Este 20 de julio se cumple 96 años de la muerte de unos de los líderes de la Revolución Mexicana, tras ser asesinado en una emboscada que le tendieron cuando se dirigía a una fiesta familiar.
Cuando nació, lo llamaron José Doroteo Arango Arámbula, pero México, Latinoamérica y el mundo lo conocieron como Pancho Villa, uno de los líderes de la Revolución Mexicana.
Francisco «Pancho» Villa creció como un niño huérfano y campesino. Tal vez por eso dedicó su lucha al mundo rural, entrega valorada por el campesinado, que hasta el día de hoy lo alza como uno de sus más grandes referentes.
Luego de una juventud siendo cuatrero, en 1910, a los 32 años, se unió al Movimiento Revolucionario Francisco Madero. Allí conoció a Abraham González, de quien recibió las enseñanzas de la educación básica, cambiándole la vida. A partir de ahí, comenzó a nutrir sus ideas políticas y a teorizar en torno a ellas.
Sobresalió como jefe de varias batallas, destacó por su rebeldía, inteligencia y audacia, convirtiéndose en gobernador de Chihuahua en 1914.
En ese cargo, Villa embargó tiendas y sustituyó a los comerciantes inescrupulosos por administradores honorables, bajó los precios del maíz, frijol y carne, expulsó del estado a muchos españoles acusados de conspirar contra México.
Además reabrió el Instituto Científico y Literario y fundó más de treinta escuelas, donde él continuó su enseñanza básica.
En diciembre de ese mismo año se unió al guerrillero Emiliano Zapata, quien se volvería su gran compañero, y juntos tomaron la Ciudad de México.
Para 1916, Pancho Villa contaba con un gran ejército de hombres llamado «los villistas». Con ellos atacó el pueblo de Columbus, en Estados Unidos (EE.UU.), erigiéndose como la única invasión extranjera en tierras norteamericanas. »
¡Viva México! ¡Mueran los gringos!», fue el grito de guerra de Pancho Villa al entrar a la nación vecina.
En represalia, el presidente estadounidense, Woodrow Wilson, envió tropas a México con la orden de capturar al revolucionario. Durante 11 meses, diez mil soldados de EE.UU. recorrieron los desiertos de Chihuahua en su búsqueda, pero Villa logró burlarlos sin ser nunca capturado por manos extranjeras.
Así pasaron años de triunfos y derrotas, hasta que bajó las armas, aunque sin dejar de trabajar y luchar por los más pobres. Fue en ese tiempo cuando fundó y organizó un pueblo de organización comunal-cooperativa, en el que vivió hasta el día de su muerte.
Cuando Álvaro Obregón llegó a la Presidencia de México, se decidió a matar a Villa, ante el temor de que este nuevamente se levantara en armas.
Fue el 20 de julio de 1923, cuando el revolucionario fue emboscado y asesinado tras un complot entre generales mexicanos y el Gobierno de Estados Unidos.
Su cabeza tenía el precio de cinco mil dólares, en esa época, mandato realizado por el periodista estadounidense William Randolph Hearst, por lo que su cadáver fue decapitado por sus homicidas, para cobrarse dicha suma de dinero.
Tomado de: TELESUR