Escrito por: César Mairena
“Fue un equipo de abogados y fuimos a dar la batalla a la Corte, y Miguel siempre con ese entusiasmo cuando escuchaba criterios pesimistas y al final la sentencia, y al final por primera vez en la historia era condenado un Estado, una potencia, la mayor potencia del planeta, era condenada por actos de terrorismo en contra de Nicaragua, por acciones criminales en contra de Nicaragua”. (Comandante Daniel Ortega, 8 de junio de 2017).
“Fue hermano indoblegable, fue hermano que combatió con el pueblo, por el pueblo, junto al pueblo, por todas las causas justas, lleno de alegría, de esperanza, de confianza y seguro del futuro mejor que todos queremos y merecemos». (Cra. Rosario Murillo, 8 de junio de 2017).
El padre Miguel D´Escoto Brockmann, fue un sacerdote que amó al prójimo con total entrega, desprendimiento, generosidad y congruencia entre sus palabras, pensamientos, sentimientos y acciones. Demostró al mundo que el amor verdadero por un país y su gente, trasciende fronteras, diferencias, distancias, límites, miedo, amenazas, retos y produce milagros, milagros que nos enseñan que únicamente el bien vence al mal y que, al defender a los débiles, es posible derrotar a los poderosos.
Nuestro querido y admirado Miguel nació un día como hoy, en 1933, en Los Ángeles, California, Estados Unidos. Hoy celebramos el 92 aniversario de su nacimiento, recordando una vida extraordinaria, marcada por actos valientes, guiados por una profunda fe, una inquebrantable devoción a Dios y un amor al prójimo sin límites.
Su devoción religiosa
Fue ordenado sacerdote católico en la orden Maryknoll en 1961 y se convirtió en un ferviente defensor de la Teología de la Liberación. Desde esa convicción, dedicó su vida a la lucha por un mundo más justo, donde todos tuviéramos los mismos derechos.
El padre d’Escoto Brockmann tuvo sus primeros contactos con la injusticia y la pobreza causada por la exclusión y la explotación al trabajar junto a los habitantes de las «favelas» en las periferias de Río de Janeiro, Brasil. Su compromiso también lo llevó a luchar por mejorar las condiciones de vida de los más necesitados en las «villas miseria» de Santiago de Chile y en diversas comunidades de México.
Su militante y ejemplar sensibilidad social, sumada a su formación en filosofía, teología, economía y comunicación, lo convirtió en un incansable servidor de los pobres.
En 1972, respondió al llamado de su amada Nicaragua, país del cual también era ciudadano, brindando su apoyo a los damnificados del devastador terremoto de diciembre que destruyó gran parte de Managua.
Su ingreso al FSLN
Su amor por los pobres, la justicia y la paz lo llevó, en 1975, a unirse al Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), convencido de que «entre cristianismo y revolución no hay contradicción».
Su heroica labor diplomática
Con el triunfo de la Revolución Popular Sandinista el 19 de julio de 1979, fue nombrado Canciller de Nicaragua, cargo que desempeñó hasta 1990. Durante su gestión, enfrentó duros desafíos diplomáticos, especialmente ante la Organización de Estados Americanos (OEA), o el «Ministerio de Colonias» de Estados Unidos. Este foro multilateral, lejos de fomentar la unidad entre los países del continente, se ha señalado históricamente por justificar golpes de Estado e intervenciones económicas y militares de Estados Unidos en contra de gobiernos progresistas y de izquierda en la región.
Como Canciller de la República, desempeñó un papel fundamental en los procesos de Paz iniciados por el Grupo de Contadora y en los Acuerdos de Esquipulas I y II, firmados en 1986 y 1987 respectivamente, que pusieron fin a los conflictos armados en Centroamérica. También fue clave en el proceso judicial que Nicaragua emprendió en 1984 ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ) contra Estados Unidos, acusándolo de financiar, entrenar y armar a La Contra, en violación del derecho internacional. La CIJ emitió una sentencia en 1986 favorable a Nicaragua, marcando un hito histórico: por primera vez, un país pequeño demostró la culpabilidad de una potencia mundial, logrando su condena. Desde entonces, Estados Unidos ha desconocido la jurisdicción de dicho tribunal internacional.
Reconocido por su compromiso con la dignidad nacional, el pueblo lo recuerda como el «Canciller de la Dignidad». En 2007, el presidente Daniel Ortega lo nombró Asesor para Asuntos Limítrofes y Relaciones Internacionales, consolidando su prestigiosa y ejemplar trayectoria diplomática, merecedora de reconocimiento internacional.
Su destacada carrera diplomática lo llevó a presidir el Sexagésimo Tercer Período de Sesiones de la Asamblea General de las Naciones Unidas, de 2008 a 2009. Durante su gestión, abogó por la refundación de la ONU para convertirla en un foro más democrático. Su agenda incluyó la defensa del presidente Manuel Zelaya tras el golpe de Estado en Honduras, respuestas a la crisis financiera mundial, y temas cruciales como el derecho a la alimentación y el agua, cambio climático, desarme nuclear, la situación de Palestina, la Noviolencia y los derechos humanos.
Su legado congruente
Le dejó a los jóvenes, el ejemplo de su lucha, su incansable generosidad y compromiso con la que enfrentó a los poderosos de la tierra desde la trinchera diplomática, para ayudar a los pobres, a los oprimidos.
Nos enseñó que la fe verdadera, el amor al prójimo, la búsqueda de la justicia para beneficiar a los que la necesitan, puede ser lograda, si tenemos el corazón valiente y resuelto.
Que se puede enfrentar al imperio norteamericano y vencerlo porque contamos se cuenta con la razón, la verdad, la historia, la justicia, el derecho y, sobre todo, el amor de Dios.
Pero dejemos, que sea él, que nos deje estas palabras llenas de fuerza, para que siempre lo recordemos y honremos:
«“El amor es lo que más se necesita en este mundo».
Miguel D´Escoto Brockmann
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