Este 23 de julio el Frente Sandinista de Liberación Nacional, el FSLN, arribó a 62 años de fundación y dado el peso específico que tiene en la historia del país me parece que es un tema de ineludible abordaje porque estas cuatro letras, para los que lo aceptan y los que no, ya son una huella, tan hondamente profunda que desde cualquier lado que se vea es simplemente trascendental.
La generación que me antecedió, la mía y las sub siguientes, invariablemente unos más activos, otros menos, hemos sido tocados por esta realidad nacional que hoy es un partido político por los rigores de ley, pero en realidad hablamos de una gigantesca plataforma social cuya fortaleza está en las adversidades que a lo largo de su existir transformó en victorias porque cada una de ellas fueron el resultado de la entrega incondicional de cuadros que con mucha razón el sandinismo venera y a los más de 50 mil mártires por los cuales Nicaragua es libre.
No se extrañen, quienes me escuchan o leen, decir estas cosas. Hay en el reducido mundo de la escoria quienes sin ver más allá de sus narices me llaman camaleón u otras barbaridades porque me confieso sandinista, antiimperialista y profundamente nacionalista y al respecto creo que debo un testimonio, aun así no se me haya pedido, para compartir que mi sandinismo no es coyuntural, sino que mi origen político es sandinista desde que fui parte de sus células desde los catorce años cuando los chateles y jóvenes de aquel entonces fusil en mano, tomándonos colegios y universidades o levantando barricadas, luchábamos a muerte en la insurrección contra la dictadura que el FSLN a la vanguardia de todo un pueblo venció el 19 de julio de 1979.
Muchas personas como yo, que leímos de la revolución liberal de José Santos Zelaya, del liberalismo de Zeledón, Sandino y Rigoberto López Pérez, fuimos parte del FSLN y queremos seguir siendo porque creímos que era posible la Nicaragua que hoy tenemos y que aunque disentimos de situaciones que sucedieron en los ochenta y nos fuimos a otra guerra, la fratricida, donde nadie ganó solo perdió el país, los que estábamos en el frente sur con Edén Pastora nunca dejamos de ser sandinistas porque aquella era una guerra a la que denominábamos la de los “espejos” porque los de un lado y de otro, unos en el Frente Sandinista de Liberación Nacional, FSLN y otros en el Frente Revolucionario Sandino, FRS, luchábamos con pañoletas roja y negras, y gritábamos patria libre o morir, aquí y patria libre o morir, allá.
Al liberalismo y sandinismo nicaragüense los unen dos cosas fundamentales; sus revoluciones profundamente transformadoras y el nacionalismo patriótico y orgulloso que profesan y eso hay que comprenderlo en su verdadera dimensión y de ahí que exalte hoy el 62 aniversario de la fundación del FSLN, de esas cuatro letras que cambiaron irreversiblemente al país y que representan una fuerza sostenida por un pueblo que se sabe redimido, por un ejército y una policía nacidos del pueblo, por una historia inspiradora y por supuesto por el resultado de sus acciones en tiempos de paz que no son otra cosa que la esperanza y la satisfacción plena de haber probado que aquí el único enemigo es la pobreza y que vamos tras sus huesos.
Uno hace un recorrido por las abundantes páginas de nuestra historia y nos damos cuenta que nada en el pasado y nada en el presente puede compararse con el FSLN que indiscutiblemente tiene un matiz de partido por razones de ley, ya lo dije antes, pero no hay duda que más allá de eso es también un partido único, no por la interpretación que el fracasado oposicionismo le quiera dar a la expresión, sino porque es único en todos los sentidos.
El FSLN nació haciendo suyo el legado profundamente nacionalista de quienes por un ideal, que ahora se expande más allá de nuestras fronteras, fueron los grandes prohombres de la nación que murieron por una patria libre contra la intervención, la invasión, las dinastías y las dictaduras; El FSLN fue el David clandestino contra el Goliat asesino; Fue el que no declinó frente a las derrotas; El que jamás luchó para figurar sino para liberar; El FSLN fue una escuela que forjó, desde el centro de pensamiento que es, a guerreros espartanos que con humildad mística hicieron de la disciplina y la perseverancia las herramientas para construir la Nicaragua que siempre quisimos.
El FSLN es un gigantesco movimiento social que desde la revolución que todos los días se fortalece siempre recuerda sus gestas porque es una organización con historia y eso lo hace ser, tan totalmente diferente, que lo hace único porque no hay nada que se le pueda comparar y si estoy equivocado que me lo demuestren.
En la década de los ochenta una serie de factores se conjugaron para negarnos el poder vivir en paz y como las cosas nunca son producto de la casualidad sino de una efectiva voluntad divina tuvimos que pasar las amargas para que todos comprendiéramos que la guerra jamás volvería a ser una opción y por eso mismo el Frente Sandinista de Liberación Nacional, con su líder Daniel Ortega al frente, con sabiduría, perseverancia y absoluta serenidad supo desmontar y vencer la que otra vez, Estados Unidos, quiso imponernos en el 2018. Abordar ese conflicto sangriento de la manera que se hizo solo fue producto de la voluntad política de un FSLN que respaldó maduramente las decisiones de su líder que encontró en la razón la fuerza que requería para vencer nuevamente al criminal imperio norteamericano.
Me queda claro que la Nicaragua Sandinista que tenemos sabe de los retos que tiene por delante y sabe que sus verdaderos enemigos, con el concurso de los infaltables sirvientes nacionales, están afuera y de ahí que se perciba un ambiente místico en un sandinismo que traspasa cualquier expresión partidaria y solo aquellos que se inspiran en quienes lo pretendieron asesinar al General de hombres y mujeres libres, Augusto Calderon Sandino, y que más tarde lo vendieron como bandolero y que intentaron borrarlo de la historia, como si nunca hubiese existido, son los únicos que en su monumental ignorancia creen que pueden literalmente tapar el sol con un dedo, es decir, ignorar que la más grande vergüenza que el imperio norteamericano sufrió en el mundo fue aquí en Nicaragua y que quien venció a Goliat fue nuestro inmortalizado David, Agusto C. Sandino y ese es el ADN político e ideológico de la Nicaragua orgullosamente sandinista que tenemos hoy para reafirmar que estamos y seguimos luchando contra el mismo enemigo, la oscuridad de la ignorancia, la pobreza de las miserias humanas, los regala patria que por estar ellos bien son capaces de vender hasta sus propias madres y contra aquellos traidores que quieren ver a nuestro país colgado como una estrella más de la bandera imperial y que no quieren entender que Nicaragua es de nosotros los nicaragüenses.
Hay que realizar que existe un vínculo indisoluble e intrínseco entre el FSLN y el sandinismo. El FSLN es quien reivindica a Sandino, es quien derroca por la vía de una revolución a los asesinos de Sandino, es quien recupera el sentimiento de dignidad ante el enemigo histórico de Nicaragua, Estados Unidos, pero en lo fundamental es el FSLN quien nos devuelve a los nicaragüenses la heroicidad rescatada del General de Hombres Libres y con ello la verdadera libertad de gozar un proceso social basado en un estricto principio de humanidad donde todos y no unos pocos sean los usufructuantes del derecho y las oportunidades.
El antiimperialismo lo establece en Nicaragua y lo exporta más allá de nuestras fronteras el General de Hombres Libres, pero el Sandinismo y el FSLN nace con el asesinato de ese pequeño gigante que germina como una semilla de luz que desde la espesura del Chipote escribía para el futuro una revolución social para una Nicaragua que empobrecida por los políticos que lo embaucaron fuese de prosperidad y de paz porque por la falta de prosperidad y por la falta de paz es que Augusto C. Sandino se fue a la montaña para hacer la guerra al más feroz ejército del planeta.
El sandinismo hoy por hoy es la más alta expresión de unidad nacional, es un imán y alianza patriótica entre la inmensa mayoría que amante de la patria que nos representa el terruño aceita las armas de la razón y la verdad para reencarnar en el Ejército Defensor de la Soberanía Nacional y vencer, desterrar, acabar, sepultar y extinguir la canallada de las miserias humanas que ejecutaron en abril de 2018 un plan criminal de exterminio que se estrelló con la sabiduría de un sandinismo que decidió su venganza y reacción a través de un misil poderoso que el pueblo, en su inmensa mayoría, usó para disparar desde todo proceso electoral, nacional, municipal o regional contra aquellos que fueron y terminaron fusilados por el mecanismo político de la democracia, por el pueblo elector que dijo a nuestras autoridades las escogemos nosotros.
El sandinismo y el FSLN, eje y motor de la Alianza Unida Nicaragua Triunfa, sabe que es ganador de mil batallas que cada resultado de lo que persigue le es previsible porque es una maquinaria que no conoce la improvisación, que es en sí una metodología que opera como una máquina que avanza, no se detiene, que es 4×4, todo terreno en la búsqueda del bien y la seguridad del futuro que quiere seguir construyendo en beneficio de las grandes mayorías y no se conforma con ganar, sino que el sandinismo y el FSLN le calla siempre y con acciones precisas el pico al depredador imperio norteamericano porque éste sandinismo que ama la paz, tuvo que ir a la guerra para alcanzarla, establecerla e imponerla pero no porque si, sino para hacer hospitales, escuelas, estadios deportivos, carreteras, caminos, comunicaciones, llevar luz y agua donde no hay, recuperar el turismo, mejorar la vida de todos sin distinción de colores políticos ni ideológicos y sobre todo hacer de Nicaragua una de las naciones más prósperas y desarrolladas en tierra firme de América Latina y no es necesario que pretenda convencer a alguien de esto, en este 2023 seremos una de las pocas naciones en crecer y cuidado la número uno.
El sandinismo y el FSLN más que una expresión política o ideológica es una actitud vencedora, indeclinable, optimista y en rediseño permanente porque no se estanca, porque es una energía en revolución permanente y de ahí que sea alegre, solidario, cristiano y socialista en el mejor sentido de la palabra porque no tiene en su diccionario la palabra envidia, egoísmo, descalificación, sino que por el contrario es un espíritu de servicio a los demás que no espera una orientación para actuar sino que su punto de partida es siempre ser mejores que ayer porque el verdadero sandinismo se descubrió cuando supo reconocer, desde un prisma eminentemente auto crítico que cometió errores, pero que tuvo la valentía de enmendarlos no para que escucháramos sus dispensas, sino para desde un gobierno en paz, como ahora, lograr inobjetablemente la transformación de todo el país que es el que tenemos hoy, el mejor de toda nuestra historia y para aquellos que sufren por eso que se preparen a sufrir más porque vamos por todo a través de las elecciones regionales que tenemos a las puertas dónde hay un caribe que por primera vez en su historia tiene conciencia plana de sentirse nicaragüense.
La victoria, que es sinónimo de sandinismo, está certificada por la paciencia, la tolerancia, el espíritu de conciliación y sabiduría con que se ha actuado desde una posición de unidad nacional, la de la mayoría de los nicaragüenses que ya vencimos, los que somos parte del sandinismo de todos, el que es capaz de atraer voluntades hacia un mismo propósito, el que nos permite hacer efectivo aquello de que Sandino vive y de que la lucha sigue.
QUE DIOS BENDIGA A NICARAGUA.