La libertad de expresión es un bien de la humanidad, es uno de los valores más preciados de la democracia. La libertad de expresión es un activo de la civilización que conduce a que el ciudadano tenga una cámara que permita fotografiar la realidad de un país, de la actividad política, del andar económico, de la verdad social o del estado efectivo de la comunidad. La libertad de expresión es un principio que apoya la libertad de una persona o un colectivo para emitir opiniones e ideas sin temor a represalias, censura o sanción de ninguna forma. Por eso la libertad de expresión se tiene como un derecho humano planetariamente reconocido por las Naciones Unidas y es una de las asignaturas más celosamente cuidadas cuando las sociedades, por sus contradicciones políticas, la afectan, la limitan, la restringen, lo que equivale a decir que la violentan y quienes hacen esto se lanzan contra la democracia y los gobiernos que lo hacen se tiranizan.
En Nicaragua la libertad de expresión no existe. En Nicaragua lo que existe es el libertinaje más crudo jamás visto en su historia. Aquí, desde alguien que se dice periodista, otro que se le ocurrió pensar que es comentarista o cualquier hijo de vecino, a los que les abren micrófonos en algunos programas, generalmente emisoras, se lanzan contra la verdad y desde la especulación que plantean o desde la mentira que construyen piensan que, sin ser veraces, menos objetivos, están haciendo uso constitucional de la “libertad de expresión”.
En esta Nicaragua el libertinaje, circunscrito específicamente a la expresión del pensamiento político, de la manifestación política, del discurso político administrado por hombres y mujeres de prensa, que a su vez son estimulados por quienes tienen como fin el caos, hizo al país un inmenso daño, generó en los diferentes agentes por los cuales la nación se vale una tremenda postración y frustración que fue el resultado de la violencia y del odio que nos impuso una guerra mediática donde la mentira, la difamación, la calumnia, la injuria, la tergiversación y la manipulación fueron los jinetes del apocalipsis.
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La libertad de expresión y la libertad de informar no tiene nada que ver con la mentira, absolutamente nada. Si es verdad, si tengo pruebas de lo que digo, si domino el tema porque lo investigué entonces seré capaz de afirmar con categoría que los pelos de la mula son pardos porque los tengo en la mano y con esa verdad podré o no afectar a una persona o un conglomerado, pero si lo que digo es cierto entonces sí estaré ejerciendo responsablemente la libertad de expresión y las leyes me acuerparán y me protegerán porque tendré capacidad de probarlo ante alguien que considere lo contrario o pretenda acusarme por injurias o calumnias.
¿Quién dijo que los periodistas o cualquier ciudadano ejerce la libertad de expresión cuando miente?
¿Quién dijo que los hombres y mujeres de prensa tenemos patente de corso para manipular, tergiversar o sacar de contexto circunstancias que ya le acarrearon al país tanta pérdida y dolor y que los medios de comunicación pueden incendiar impunemente a un país con todos y sus ciudadanos adentro?
La más grande y más poderosa bomba que Estados Unidos tiene en su arsenal no es la nuclear o la madre de todas las bombas como bautizó a la que puede de un solo impacto matar a millones de seres humanos, sino que la más grande esas bombas es la “fake news” que acabaron con Afganistán, Irak, Egipto, Libia y en nuestro hemisferio lo intentaron con Venezuela, Cuba, Nicaragua y Bolivia.
El impacto, la expansión, el daño y la mortandad de lo que hasta ahora produjo la “fake news” cuya energía proviene de la mentira es devastador y en consecuencia ya hay países, como Francia, la cuna de la revolución liberal, el que mejor que nadie conceptualizó la democracia, que ya legislaron contra ella y la penalizaron a pesar de ser esta el aliado más fuerte del imperio en Europa, pues Inglaterra que lo era está más interesada en ver que hace con el Brexit que fue una locura precisamente parida por la noticia falsa y que ahora tiene a los ingleses patas arriba, halándose los pelos porque la mayoría que aprobó quedarse fuera de la Comunidad Europea ahora lamenta haber oído a los que los embarcaron.
Rusia incrementó su lucha contra las «fake news» y lo hizo al estilo ruso, sin guantes de terciopelo, pues la Duma aprobó una ley que prohíbe la difusión en Internet y redes sociales de «noticias no verificadas, presentadas como hechos». La nueva norma de la Cámara de Diputados da poder a las autoridades, a través del ente oficial de telecomunicaciones de bloquear los sitios que no «remuevan de inmediato» los contenidos considerados como «fake news».
Las noticias falsas se han convertido en uno de los peores enemigos de los procesos electorales en el mundo y de los problemas en países que vivían en paz y en desarrollo hasta que Estados Unidos la empleó contra naciones a las que considera enemigas. Frente a esta plaga, muchos gobiernos se han propuesto generar regulaciones para atajarla.
La batalla abierta contra las fake news ha llenado portadas de medios de comunicación y ha generado intensas horas de debate político en los hemiciclos europeos porque las redes sociales se han convertido en transmisores y reproductores de virus letales contra la paz del mundo.
En los diferentes procesos electorales acontecidos en los últimos años en cualquier país, de cualquier continente, las noticias falsas siempre tuvieron un efecto demoledor con propósitos nefastos para pavimentar la pista dónde siempre aterrizó la injerencia imperial, generando el interés común de los gobiernos que se vieron amenazados por legislar en la materia porque las fake news en muchos casos se volvieron una amenaza a la seguridad nacional de muchas naciones.
Por un tiempo se llegó a pensar que el mejor pasto de cultivo de las noticias falsas era el internet pero la verdad es, que desde que esta plataforma, la fake news, dio un salto como garrapata a los medios de comunicación convencionales, la televisión, el periódico y la radio, por supuesto con una dosis muy interesada en hacerlo, tomaban como fuente cierta cualquier barbaridad dicha gráfica, visual o literal en las tales redes sociales donde cualquier acémila dibujaba escenarios inexistentes con imágenes de otros lados y de otros contextos para imponerlos como la realidad propia de países a los que directamente siempre pretendieron afectar y en muchos casos lo lograron.
Nicaragua es una de las víctimas más afectadas por la fake news o noticia falsa porque el terrorismo que ya conocemos incubó y parió tanta mentira sobre nuestra realidad interna que mientras eso sucedía una comisión europea, solicitaba a un grupo de expertos que estudiara la posible elaboración de una norma respecto a las fake news por el inmenso peligro que esta representa, pero contradictoriamente haciéndose eco de las mentiras que por allá del 2018 se decían de nosotros.
Aunque el equipo de la Comisión Europea compuesto por 39 expertos entendió que el problema de la desinformación puede tener graves efectos plantearon que sería positivo apostar por una mayor educación de los ciudadanos y la autorregulación de los medios digitales, pero sin dejar de buscar mecanismos que reduzcan el impacto que la desconfiguración de la verdad tiene porque así se destruyeron literalmente países, se descompusieron sociedades que fueron corroídas por el odio, economías de alto relieve fueron devastadas y lo triste y lamentable con tragedias prolongadas y permanentes porque muchas naciones que lo sufrieron aún no se reponen.
Gracias al Creador en nuestro país, quienes hicieron de la noticia falsa un arma contra la paz lograron efectivamente hacernos retroceder en el impulso que llevábamos hasta antes del del 2018, pero ven cómo estamos ahora, otra vez punteando en los índices del crecimiento económico, generando condiciones para más plazas de trabajo, ahora sí con más seguridad y estabilidad para estimular la atracción del capital extranjero y para entusiasmar al propio y claro yendo adelante con la frente en alto y orgullosos de sentirnos incluidos en el desarrollo y prosperidad de la patria y esa es nuestra gran verdad contra la mentira que representa la “Fake News”.