El 31 de diciembre del año 1972, hace 48 años, el beisbolista puertorriqueño Roberto Clemente Walker, pasó a otro plano de vida, al caer el avión de carga DC-7 que se dirigía a Nicaragua, con el objetivo de ayudar a las personas afectadas por el estremecedor terremoto de ese año.
Roberto Clemente, nació el 18 de agosto de 1934, en Carolina, Puerto Rico. Hijo de Melchor Clemente y Luisa Walker, fue el más joven de cuatro hermanos.
Desde temprana edad practicaba todo tipo de deporte. No tardó el béisbol en convertirse en su mayor pasión.
Entró a formar parte de un equipo de béisbol profesional puertorriqueño a los 17 años de edad. A finales de la temporada de 1953 se unió a los Brooklyn Dodgers de Nueva York, pero fue traspasado a los Piratas de Pittsburgh en 1954.
Se convirtió en el primer pelotero de origen hispano elegido en ser miembro del Salón de la Fama del Béisbol.
Clemente sentía algo especial por Nicaragua. Al enterarse de lo sucedido con el devastador terremoto aquel 23 de diciembre de 1972, pensó en el sufrimiento del pueblo, por eso, no dudó nunca en retribuir amor que le brindó la tierra de Darío y Sandino, durante la vigésima edición del Campeonato de Béisbol Amateur, cuando él dirigió la selección de Puerto Rico en noviembre desde mismo año.
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Datos del trágico accidente
El domingo 31 de diciembre de 1972, Clemente y cuatro personas más, abordaron un avión de carga cuatrimotor a hélices DC-7 en San Juan, Puerto Rico, que viajaría a Nicaragua. A las 21 horas, la aeronave desapareció del radar.
En ese avión iban el piloto (Jerry Geisel), el copiloto (Arthur Rivera, dueño del avión), la estrella ligamayorista, un amigo y un mecánico, quienes llevaban contenedores con alimentos, ropa y medicinas, que eran para los damnificados del terremoto que destruyó Managua el 23 de diciembre.
El avión se estrelló en las aguas del Océano Atlántico a una milla y media del Aeropuerto Internacional de Isla Verde. Según reportes de la Marina, el problema se presentó justo en el momento en que el aparato viraba hacia la izquierda, una maniobra normal cuando el destino era hacia el norte o el oeste.
Tras el accidente, dos barcos y dos helicópteros comenzaron con la búsqueda del avión con la esperanza de encontrar con vida a los ocupantes, aunque era algo sumamente complicado, ya que era de noche y el mar estaba sumamente violento.
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Al llegar la mañana, varias embarcaciones privadas se unieron a la búsqueda, desafiando las condiciones del mar. Miles de personas fueron a la Playa de Boca de Cangrejos para observar el trabajo que realizaban los cuerpos de rescate, esperanzados en que tuvieran éxito.
Con el paso de las horas y los días, pocas cosas se encontraron, sólo algunas partes del avión, maletas y chalecos salvavidas, pero no había rastros de los ocupantes. Ante eso, fue necesario la intervención de buzos de la Marina.
El 4 de enero finalmente se pudo hallar la aeronave, estaba a 40 metros de profundidad. Las violentas olas y la poca visibilidad bajo el mar, hicieron muy complicado acceder a ella, pero lo que se confirmó fue que el avión se despedazó al hacer contacto con el agua.
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«El Cometa de Carolina», el beisbolista superlativo
El jardinero boricua fue un jugador que siempre estuvo orgulloso de su origen latinoamericano y fue ejemplo a seguir.
Un 17 de abril de 1955 debutó en el béisbol de las Grandes Ligas, el puertorriqueño Roberto Clemente Walker, conocido en el mundo beisbolístico como «El Cometa de Carolina», en honor a la ciudad boricua que lo vio nacer.
Clemente es considerado como el mejor pelotero latinoamericano de todos los tiempos, pero igualmente es apreciado como uno de los destacados jardineros derechos de las grandes ligas.
Roberto contaba con las llamadas cinco herramientas del béisbol (bateo con promedio por encima de .300, velocidad, bateo con poder, brazo y fildeo) y así lo comprueban las estadísticas.
El boricua obtuvo el premio al Jugador Más Valioso en 1966; recibió 12 veces el premio Guante de Oro; se adjudicó cuatro títulos de bateo en la Liga Nacional (1961, 1964, 1965, 1967); fue seleccionado al juego de estrellas en 12 ocasiones; logró ajustarse dos anillos de Serie Mundial (1960 y 1971); y se encuentró en el club de los tres mil imparables. Todo esto lo consiguió defendiendo los colores de los Piratas de Pittsburg.
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El cometa no olvidó jamás a su gente y en cada entrevista, luego de hablar en inglés, repetía sus declaraciones en castellano para que todos sus seguidores latinoamericanos y caribeños comprendieran su mensaje.
Clemente siempre ayudó a las personas de bajos recursos en su natal Puerto Rico y en todos los países que visitaba. Impartió clases gratuitas de béisbol a miles de niños.
Por su voluntad altruista y humanitaria, el béisbol de Grandes Ligas entrega anualmente un premio que lleva su nombre para reconocer al pelotero que realice labores sociales sin fines de lucro.
El gran Roberto Clemente Walker, será siempre recordado como un héroe, tanto adentro, como fuera de los parques de béisbol.
Fuentes:
Telesur
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