Este 27 de junio, se conmemora el 43 aniversario de esta maniobra táctico-militar de los combatientes sandinistas de Managua (frente interno) hacia Masaya.
La decisión de replegarse se dio después de 19 días del estallido de la insurrección de Managua, en una coyuntura política en que la lucha había desembocado en una guerra abierta de todo el pueblo contra la dictadura. El país se paralizó en lo laboral y se activó en lo militar.
Muchos de los pobladores que habían colaborado con el Frente Sandinista en hacer barricadas, zanjas y otras labores, decidieron irse con los “muchachos”, porque era mejor lanzarse a la lucha que correr el riesgo de ser asesinado por la guardia somocista, en las calles de la destruida capital del país. La decisión de dejar las trincheras fue dura, era como quitarle parte de sus vidas, como recordaba el Comandante Carlos Núñez:
“Es difícil relatar las distintas reacciones que producen decisiones como esta. Para el revolucionario, es muy difícil abandonar una trinchera de combate que tanta sangre ha costado mantener. La sola posibilidad de que en la zona de combate quedara población civil que posteriormente fuera masacrada por el enemigo, en un vano intento de presentar el repliegue como una estruendosa derrota, oprimía el estómago de cada uno de los jefes, más todavía porque habíamos trazado la orden de no informar del repliegue hasta que este se iniciara.
No era para menos. Eran 19 días de intensa lucha en condiciones tremendamente difíciles; la población que aún permanecía en la zona de combate era la imagen viva de la disposición de quedarse a nuestro lado hasta el final; eran días y horas vividos intensamente en medio de las peores tensiones y de los más feroces combates, era la sangre de los hermanos caídos golpeando nuestros corazones desde sus gloriosas tumbas de héroes ejemplares, era una zona de combate, parte nuestra, cuya caída en manos del enemigo traería costos políticos… si en el fondo el corazón nos decía ¡quédense!, y la lógica más elemental, el deber asumido con la Dirección Nacional Conjunta, con nuestro pueblo, con los militantes nos decían ¡márchense!” (Comandante Carlos Núñez).
Sin embargo, algunos de los elementos más importantes que la Dirección Nacional Conjunta y el Frente Interno toman en cuenta para replegarse a Masaya fueron: la dificultad de abastecimiento de los combatientes en Managua, sobre todo el abastecimiento de municiones, además, se tomó en cuenta que el Frente Interno que había combatido por 19 días, había cumplido su misión principal: empantanar a la guardia en Managua y por la repercusión política que tuvo, se logró tener a más de la mitad de la capital en poder de las fuerzas revolucionarias, permitiendo así, la consolidación y avance de los otros frentes de guerra.
Otro elemento que se tomó en cuenta, fue la necesidad de preservar las fuerzas sandinistas revolucionarias. Era necesario conservar la valentía y el arrojo de muchísimos combatientes que se habían enfrentado a la guardia, para pasar a otros objetivos estratégicos. Después de 19 días de desgaste físico, militar y social en los barrios orientales, el repliegue táctico a Masaya era una necesidad estratégica para la continuidad de la lucha.
Además, habría que tener en cuenta que la guardia genocida en una verdadera lucha contra el pueblo, había utilizado en las primeras semanas de lucha, fuerzas de infantería y de aviación. Los combatientes sandinistas y la población lograron asimilar la experiencia y neutralizar la acción destructiva y criminal de los rockets de la aviación. Sin embargo, días antes del repliegue, la dictadura aun sin agotar sus recursos criminales, empezó a bombardear la ciudad en los barrios orientales con bombas de hasta 500 libras, causando un efecto destructivo mayor que los rockets.
Por los efectos criminales de estos bombardeos, varios centenares de pobladores comenzaron a abandonar los barrios orientales, que eran la base de sustentación de las fuerzas sandinistas.
La decisión de un repliegue táctico bien sea a León o a Masaya se venía considerando desde el 23 de junio, pero hasta el 25 se tomó la decisión de replegarse a Masaya. El 27 de junio todo el plan estratégico estaba listo y la orden de llegar a Masaya, costara lo que costara, fue dada. El comandante Carlos Núñez rememoró los preparativos del día 27 de junio:
“Cada uno de los jefes, después de recibir sus respectivas instrucciones, marchó inmediatamente a su zona de combate a preparar las condiciones para la retirada… El 27 de junio todo era actividad febril en los cuarteles, se preparaban las armas, se distribuían las dotaciones, se desarmaban las ametralladoras 50 recuperadas a las «bestias» somocistas, se distribuían las cargas para las bazucas RPG-2 y las municiones para las ametralladoras 30 y MG-42, se desmantelaba la radio y se impartían las instrucciones para la marcha. La organización del repliegue se hacía partiendo del cálculo de unas 1500 a 2000 personas, incluyendo a los heridos, la forma de organización del mismo era la marcha clásica de las columnas guerrilleras compuestas así:
a) La Vanguardia: esta comprendía los combatientes, población civil y heridos de la Nicarao, 14 de Septiembre, Santa Julia, Don Bosco, Luis Somoza, San Rafael y Rubenia. A la cabeza irían los comandantes Joaquín Cuadra, William Ramírez y Raúl Venerio.
b) El Centro: compuesto por los combatientes, heridos y población civil del barrio Ducualí, El Paraisito, El Dorado y María Auxiliadora; estas fuerzas serían dirigidas por el comandante Núñez, Osbaldo Lacayo y Walter Ferreti.
e) La Retaguardia: compuesta por los combatientes, heridos y población civil de Bello Horizonte, La Salvadorita, barrio Blandón, Santa Rosa y las fuerzas de la carretera Norte, dirigidas por el comandante Marcos Somarriba, Ramón Cabrales y Rolando Orozco”.
El 27 de junio a las 6 pm inició el repliegue táctico a Masaya. La multitud era realmente impresionante, no eran los 1500 o 2000 que se esperaban, sino que eran más de 6000 personas las que se había aglutinado en la Clínica Don Bosco, lugar escogido como punto de concentración, y eso hacía más difícil la marcha.
“Atrás quedaba la ciudad con sus luces y su silencio, atrás quedaban las trincheras como testigos mudos de los feroces combates librados, en esa zona quedaban las ruinas y las tumbas de tantos hermanos y camaradas caídos, las paradas militares con que despedimos a los jefes al momento de caer, las gigantescas barricadas que con tanto amor, coraje y entusiasmo habían venido levantando los habitantes de los barrios orientales y los milicianos, los casquillos de municiones gastados en innumerables enfrentamientos con el enemigo, los vehículos destrozados por el fuego de las tanquetas, los rockets y las bombas de 500 libras, las tanquetas destruidas, las casas despedazadas por los bombardeos, los niños, adultos y ancianos, víctimas inocentes que fueron muertos por el bombardeo criminal.
Atrás quedaba el dictador con sus esbirros teniendo cerca una zona de combate desolada, con una supuesta victoria que no podría disfrutar por mucho tiempo porque las fuerzas sandinistas que los mantuvieron a raya, marchaban hacia Masaya para consolidar el frente de lucha comprendido entre Carazo, Masaya y Granada. Así quedaba la ciudad, sola, deshecha, muda, con sus muertos más queridos, esperando el momento de la victoria para vivir por siempre.
Posteriormente supimos de la reacción de la guardia somocista el 28 de junio. Ni siquiera se habían percatado de nuestra retirada y naturalmente comenzaron por sus comunes acciones, sin imaginarse siquiera de que su lucha la libraban contra un fantasma. Su reacción al darse cuenta de nuestra ausencia fue de impotencia, de cólera, de furia destructora y aun así, vacilaron en la penetración”. (Comandante Carlos Núñez).
La consigna era llegar hasta Masaya a como diera lugar, sin dejar el más mínimo rastro al enemigo, que le permitiera provocar una masacre, con los combatientes que participaban en el repliegue. Para esto era necesario utilizar al máximo la noche para no ser descubiertos por el enemigo, y marchar lo más rápido que se pudiera.
A las 2 de la madrugada del 29 de junio, la mayoría de las columnas ya habían entrado prácticamente a Masaya, dirigiéndose al colegio Salesiano para descansar y comer algo, más de dos docenas de reses fueron sacrificadas para contener el hambre de los combatientes.
“Habíamos llegado hasta el objetivo las 6000 personas que un día antes habían salido de la capital dispuestos a proseguir la lucha en el lugar que fuera necesario; el parte de guerra había sido únicamente 6 muertos y 16 heridos y una nueva y valiosísima experiencia de desplazamiento militar que en los días subsiguientes, estábamos completamente seguros sería de mucho valor y de mucha ayuda para continuar profundizando la agonía de la dictadura y conseguir la victoria final”. (Comandante Carlos Núñez).
Masaya y Diriamba fueron consolidadas, pasando de ahí a otras localidades, asestando, además, el golpe contundente de la toma a Jinotepe, obteniendo grandes cantidades de armas, uniformes y pertrechos, los que sirvieron para la toma de Granada y otros pueblos y marchar victoriosos el 19 de julio a Managua, demostrando la justeza y validez de tomar la decisión de replegar las fuerzas del Frente Interno hacia Masaya.
La finalización del Repliegue Táctico fue una nueva y gran victoria para el sandinismo y una prueba muy dura. Su éxito se basó en el grado de disciplina, en la moral combativa y la decisión de ¡PATRIA LIBRE O MORIR!
Fuentes:
Núñez, C. (2013) Un pueblo en armas. Repliegue Táctico a Masaya. Asamblea Nacional.
Murillo, M. et al. (1986) Nicaragua y la Revolución Sandinista. Editorial Ciencias Sociales, La Habana.