Barricada

Un elogio a la Revolución: Aquel 19 de julio de 1979

Las armas ya se alzaban, las banderas ondeaban y el sonido de patria libre esclarecía el paisaje sombrío heredado de 42 años de dictadura. Era la hora cero tan aclamada en todos los confines de nuestro pueblo, era el encuentro de las voces alzadas en las montañas y las voces silenciadas en los osarios, quienes al unísono consensuaban ¡Aquí Nicaragua Libre!.

Era el 20 de julio de 1979 y la multitud se congregaba a manifestar su sentir popular, pero en las calles la algarabía ya desbordaba hasta a los más senil, pues era inusual que un pequeño ejército loco como lo llamó la escritora chilena Gabriela Mistral, en referencia al Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua (EDSN), constituido por hombre viriles y apenas apertrechados de ideas y convicciones nacionalistas y de liberación nacional,vapuleara a la fuerza militar y demoledora de una dictadura avituallada por el imperialismo norteamericano. Pues era totalmente inaudito que, sabiendas de la aguda fuerza desproporcional de ambos, se alzara la supremacía de un pueblo frente a ldantesca y temible fuerza de un imperio.

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¡Cuántos tiempos de lucha!Tiempos en donde los sueños caían como lluvia, en donde la muerte era un premio y no un castigo, y en donde la lucha guerrillera era un roce explícito con la muerte y un paso más hacia la liberación.

Porque en la lucha sandinista atrincherar la esperanza nunca fue una opción, ni envainar la libertad una alternativa. Enarbolar la justicia mientras se asesinaban compatriotas hubiese sido una ingente desfachatez, y guardar silencio mientras se reprimía, una tácita aprobación. Pero el pueblo, aunque humilde y mesurado, siempre fue profuso en lucidez, clarividente por antonomasia, y capaz de dilucidar entre libertad y opresión, opulencia y miseria, dictadura y democracia, colonialismo y revolución.

Era el inconsciente colectivo de Nicarao y Diriangén, de José Dolores Estrada y Andrés Castro, de Zelaya y Zeledón, de Sandino y Carlos, que generó en aquella generación una consciencia de reivindicación social, que conllevó a todo un pueblo a levantar barricadas y desplomar aviones, es de recordar a Hassenfus y los héroes de Río San Juan; un pueblo que improvisó armas y tomó cuarteles, como lo fueron respectivamente, los héroes de Monimbó y los muchachos rebeldes que asaltaron el Palacio Nacional; un pueblo que llamó a insurrección y derrocó tiranos ¡Ese es el pueblo nicaragüense!

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¡Cuánta consciencia! De eso y más se ceñía Nicaragua en la plaza de la revolución en esos días de julio, días en donde la Cuba Revolucionaria y el imperialismo norteamericano, ambos en planos opuestos, atestiguaban el mismo escenario: una rebeldía masificada que producía heroísmo y esperanza para toda la Latinoamérica sumida en las funestas dictaduras auspiciadas por el imperio, como la de Strossner en Paraguay y Pinochet en Chile. Es en julio cuando se comenzó a avizorar el futuro.

Hoy decimos que así se construyen los hitos históricos.  Un solo 19 de julio de 1979 fue suficiente para que se posara el nuevo amanecer presagiado por nuestros héroes y mártires ¡Te recordamos Tomás! Desde entonces, el amanecer dejó de ser una tentación, siempre será 19 de julio en la memoria indeleble del pueblo nicaragüense.

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Por eso, cada 19 es un elogio a aquellos mártires y héroes que, desde la clandestinidad, montañas, plazas, calles y tarimas, arroparon sus almas con convicciones revolucionarias y se entregaron a la muerte, depositando sus esperanzas en nosotros, nosotros la juventud, nosotros los sandinistas, nosotros los que creemos en Tomás, Carlos, Rigoberto, Leonel, Eduardo, Luis Alfonso, Francisco y en Bismarck, nosotros los obreros, nosotros los maestros, nosotros los profesionales, nosotros los intelectuales, nosotros los del hogar, nosotros los trabajadores.

¡Vivas a la consciencia revolucionaria! ¡Vivas a la Revolución Popular Sandinista!

Por Adolfo Alejandro Díaz Pérez

Managua, 20 de junio de 2019