente su escala de valores anda errada y lejos de cualquier mínimo de dignidad de manera que sin vergüenza alguna actúan como si no hubiesen hecho algo o peor aún como si no supiera un sandinismo que francamente es magnánimo.

Hay gentes que dentro de nuestro círculo cultural fueron considerados artistas de alto tupé en nuestro medio. Muchos de ellos en la década de los ochenta, durante el frente sandinista fue oposición y después de haber retomado el poder en el 2007 gozaron de las mieles del poder, fueron protegidos y hasta antes del 18 de abril de 2018, hace siete años, recibieron beneficios personales y patrocinios que cubrían casi la totalidad de sus conciertos y tenían en el servicio diplomático a sus familiares en los consulados o en las embajadas o becados en Europa o pedían para que ellos, sus madres o sus padres, sus hermanos, tíos y hasta amigos fueran atendidos especializadamente en el Hospital Militar sin pagar un centavo o a cuerpo de reyes en cualquiera de nuestro sistema hospitalario público.

Yo no digo que un favor o una ayuda represente que alguien se considere tu dueño y por tal razón quiera estamparte su fierro en la espalda. Yo le hago un favor a alguien sin esperar nada a cambio, pero lo que no debo esperar es que me mordaz la mano, que me tires una piedra o me desees el peor de los males sobre todo cuando lo que recibiste de mí fue la voluntad y mi propia satisfacción por asistirte a vos o a cualquier otra persona.

Ser una persona agradecida indudablemente es una virtud. Algo que tengo claro, es que me educaron de una manera en la que para mí es algo natural y espontáneo, no me imagino viviendo sin agradecer primero a Dios por lo bello que ha sido conmigo y a la gente que me rodea una y otra vez por cualquier detalle, de hecho, cuando reflexiono un poco sobre las cosas que me molestan de la gente, quizás sea convivir con malagradecidos porque eso simplemente me rebasa.

Lidiar ingratos es algo desafiante porque no sabes qué herramientas utilizar y cuándo. De algún modo, mantienes siempre la esperanza de que cambien y respondan con empatía y reciprocidad. Pero si esto no sucede, quizá esto ayude:

Cambia tus expectativas hacia ellos. Pon límites y deja claro qué no los puedes tolerar. No sigas haciéndoles favores si ves que no te respetan. Expresa tus sentimientos y necesidades con asertividad. Enfócate en las personas que sí valen la pena en tu entorno. Si ves que dichos avances no aparecen, acepta que no cambiarán. Evita lo antes posible a quien te haga sentir infravalorado o utilizado.

Finalmente, a mí me parece que hay que dar gracias constantemente a la gente, a la vida, al Creador. No solo por lo que consideramos bueno y agradable, sino por cualquier cosa. Agradecer por aquello que a veces nos duele, pero que nos hace crecer; por aquello que a veces no comprendemos, pero que nos hace reflexionar; por aquello que pudiésemos digerir como un castigo o una mala consecuencia, pero que nos hace madurar; por aquellas cosas significativas, que llegan a cambiar el rumbo de una vida y que son parte de nuestro desarrollo como seres humanos.

QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA

“LA INGRATITUD”