Barricada

Conspiración breve al pie del escritorio

En estos días en que las oficinas saben a ciudades olvidadas, como si una plaga se apodera de la bulla y esta se cristalizara de forma tal, que el polvo es rastros de granizo. Los tecleteos de las máquinas se insurreccionan levantando barricadas y abriendo papeleras como si fuesen fosas comunes, donde sólo caben los documentos caducados, las cartas mal redactadas y correcciones ensangrentadas de azul. La llave del baño se lamenta como un torturado aislado y desterrado, destinado en presagios del fin de una batalla campal.

Entre los hechos nupciales de la rutina y lo cotidiano, nadie sabe quién gobierna la recepción ni quién es el capitán y timón de la oficina central, hay disputas por todos los frentes. Ahora les ha dado a las hojas blancas tamaño carta, fungir como enviadas de paz, más no saben que la guillotina les espera lista para cortar su función en esta anarquista y torpe ilusión.

Póngale cuidado a las bujías que desde lo alto custodian la toma de este fortín, buscan traidores y conspiradores. Todo está al pie de la mesa, a esas pobres que llevan en sus venas chiclosos tatuajes y guardan rencores que no saben cómo limpiar.

 Siempre queda un testigo atento y discreto

El que cuenta los lápices que perecieron y las tintas que se gastaron, alguna calculadora que hace cuentas o guarda números innecesarios. Todo lleva un ritmo; los tacones con sus pasos y los gritos del jefe en nota mayor. La oficina aún así se prepara para envolverse en su capullo de tiempo muerto, absuelta de culpa, las lámparas bostezan y sabrá Dios qué relajo perpetrarán las sillas.

¿Dónde carajos terminan fornicando las tazas y el café?

El silencio no sólo es cómplice de la oficina y su bohemia, el calendario se detiene, los monitores se duermen pero todo inicia al desconectar la cafetera, apagando los letreros de servicio y dejando esta   conspiración breve al pie del escritorio.

Escrito por Garvel