“Octubre constituyó incuestionablemente un anuncio del reconocimiento de la lucha de las masas y su participación beligerante como protagonistas directos de hechos combativos; fue la primera clarinada de la gran insurrección que, en su ofensiva final, daría al traste con la tiranía.”
Comandante Carlos Núñez Téllez
Octubre Victorioso
Las acciones guerrilleras de octubre de 1977 se erigen como uno de los pilares más significativos en la historia de la lucha revolucionaria de Nicaragua. No solo por los altos niveles de valentía demostrados por el pueblo, que las convierten en una de nuestras páginas más gloriosas, sino también por las profundas repercusiones que tuvieron en la configuración de la estrategia del FSLN para derrocar la dictadura y tomar el poder.
San Carlos, Masaya y Ocotal evidencian que, a pesar de los reveses y la persecución, el FSLN no se desalienta, demostrando su capacidad para retomar la ofensiva. Estas acciones reflejan la autoridad política del FSLN en el seno del pueblo, que ha alcanzado un nivel de conciencia tal que lo impulsa a tomar las armas en respuesta al llamado de la vanguardia.
La ofensiva de octubre de 1977 representa una clara evidencia de la ilegitimidad de cualquier esfuerzo por rescatar la inevitable crisis total a través de un somocismo «revitalizado».
El Ataque al Cuartel de San Carlos, Río San Juan
Meses antes del ataque en Costa Rica, el grupo es trasladado a una casa ubicada en un cerro a aproximadamente dos horas de San José, donde serían entrenados durante un mes y medio antes de la acción. Allí se encontraba el personal de la escuela de entrenamiento por parte del FSLN, que los prepararía para la misión, organizado de la siguiente manera: Plutarco Hernández es “Cero”, quien es el jefe; el “Uno” es Israel Lewites; el “Dos” es René Tejada “Tejadita” y otras dos compañeras cocineras.
El grupo guerrillero tenía como tareas básicas realizar ejercicios gimnásticos (flexiones y sentadillas por centenares) y recibir clases de tácticas impartidas por Plutarco, que les servirían en la experiencia guerrillera, así como aprender a armar y desarmar, y tiro con triangulación en seco.
Cuando llega el día en que la orden está dada por la Dirección Nacional para asaltar el cuartel de San Carlos, el 12 de octubre, los familiares de los combatientes que los acompañaban son evacuados por el río Zapote hacia Costa Rica, siendo escoltados hasta la bocana del río, que era un laberinto de ramales y grandes humedales.
Al anochecer del 12 de octubre de 1977, llega el momento de la verdad, y la columna guerrillera, dirige sus pasos hacia la hacienda “La Loma”, a tres horas de camino desde “Punta Limón”, el punto de partida del grupo. Muchos estaban conscientes de que iban a vencer o morir, rindiendo honor a la consigna de “Patria Libre o Morir”.
La columna llegó a “La Loma” después de tres horas de arduo camino, atravesando llanos donde incluso los caballos encontraban dificultades para avanzar. Los guerrilleros detienen a dos campesinos que pasaban por el sector y lograron ver las armas, por lo que no podían dejarlos ir. Al identificarse, se dan cuenta de que uno de ellos era hijo de la cocinera de la hacienda “La Loma”. Los campesinos se unen a la columna, demostrando gran coraje y valentía en el combate.
El combate comienza a las 04:17 horas del 13 de octubre de 1977, con cada escuadra en posición, atacando por sorpresa a la veintena de guardias genocidas acantonados en las instalaciones.
Fue un golpe momentáneo, pues a pocos kilómetros, casualmente, realizaba ejercicios militares la Escuela de Entrenamiento Básico de Infantería (EEBI), la unidad de élite de la dictadura somocista. Al escuchar las detonaciones, más de 400 tropas de la EEBI avanzaron hacia San Carlos, convirtiendo la zona en su coto de caza.
Aquellos que vivieron en carne propia esos acontecimientos recuerdan las intensas ráfagas de disparos que salían de los fusiles de la Guardia y la posterior respuesta de los guerrilleros en su huida, así como el zumbido de los aviones militares atacando en picada, llenando de terror a toda la población.
Para el grupo de valientes guerrilleros, había comenzado una odisea sumamente ardua y tuvieron que huir rápidamente hacia territorio costarricense, donde fueron apresados por las autoridades de ese país. Atrás habían quedado Ernesto Medrano, Elvis Chavarría, Donald Guevara y Roberto Pichardo; algunos de ellos murieron en combate, y otros fueron capturados y posteriormente asesinados por la Guardia.
Para comprender mejor el contexto y la importancia del asalto al Cuartel de San Carlos, es crucial recordar que esta acción formó parte de una estrategia tripartita: San Fabián en el norte, San Carlos en el sur y Masaya. Esta combinación representó una novedad en la historia de la lucha sandinista, ya que, por primera vez, el movimiento guerrillero no actuaba de forma aislada, sino que impulsaba acciones coordinadas.
El impacto fue tan grande y significativo que resulta inevitable preguntarse: ¿cómo un grupo de jóvenes logró asestar un golpe a la Guardia Nacional? Este hecho provocó que, desde su refugio, Somoza estallara en cólera e impotencia.