Barricada

Darío, plasmando en versos las más duras circunstancias de la vida

Compartimos con nuestros lectores, el escrito del joven Kevin Mauricio Membreño de Managua, quien resultó ganador del I Concurso de Ensayo a Darío, Edición 2023, realizado por el Museo Lolita Soriano.

Introducción

El presente ensayo sobre Rubén Darío se centra en cómo la vida nos presenta retos que en ocasiones se expresan en las más duras circunstancias. La vida de Rubén Darío podría ser una tragedia digna de una obra clásica griega, pues fue abandonado de pequeño, murió su padre adoptivo, en 1893 falleció su primera esposa a los 3 años de matrimonio, quince años después murió su hijo Phocás; sus caídas y recaídas en el alcoholismo, todos estos escenarios hubieran hecho sucumbir a cualquier hombre en la miseria, y sin embargo, Darío sobrepuso la fe, el talento y las ganas a su tragedia personal, logrando convertirse en el maestro de la generación ilustre conocida como generación del 98, convirtiéndose en padre del Modernismo literario, y en resumen, logró ser el poeta más influyente de la poesía hispanoamericana en el siglo XX y hasta nuestros días.

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La Calumnia

Nació un 18 de enero de 1867, fruto de un matrimonio “por conveniencia”, como él describió el matrimonio de sus padres biológicos. Félix Rubén García Sarmiento, ¿Acaso era Félix Rubén Ramírez? Su infancia es tan confusa para nosotros, cómo para él era confuso recordar el rostro de su madre, de Rosa Sarmiento, pues creció separado de ella y teniendo por madre a doña Bernarda Sarmientos, y por padre, al Coronel Félix Ramírez, quien falleció siendo muy pequeño Rubén, dejando en él el más tierno recuerdo y otra herida que llevaría siempre consigo.

Un día, teniendo plena conciencia, como siempre, leía debajo del jícaro, y una vecina llamó a Rubén para que conociera a su “verdadera madre”, terrible sorpresa para él, momento en que su pueril alma experimentó la turbación que produce el saberse abandonado. Hasta ese día, su padre biológico era aquel tío por el que sentía un extraño desapego, al punto de que cuando descubrió su verdadero origen, logró comprender y grabar con letras, y en perpetuidad, su lección: La voz de la sangre, que flácida patraña romántica…” una lección hiriente, casi mortal, que lo llevó al borde del odio.

Luego de eso, la vida del poeta fue en aumento, su excepcional genio lo llevó fuera del país, lugar donde encuentra a su amada Stella, seudónimo con el que firmaba Rafaela Contreras Cañas su cuento poemático titulado “Violetas y Palomas”

Tanta fue la impresión de aquella talentosa escritora costarricense, que el 21 de junio de 1890 contrajo matrimonio en casa de la novia. Tres años después su gran amor falleció y Rubén cayó en el más profundo dolor.

Rubén había sentido el aguijón de la muerte, que deja herido para siempre a cualquier hombre.

Quince años después, en 1905, perdería a su hijo, fruto del amor con Francisca Sánchez, hijo al que dedica “Phocás el Campesino” poema breve en que Darío estalla y muestra el desprecio constante hacia el devenir trágico de la vida, vida que en su poema “Canción de otoño en Primavera” describe como dura, amarga y pesada, sin princesas, sin ilusiones; vida que sin embargo osa desafiar en el poema corto “No obstante”

 “Hay, no obstante, que ser fuerte;

Pasar todo precipicio

Y ser vencedor del Vicio

De la Locura y la Muerte.”

La vida de Rubén Darío parte en la irregularidad y el abandono, se desarrolla entre el talento, despedidas repentinas y permanentes, la gloria y los vicios, perfecto contraste que proyecta en “La calumnia”, pues pese al fango, Rubén Darío logró deslumbrar al mundo con su brillo diamantino. Dicen que en El Salvador, mandó a poner una mesa en la que se sentó con los más grandes personajes a degustar de lo más fino y excelso, pero luego se convirtió en brillo eterno del inmortal Olimpo, de los imperecederos maestros. Desde Darío, la poesía hispanoamericana no volvió a ser lo que era jamás, eso piensan los españoles.

A 107 años de su partida, hay quienes calumnian a Rubén por su falta de virtud, simplemente porque no se atreven a entender, que quizá en este mundo de tanto cambio, en este siglo de hombres “perfectos” por insensibles, por inmunes a las caídas y tristezas, un alma tan sensible como la de Rubén, no puede ser apreciada, menos por quien no tiene suficiente tiempo para degustar de uno de los poetas más grandes del habla hispanoamericana. La calumnia aún abunda, pero, “aunque el diamante todo, se encuentre del fango lleno, el valor que lo hace bueno, no perderá ni un instante, y ha de ser siempre diamante por más que lo manche el cieno”

En este tiempo, en que la crítica es herramienta de la ignorancia, en que se denigra a otros por defectos que son tan propios de aquellos que por alguna herida emocional en un momento de sus vidas se ven superados por el sufrimiento y sucumben ante su impulso decadente, es necesario, es importante pensar que Darío no pierde su esencia y grandeza por ninguna circunstancia personal, ajena a su dote artístico, poético, no resta a su maestría.

A la muerte de Rubén, Antonio Machado y Amado Nervo, miembros de la generación del 98 y discípulos voluntarios de Rubén, dejaron plasmado su nombre a la posteridad, en sus poemas dedicados a su “maestro” quien fue ejemplo de fortaleza, pues cuando la vida fue alta y larga, y llena de abismos, amó la inmensidad que es de amor encendida y ardió en la fusión de su pecho mismo.

Conclusión:

Entre el abandono de sus padres, la muerte de su esposa, la muerte de su hijo, sus consecuentes heridas y su caída en los vicios, Rubén Darío es un ejemplo de superación, de que con esfuerzo, fe y confiando en nuestros talentos y capacidades, podemos superar cualquier abismo y aportar algo positivo a quienes nos rodean.

Escrito por: Kevin Mauricio Membreño Mendieta.

Fuente:

  1. De Pedro Valentín. Vida de Rubén Darío. 2007. Impresiones y Troqueles S.A (ITSA)