En el Día de la Dignidad, el Equipo de Barricada/Historia comparte con sus lectores el primer capítulo del libro Sandino y el 4 de mayo de 1927, escrito por el Compañero Clemente Guido Martínez, Historiador y Director de Patrimonio Histórico de la Alcaldía de Managua. Es una invitación a la lectura para poder comprender mejor un hecho histórico que cambió por siempre la historia de Nicaragua.
El General Augusto César Sandino (1895-1934), desobedece al General en jefe de la Revolución Liberal Constitucionalísta (1926-1927), José María Moncada (1870-1945), en mayo de 1927, cuando Moncada acuerda con el representante del Presidente de los Estados Unidos de Norteamérica, Henry Lewis Stimson (1867-1950), la entrega de las armas de la revolución a los marines norteamericanos, para permitir que el Presidente de facto Adolfo Díaz (1875-1964), continuara gobernando Nicaragua hasta diciembre de 1928, con el compromiso norteamericano de vigilar las elecciones convocadas para noviembre de 1928, garantizando «la paz».
Los principios fundamentales del General Sandino para rechazar el acuerdo entre Moncada-Stimson-Díaz, fue el principio de la autonomía de Nicaragua frente a los Estados Unidos de Norteamérica y el principio del Constitucionalismo.
El primero, el principio de la autonomía, consistía en lo que hoy conocemos como el principio de Soberanía Nacional de los pueblos, donde la Soberanía reside en el pueblo y es delegada a sus gobernantes a través de elecciones libres. Este principio choca con la intervención extranjera en los asuntos internos de Nicaragua, y en el caso particular del General Sandino, significaba el rechazo a las pretensiones de los Estados Unidos de Norteamérica, de continuar siendo los árbitros y policías del «orden» en Nicaragua; papel que se habían arrogado arbitrariamente desde 1909.
El otro principio, el de Constitucionalismo, consistía en el derecho constitucional del Vice-Presidente electo Don Juan Bautista Sacasa (1874-1946), para asumir la Presidencia de Nicaragua en sustitución del derrocado Presidente Carlos José Solórzano (1860-1936), a quien el General conservador Emiliano Chamorro Vargas (1871-1966), había dado un golpe de estado técnico-militar-político iniciándolo en octubre de 1925 y consumándolo en enero de 1926.
La revolución liberal de 1926 asumió el nombre de Constitucionalismo, precisamente porque arrogaba el derecho de las armas frente a la violación de la carta magna, aunque los conservadores liderados por Chamorro argumentaban que no había tal violación, puesto que el Presidente Solórzano había renunciado (bajo presión) y el Congreso de la República había declarado traidor al Vice-Presidente Sacasa por pedir asilo en México y abandonar su puesto de trabajo (forzado por el golpe), y por este mismo Congreso había elegido como sucesor «constitucional» al General Chamorro.
De tal manera que cuando el General Moncada pacta con Díaz y Stimson, el acuerdo del desarme y la aceptación de la continuidad del período Presidencial de facto del Sr. Díaz, traiciona estos dos principios fundamentales que motivaron la revolución constitucionalista.
En una carta al Coronel Pompilio Reyes (27 de noviembre de 1927), el General Sandino expresa su asco por esta actitud de Moncada:
» Yo creo que Moncada no ha cumplido con el deber que el honor
de militar le imponía, y que ese hombre solamente se sirvió de la
sangre liberal para alcanzar prebendas y puestos políticos, y fue
por eso que cambió los rifles por bailes y banquetes; si a ese
hombre,
desde el día que pactó secretamente con el enemigo, hasta el
último
día de su vida, todo lo que comiera se le hiciera sangre al tiempo
de tragarla, !no se acabaría de comer toda la sangre de los héroes
que él vendió!».
Meses antes, en una circular del 23 de mayo de 1927, el General
Sandino explica su rechazo al pacto entre Moncada-Stimson-Díaz y dice:
» Mi resolución es esta: Yo no estoy dispuesto a entregar mis
armas en caso de que todos lo hagan. Yo me haré morir con los
pocos que me acompañan porque es preferible hacernos morir
como rebeldes y no vivir como esclavos».
y ese mismo 24 de mayo, Sandino le escribe a Moncada en una carta particular:
«Ahora quiero que venga a desarmarme. Estoy en mi puesto y lo
espero. De lo contrario no me harán ceder. Yo no me vendo, ni me
rindo: tienen que vencerme. Creo cumplir con mi deber y deseo
que mi protesta quede para el futuro escrita con sangre».
Y para finalizar este breve artículo conmemorativo del 4 de mayo de 1927, declarado por el Consejo de Estado de la Revolución triunfante en 1980, Día de la Dignidad Nacional, quiero citar a General Sandino que califica este día de la siguiente manera:
«El 4 de mayo debe ser , efectivamente, día de fiesta nacional, no porque en ese día Moncada haya vendido al Ejercito Liberal, del cual era General en jefe, como a una partida de bestias; Debe ser fiesta nacional porque ese fue el día en que Nicaragua probó ante el mundo que su honor nacional no se humilla; que le quedan todavía hijos que ofrendarían su sangre para lavar las manchas que sobre ella puedan echar los traidores«.
Barricada Historia comparte con sus lectores, el libro “Sandino y el 4 de Mayo de 1927” escrito por Clemente Guido, Historiador y Director de Patrimonio Histórico de la Alcaldía de Managua.
El libro se configura como una producción de la Alcaldía del Poder Ciudadano, a través de la Dirección General de Desarrollo y su Dirección de Cultura y Patrimonio Histórico. Biblioteca Digital 2019, No. 19.
Recordando el 92 aniversario del pacto del Espino Negro, que dio luz a la actitud patriótica del General Augusto C. Sandino.
Imagen de portada – Créditos Fotográficos
– Fotografias:Archivos personales de George F. Stockes,Carl P.
Eldred y Robert H. Dunlap, Manuscripts & SpecialCollections,
Marine Corps Research Center, Quantico VA.
– Colección Walter Castillo Sandino. Nicaragua.
– Dr. Michael Schroeder. http://www.sandinorebellion.com/
index.htm
Arte y Diseño:
Octavio Morales.
Managua, 4 de mayo del 2019.