Hay muchos temas que cuando se enfocan o se plantean, de acuerdo al énfasis que el expositor les quiera dar, que de la misma manera que nos pueden llenar las expectativas que depositamos en ellos, de la misma manera pueden quedar a debernos cuando por un interés específicamente burdo, se dirige un mensaje, tan sesgado, que pierde de vista su verdadera integralidad.
No todos tenemos un radar de visión amplio, a lo mejor requerimos de una campimetría, que nos permita medir nuestro campo visual, es decir, la amplitud de la visión periférica o lateral una vez que fijas la mirada en un determinado punto u objeto porque a veces pasan cosas a nuestro alrededor de las que no nos damos cuenta porque no hay posibilidad de fijarlas o porque simplemente no lo queremos hacer porque no nos interesa, porque lo que queremos vender sobre determinado tema no abarca la totalidad del universo que encierra.
Me preguntan sobre cómo determinó los temas editoriales de Detalles del Momento y francamente debo decir que es un reto porque, aunque generalmente van con la coyuntura, y de ahí el nombre de mi programa, tanto en televisión como en radio, lo cierto es que los temas se desprenden desde lo que nos sugieren, desde lo que uno conversa en la calle o en la oficina donde hago gestiones o de lo que uno lee o escucha en cualquier otro medio al que monitoreemos porque en periodismo y en política hay que estar al tanto hasta de lo dice el adversario para saber por dónde anda o a dónde nos quiere llevar.
En este caso escuchaba un debate de opiniones en una emisora entre unos panelistas que hablaban sobre lo que es la democracia, por supuesto que cada quien desde el cristal con que la ve, y cada quien apostaba estar en lo correcto a la hora de definir el término de lo que significa concentrándose la mayoría, en que la democracia es alternabilidad en el poder, separación de poderes, libertad de expresión, respeto a los derechos humanos y otros aspectos válidos, aunque estrictamente políticos.
Por supuesto que todo eso es parte de la democracia y cuando hablamos de elecciones libres, es porque hay elecciones libres, pero terminan siendo un “fraude o un robo” porque el oposicionismo como no gana, por falta de propuestas y de candidatos atractivos, honestos y potables, entonces llegan a llamar al reducido grupo de gentes que les puede apoyar a abstenerse, a no votar por ellos, porque saben que no tienen organización y entonces les resulta más fácil deslegitimar el proceso para que afuera el más interesado, el imperio, diga que aquí no hay elecciones transparentes y así estimule las patrañas y mentiras de los peleles que se creen la especie, no porque sea cierta, sino por una actitud servil con Washington.
En una democracia la separación de poderes es importante pero aquí para el fracasado oposicionismo, que no existe, argumenta que el presidente de la República, en este caso Daniel Ortega los controla a todos. En tiempos Violeta Chamorro, de Arnoldo Alemán y del tristemente célebre Enrique Bolaños, cuando la Asamblea Nacional era controlada por el MRS, PLC y sus aliados, respectivamente, los magistrados de la Corte Suprema y del Consejo Supremo Electoral, eran nombrados por la mayoría parlamentaria, que no era la bancada Roja y negra y al final, quien los coordinaba era el presidente de la república y en ese momento los que hoy dicen que no hay separación de poderes decían todo lo contrario porque muchos de esos fueron magistrados y para colmo no servían para nada más que para figurar y pavonearse como los grandes personajes de la época y ganar salarios prohibitivos si consideramos la pobreza extrema de aquellos tiempos, porque entonces el presidente de la república se echaba a la bolsa 10 mil dólares y los ministros 8,7,6 y el más chanfaina cinco mil dólares por debajo de la mesa porque por arriba, en la nómina oficial, también había otra cifra que cobrar.
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La libertad de expresión es, no hay duda, un parámetro válido del significado de democracia y en este rubro la actual administración de gobierno tiene notas sobresalientes porque aquí los decibeles en algunos medios de comunicación que mienten, desinforman, calumnian y difaman están por encima del libertinaje y si aquí se aplicara la ley y tuviéramos que ir a los tribunales para que los voceros del terrorismo respondan por sus canalladas, la justicia tendría que dedicarse solo a condenar a tapudos y escribanos que le siguen haciendo un tremendo daño al periodismo, a la honra y dignidad de mucha gente y por ello ya han sido condenado algunos porque la justicia también es parte de la democracia.
En la democracia el respeto a los derechos humanos, el respeto a las minorías, a lo que piensan y a lo que dicen existe, pero lo que no existe por parte de quienes en realidad la niegan, es respeto a la autoridad, es respeto a la vida y al pensamiento ajeno, si usted no piensa igual a una miseria humana, Dios lo guarde porque el odio le caerá encima.
Aquí quienes son dictadores e intolerantes, aquellos que no se soportan entre sí, que campean en la división de sus propias refriegas y para quienes democracia es el irrespeto a la ley y al derecho de los demás, porque el terrorista no concibe que otros tengamos humanamente el derecho a vivir en paz y cuando estos vándalos caen presos, por efecto de sus delitos y andadas criminales, entonces gritan violación a sus derechos humanos y es cuando aparecen los vividores defendiendo a los victimarios y desamparando a las víctimas porque ese es el negocio que por supuesto nada tiene que ver con la democracia pero sí mucho con la estafa de Vilma Núñez, Marcos Carmona o Álvaro Leyva que son al final agentes al servicio de lo más rancio de la política invasiva e intervencionista de quien les financiaba y que los usa para propósitos totalmente antidemocráticos que lastiman a la mayoría de los nicaragüenses.
La democracia es tener un alto sentido de lo que son los derechos y obligaciones. No funciona cuando al exigir tus derechos crees que solo uno y no los demás los tienen y se te ocurrió que manifestarte y marchar es para destruir, para quemar, para agredir o para insultar a quien te reclama porque con tu actitud afectas directamente a los demás.
La democracia no es solo que tengas derecho a ser electo, sino que, al postularte para tal propósito, tangas certeza de que los electores van a observar en ti a una persona con los suficientes valores como para que se hagan representar por vos, pero si no tienes ese elemental requisito, nunca alcanzarás un cargo de elección popular, sobre todo en un país tan pequeño como el nuestro dónde todos sabemos quién es quién y donde la ignorancia no entiende que no es lo mismo política que politiquería.
Ahora bien, de lo que he hablado hasta el momento, es la democracia política con la que ningún pueblo prospera porque la base del desarrollo es otra cosa y no tiene nada que ver con los apetitos personales y de figuración con los que algunos creen es el camino hacia la toma del poder, y no necesariamente para servir.
La democracia en la que el pueblo realmente cree es aquella que esta antecedida de propuestas para la colectividad y no para las élites. Por ejemplo, aquí en Nicaragua este club de oposicionistas desde que desataron sus demonios contra la paz hasta nuestros días no han hecho una sola oferta social a la nación porque se la han pasado repitiendo y repitiendo que se vaya Ortega, pero no te dicen para qué, qué harían de ser cierto ese sueño para ellos y pesadilla para los demás, aunque esté en los cuernos de la luna, tampoco te dicen cómo van a arreglar al país porque creen que los gringos mandarán sus aviones para bombardearnos con dólares desde aquel portaviones que nunca llegó.
Los gringos, a los que algunos ven como paradigma, no están interesados en la democracia en Nicaragua, pero sí en que Daniel Ortega no esté en el poder porque es un mal ejemplo. En la década de los 90s la expresidenta Violeta Barrios abusivamente y sin consulta previa a nadie le perdonó la sentencia que la Haya había dictado contra Estados Unidos y que se llegó a calcular en unos 17 mil millones de dólares y en siete años de gobierno ultra conservador y pronalista el imperio lo único que dio a cambio fueron migajas y lástima.
Y la misma conducta tuvo con Arnoldo Alemán y con el ario y tristemente célebre de Enrique Bolaños, a pesar de ser este el clon mejorado de Adolfo Díaz y cuando llegó nuevamente a la presidencia Daniel Ortega lo primero que hizo el imperio fue quitar la Cuenta Reto del Milenio porque el Tío Sam no observaba satisfechos sus caprichos y aunque se mantuvo con ellos relaciones respetuosas, el yanqui por debajera financiaba, capacitaba y armaba el golpe de 2018 y todo porque el gobierno rojo y negro de Nicaragua con sus proyectos sociales, con poco pero con eficacia, había logrado ubicar a Nicaragua no solo como una de las naciones con mayor crecimiento en el hemisferio sino con una impactante visión social que obviamente perturbó el sueño del inquilino 45 de la Casa Blanca.
No le gustó a Donald Trump el ejemplo de Nicaragua en una América Latina interesada en una izquierda como la sandinista que con un respaldo abrumador de su pueblo sigue hacia adelante desmontando un capitalismo salvaje con una revolución socialista, cristiana y solidaria que está en pie no por discursos cargados de promesas sino por hechos y por realidades.
El papa Francisco ha afirmado, me imagino que, contra la molestia de algunos obispos y sacerdotes de aquí, que «no hay democracia con hambre, ni desarrollo con pobreza, ni justicia en la inequidad». Estas palabras deberían hacerlas propias los vándalos sotanudos de nuestro país, a quienes recordamos que el sumo pontífice las remarcó durante la clausura de la Cumbre Panamericana de Jueces sobre Derechos Sociales y Doctrina Franciscana, celebrada en el Vaticano donde se cuestionaba la visión egoísta y limitada de una democracia fundamentada en el capitalismo salvaje.
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«Un sistema político-económico, para su sano desarrollo, necesita garantizar que la democracia no sea sólo nominal, sino que pueda verse plasmada en acciones concretas que velen por la dignidad de todos sus habitantes bajo la lógica del bien común, en un llamado a la solidaridad y una opción preferencial por los pobres», dijo Jorge Bergoglio. Entonces el Papa Francisco mostró su preocupación por las «voces» de «algunos ‘doctrinarios’, que tratan de ‘explicar’ que los derechos sociales son ‘viejos'» y no aportan nada a las sociedades actuales.
El papa hizo un llamado para que los países trabajen en favor de la igualdad y minimicen cada vez más la «exclusión y segregación, de modo que la inequidad no tenga la última palabra».
Que distinta la visión del Sumo Pontífice de aquella que tienen los obispos y sacerdotes golpistas de aquí que, en vez de tener un horizonte ampliamente democrático, lo que equivale tener efectivamente una opción preferencial por los pobres no con los ricos a los que le sobra todo, no con las oligarquías que creen que el reino les pertenece exclusivamente a ellos, no con los explotadores que no tienen alma, no con ese capitalismo salvaje que tanto dolor nos ha provocado.
La democracia es realmente integral y su materia prima está en la suma, en la multiplicación y no en la resta y la división de quienes se caracterizan por un oposicionismo demencial y peligroso para una nación que como la nuestra es gobernada por un sistema efectivamente democrático porque centra sus esfuerzos en beneficio de una mayoría que jamás en su historia recibió tanto como ahora.