Estamos en septiembre, arrancamos septiembre y para nosotros es un mes de eventos azules y blancos, que nos obligan a la más íntima relación con la patria, con nuestra tierra natal con la que tenemos vínculos afectivos, jurídicos e históricos.
La patria es la que nos vio nacer, es donde dejamos nuestro ombligo, como igual lo hicieron nuestros ancestros, los que enriquecieron y enaltecieron el orgullo por nuestra nacionalidad y por lo que somos. La patria es el hogar donde habita la madre de nuestra nacionalidad.
Muchos por razones diferentes hemos vivido fuera de la patria, hemos conocido de otras formas de vida por razones de trabajo o por luchas políticas en busca de la libertad cuando ésta realmente estuvo en riesgo y en cualquier de los casos, hemos sido humillados en suelo ajeno, hemos escuchado otros acentos, hemos probado cucharas que no nos saben igual, hemos constatado idiosincrasias que no compartimos, hemos escuchado nuestro himno desde afuera y hemos llorado por el mal de patria.
La patria es, para quien es imantado por lo que irradia, un concepto inmaculado de amor que nos penetra el alma y se asienta tanto en nuestro pensamiento y nuestro corazón que terminamos protegiéndola como lo que es, una madre, que nos dio la vida, la identidad, el techo, la educación, el privilegio de construir por ella y por supuesto alimentarnos con los valores de su historia.
Irradia tanto amor la patria que miles y miles murieron por ella y por ella muchos otros siempre estaremos dispuestos a dar la vida y eso es lo que nos lleva hasta la última consecuencia por todo el amor que somos capaces de dar por la patria.
La patria es nuestro territorio, es la casa, es el hogar, es lo que debemos defender con alma y diente porque ahí es donde habita nuestra intimidad, ahí es donde está nuestro qué hacer, la familia con la que nadie debe meterse y el interés particular de nación con el que nadie puede osar manosear porque en ese hogar, la patria, está el inventario de nuestros aciertos y desaciertos, está la historia que hemos construido y los temas que solo nosotros debemos discutir.
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Indudablemente al intentar establecer precisiones al concepto de patria, entran en juego nociones ideológicas y políticas en el universo de los pensamientos que pueden existir. Seguramente podemos diferir en cómo cuidarla, con quienes relacionarla, cómo crear su mejor comodidad, pero en lo que no podemos diferir es que agredirla es un delito y coludirse con el vecino, con el ajeno, con el extraño, con el extranjero, para herirla, para mancillarla, es un crimen que hay que señalarlo con todo el peso moral de los mejores y buenos hijos de la patria.
Nicaragua tiene malos hijos que disfrazados de políticos alzan la mano para golpear el rostro de quien los parió. Sus nombres ya los conocemos. Algunos con décadas de conspiración contra su madre, la patria, son rostros viejos que caminan de arrastras, fotografías amarillentas y descoloridas, carcomidas de cucarachas y ratas, que utilizaron todo su tiempo para inocular odios en otros, son quienes no ocultan que son matricidas, que con satisfacción a cambio de la paga que reciben hacen lo que hacen y lo que en otros países se pena y se castiga por alta traición a la patria.
Esta nuestra Nicaragua azul y blanco comienza a celebrar a partir de hoy y con mucha intensidad el mes más preñado de sus gestas.
Solo para recordar algunas de tantas fechas importantes de este mes azul y blanco tengamos presente que conmemoramos y celebramos el Día del Ejército Nicaragüense, el Día del Campesino Nicaragüense, el Día del Empresario Nicaragüense, del bueno, el día del Descubrimiento de Nicaragua, el Día Nacional del Abogado.
Pero en lo medular y fundamental, conmemoramos éste 15 de septiembre 201 años de independencia de aquel 1821 en que los habitantes de la colonia española decidieron fundarse como naciones e ir hacia la conquista de su propia determinación en beneficio de un futuro propio y soberano desde el cual modelar nuestra propia identidad republicana.
Traemos a nuestra mente que la Batalla de San Jacinto fue el tiro de gracia al corazón del filibustero en la mañana del domingo del 14 de septiembre de 1856 cuando una mezcla de factores convirtió en inmortales de la historia a los 160 efectivos, entre ellos 60 flecheros, que componían el hidalgo cuerpo de patriotas que representaban al Ejército del Septentrión que comandaba el General José Dolores Estrada para vencer a los 300 filibusteros que bajo las órdenes de Byron Cole servían al proyecto esclavista de William Walker.
Conmemoramos que el 2 de septiembre de 1927 el General de Hombres libres Augusto Cesar Sandino firma el Acta Constitutiva del Ejército Defensor de la Soberanía Nacional que hizo morder el polvo agreste de nuestras espesas montañas al yanqui invasor.
El 21 de septiembre de 1956: El Héroe Nacional Rigoberto López Pérez en la Casa del Obrero, de la Ciudad de León, ajusticia al dictador Anastasio Somoza García, iniciando el principio del fin de la dictadura que terminó el 19 de julio de 1979.
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Recordamos el 5 de septiembre de 1958 como el inició del movimiento guerrillero que dirigido por el general sandinista Ramón Raudales empezó a andar la ruta que nos tiene en la Nicaragua de hoy.
Recordamos que el 3 de septiembre de 1987: La Asamblea Nacional de Nicaragua, aprueba el Estatuto de Autonomía de las Regiones de la Costa Atlántica.
Recordamos que el 5 de septiembre de 1979: se funda la Policía Nacional de Nicaragua.
Recordamos que el primer lunes de septiembre se celebra por Ley el Día de la Constitución Política de Nicaragua. En esta fecha, establece la normativa, en su artículo 2 las escuelas y colegios del país dedicaran ese día al estudio y enseñanza de la Carta Magna.
Septiembre es mucho más que los desfiles y las bandas de guerra o musicales, como les llaman ahora. Este es un mes para reverenciar a nuestros símbolos, como nuestra bandera con sus flancos oceánicos y su blanco de paz, el escudo inspirado en el sueño de la unidad centroamericana, la privilegiada e imponente letra del Himno Nacional que reza contundente:
¡Salve a ti, Nicaragua! En tu suelo,
Ya no ruge la voz del cañón
Ni se tiñe con sangre de hermanos
Tu glorioso pendón bicolor,
Brille hermosa la paz en tu cielo,
Nada empañe tu gloria inmortal
Que el trabajo es tu digno laurel
Y el honor es tu enseña triunfal.
Nuestro Madroño que resalta visualmente como una cremosa masa blanca por encima del verdor tropical, nuestro exótico Guardabarranco de angosto antifaz negro y pecho aturquesado son en su conjunto los símbolos sobre los cuales estaremos hablando en estos días porque debemos inyectarnos de nacionalismo para reconocer que Nicaragua es nuestra gran madre.
Septiembre es un mes conmemorativo de historias inspiradoras, de hazañas sobre humanas, de episodios épicos, de batallas desiguales y de arrojos suicidas y temerarios que rompieron cadenas, que salieron al paso de la dignidad para vencer a los filibusteros y mercenarios que quisieron convertir a Nicaragua en una estrella para colocarla en la bandera del imperio para agenciarla como un estado más de la unión americana, lo que por supuesto se estrelló con la hombría patriótica de próceres que son los que nos inspiran.