El 22 de enero de cada año, se conmemora aquella trágica tarde de 1967, cuando la calle de la antigua Avenida Roosevelt se bañó de sangre de los manifestantes de Managua y provenientes de otros departamentos que participaban en una marcha contra la dictadura somocista, exigiendo elecciones libres.
Hace 55 años, decenas de miles de nicaragüenses se concentraron en la Avenida Roosevelt, para protestar contra el presidente Lorenzo Guerrero Gutiérrez y el general Anastasio Somoza Debayle, candidato del Partido Liberal Nacionalista.
Las elecciones se celebrarían pocos días después, el 5 de febrero y a todos resultaba claro que, con el apoyo de la Guardia Nacional y el control total del Tribunal Supremo Electoral, Somoza tenía asegurada la victoria. El proceso electoral, hasta ese momento había sido violento y caracterizado por un sinnúmero de irregularidades.
Los manifestantes, convocados por la coalición electoral Unión Nacional Opositora (UNO), liderada por Fernando Agüero Rocha, ese día llenaron la arteria principal de la Vieja Managua con la esperanza de poder cambiar la historia.
Formalmente ese domingo se realizaría el cierre de campaña de la UNO, sin embargo, Agüero y la dirigencia opositora concibieron esta manifestación como un dispositivo de presión para impedir la continuidad de la dinastía Somoza, exigiendo la convocatoria a nuevas elecciones, supervisadas por la OEA.
Es importante recordar que a inicios de 1967 la UNO estaba integrada solamente por los partidos Conservador de Nicaragua, Socialcristiano y Liberal Independiente. A la hora de conformar la coalición, había prevalecido el estigma anticomunista y por lo tanto habían sido excluidas las fuerzas de izquierda: Movilización Republicana (MR), integrada por los socialistas del PSN, el mismo partido MR y el FSLN.
Ese día, Agüero en su discurso afirmó que la única condición por la cual los manifestantes se retirarían de la Roosevelt, era que Somoza dejara el poder. Su discurso no fue el único, representantes de varias fuerzas políticas y gremiales tomaron la palabra.
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La tensión, que había caracterizado desde el principio la manifestación, subió dramáticamente cuando aproximadamente a las 5 de la tarde, se hizo evidente que la intención de los manifestantes era obligar a Somoza a retirarse.
Movilización desató balacera despiadada
En el ocaso de la tarde de ese domingo, decenas de manifestantes caían bajo las balas de la guardia somocista. Entre los protestantes se encontraban los revolucionarios sandinistas David Tejada y Julián Roque, quienes con sus pequeñas armas se enfrentaron a la guardia para desviarles su atención y contener la matanza.
La multitud se concentró en la Plaza de la República de Managua con pancartas y se dirigía, sobre la Avenida Roosevelt, a la Casa Presidencial, ubicada en la Loma de Tiscapa, destino que no se cumplió al escucharse el primer disparo en el sector del entonces Banco Nacional de Nicaragua y luego les sobrevino la lluvia de disparos, según los relatos de los sobrevivientes en esa época.
Eran los campesinos, obreros y pueblo en general que caían por decenas, haciendo que sobre las cunetas corriera la sangre de un número no exacto de víctimas mortales y heridos por la guardia somocista. Sin embargo muchos presumen que esta masacre causó entre mil y mil quinientos muertos.
“Es ahí donde se define el futuro de la lucha antisomocista cuando la gente entiende que la única opción es la revolucionaria alternativa del Frente Sandinista de Liberación Nacional”, afirmó en reportes anteriores el compañero Jacinto Suárez, uno de los sobrevivientes de esa masacre.
Desde ese día el Frente Sandinista cargaría el liderazgo de la lucha contra la dictadura somocista, debido a que los políticos de la oposición habían fracasado en sus intentos y “con esa matanza la gente sintió que había sido engañada y utilizada en beneficio de los intereses de los politiqueros”, comentó el diputado José Figueroa en uno de los reportajes televisivos que rememora la masacre.
Somoza desató una cacería violenta
Tras la masacre del 22 de enero, la Guardia Nacional, por orden de Somoza desató una cacería violenta en todo el país, que llevó a la cárcel un sin número de opositores políticos de las distintas fuerzas antisomocistas (incluyendo a militantes y cuadros del FSLN), sin importar que muchos opositores sacados de su casa no habían participado en la manifestación.
Otros opositores se refugiaron en las embajadas de México, Venezuela y otros países, que terminaron repletas.
De la dirigencia nacional de la UNO, el único a ser encarcelado fue el Dr. Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, quien permaneció en prisión durante casi dos meses. Agüero, en cambio, pudo continuar en campaña. El 5 de febrero, perdió las elecciones. El tercer Somoza, garantizaba con su victoria la continuidad dinástica de la dictadura.
Cuatro años después, el 28 de marzo de 1971, Agüero pactó con Somoza para ser miembro de la Junta Nacional de Gobierno (JNG) en el periodo del 1 de mayo de 1972 al 1 de diciembre de 1974. De esa forma garantizó al dictador la reelección para su segundo periodo en la presidencia.
La lucha armada era la única salida a la cruel dictadura
Tras los hechos trágicos del 22 de enero, quedó demostrado una vez más que la lucha armada era la única alternativa para liberar a Nicaragua de la dictadura somocista y el FSLN, la única organización que podía guiar al pueblo hacia su liberación.
Once años más tarde, se dio la insurrección de Monimbó y las insurrecciones de 1978 y 1979, que empezaron con un número limitado de guerrilleros, con poca cantidad de armas y en desigual combate y terminaron, en el julio de 79, derrocando a Somoza.
Las masas decidieron unirse a la sublevación, porque ahí sí hubo una organización, el FSLN, con sus militantes, cuadros y dirigentes, surgidos del pueblo y dispuestos a combatir hasta las últimas consecuencias.
“Nicaragua cerró capítulos en la historia con los politiqueros que engañaban al pueblo, como Agüero. Fue un hecho trágico lamentable, pero le enseñó al pueblo que ya no podía seguir siendo engañado y ese pueblo se incorporó a la lucha antisomocista, insurreccional vanguardizada por el Frente Sandinista hasta lograr el triunfo de la Revolución Popular Sandinista”, expresó el diputado Figueroa.
El recuerdo de las víctimas
El terremoto de 1972 cambió el escenario de ese sangriento hecho, sin embargo la calle donde se produjo la masacre contra hombres y mujeres que exigían libertades aún cuenta la historia a través de vallas metálicas, donde se pueden observar fotografías que relatan lo sucedido a través de textos y fotografías. Hoy a la calle se le conoce como Avenida Peatonal Augusto C. Sandino.
En recuerdo de las víctimas las instalaciones donde legislan los diputados lleva el nombre de “Edificio Mártires del 22 de enero de 1967”, donde todos los años se realiza un acto conmemorativo de esta acción que definió la lucha para liberar a Nicaragua de la dinastía somocista y el triunfo de la Revolución Popular Sandinista.
Fuentes:
Barricada Digital
Asamblea Nacional