Barricada

Carlos Arroyo Pineda “Fermín”: Un canto a la lucha

“La vida no es sino un canto a la lucha,

y algún hueso nuestro estará en la columna vertebral

de la nueva sociedad”.

Carlos Arroyo Pineda

Con este axioma, Carlos Francisco Arroyo Pineda emprende su marcha inmortal hacia la victoria final un lunes 17 de octubre de 1977 a las 1:30 de la tarde.

La selva de concreto abraza su vehemencia en un grito definitorio de PATRIA LIBRE O MORIR, en las profundas entrañas del Barrio San Luis. Desde la copa de un árbol y el tejado de una vivienda se inmola con furia intrépida ante la saña de la genocida Guardia Nacional, sabuesos infernales de la oprobiosa dictadura somocista.

A punta de mística en ráfaga y una granada de convicciones previamente lanzada como táctica para posicionarse en mejores condiciones de lucha, se bate a muerte contra las hordas criminales, en un acto de valentía pura que revive el terror en el podrido corazón de los enemigos del pueblo y la esperanza en el alma pura de los revolucionarios, sembrados ambos sentimientos por Julio y Leonel ̶ se requiere un batallón de cobardes para abatir la carne de un guerrillero, y el fin de los tiempos para intentar fútilmente ahogar su legado de amor y sacrificio.

Las rabiosas fauces de una metralleta descargan su odio desde una unidad de las fuerzas aéreas opresoras que hacía de harpía carroñera sobre los techos del Barrio San Luis. Un plomo fundido del pánico a la implacable oratoria de “Fermín”, seudónimo adquirido por el nombre de quien en su infancia cuidó de él, impacta su incensurable boca. Visionando en el futuro la sonrisa de la niñez que estudia, crece y construye libremente la nueva sociedad, cierra sus clarividentes ojos miopes para abrir el pecho a la eternidad de los imprescindibles.

Aterriza con gravedad propia, y se entierra fecundo en el dolor de la patria, en los mítines rojinegros donde su rugir de coherencia y convicción estremecía el Auditorio Ruíz Ayestas o el Auditorio 12, en las Iglesias tomadas de León exigiendo la liberación de Tomás, en la formación político ideológica del Frente Estudiantil Revolucionario (FER), en los comunicados llenos de consciencia y mística que “Federico” le orientaba redactar y reproducir desde radios clandestinas o asaltadas, en los brazos de su madre que le rindió homenaje en lugar de llorarle, en los poemas de su padre perseguido por defender de la extorsión y el ultraje a los campesinos, en las casas de seguridad y sus habitantes clandestinos que jamás caerían por su boca, en el espíritu combativo y libertario de Nicaragua en plena guerra popular prolongada contra toda manifestación del imperialismo. En el amor al pueblo, a la vida y al porvenir de justicia y solidaridad.

Sus palabras, a través de los escritos de su madre Norma Pineda, germinaron y brotaron abundantemente florecidas, ya que nada ni nadie pudo impedir el triunfo, nada ni nadie pudo impedir que el 19 de julio de 1979 brillara un sol finalmente conocido sobre las feraces tierras de nuestra Patria. Es nuestra tarea permanente como revolucionarios fortalecer el candor de ese sol para que calcine de una vez para siempre el germen de la discordia y entierre igualmente para siempre la cruda realidad de la guerra impuesta por los agresores intervencionistas. Solo así, Carlos seguirá siendo hueso denso de nuestra columna vertebral.

VIDA Y GESTA REVOLUCIONARIA

Para comprender el legado de Carlos Arroyo Pineda, debemos conocer su historia. Carlos nace un 8 de enero de 1953, como tercero de 3 hermanos y 3 hermanas, de madre Norma Pineda y de padre Carlos Arroyo Buitrago. Primer varón, lo que en la época de su nacimiento tenía mayor trascendencia por el tipo de relaciones familiares predominantes en esos tiempos. En su crecimiento evidencia un “perfil de joven disciplinado, comedido, respetuoso y cariñoso, lo que a su vez infunde esos mismos sentimientos en aquellos que le rodean, tanto en la familia como en su comunidad”, expresa su hermano Álvaro Arroyo, en especial los niños del vecindario con los que jugaba siendo todos iguales ante los otros, valores de justicia y solidaridad que no eran fomentados ni mucho menos practicados por otras familias acomodadas de Matagalpa, su ciudad natal.

Desarrolla sus primeros estudios en el Colegio San Luis y posteriormente en el Instituto Nacional Eliseo Picado, del que habían salido altos cuadros militantes del Frente Sandinista de Liberación Nacional como el mismo padre de nuestra revolución Carlos Fonseca Amador. Al graduarse, decide estudiar en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua en León la carrera de Derecho en 1971, siguiendo el ejemplo de su padre abogado que supo catalizar en lo personal, social y académico.

De inmediato, y por la influencia de su participación en acciones de protesta durante su secundaria en Matagalpa, se integra al convulso movimiento estudiantil que se disputa el Centro Universitario de la Universidad Nacional (CUUN), para mejorar las condiciones de estudio y docencia, pero, sobre todo para denunciar los crímenes de la dictadura en contra de los reos políticos y las condiciones infrahumanas en que laboraban los obreros y campesinos del país, además de la situación de injusticia y desigualdad a la que era sometida la población nicaragüense mientras las riquezas de nuestros recursos eran acaparadas en pocas manos oligarcas y otra buena parte entregada en concesiones a las empresas transnacionales capitalistas.

Este trabajo de organización y agitación estudiantil lo realiza desde el Frente Estudiantil Revolucionario, el brazo legal del Frente Sandinista de Liberación Nacional en los pabellones académicos de las universidades, iniciándolo durante la etapa de acumulación de fuerzas en silencio posterior a 1970 y que se rompió en 1974 con la toma de la casa de Chema Castillo por el Comando Juan José Quezada.

Es desde los auditorios de la UNAN que comienza a poner en práctica sus reconocidas habilidades de oratoria, forjadas por las largas horas de estudio que dedicaba para formarse como revolucionario. Esto es permanentemente recordado por aquellos que lo escucharon y que combatieron junto a él, cada vez que se menciona su legendario nombre.

“Retumbaban el Auditorio Ruíz Ayestas de León y el Auditorio 12 de Managua”, recuerda José Arana, a quien cariñosamente llamamos “Chepe” Arana, un íntimo amigo de Carlos Arroyo que lo conoció un día mientras resguardaban la Iglesia la Merced, una de las iglesias tomadas en León en 1973, durante las protestas bajo la consigna de Una Navidad sin Presos Políticos, por la liberación de Chico Ramírez y de Efraín Nortalwalton.

“Penetraba en el movimiento estudiantil, después del discurso decía ¡Compañeros, vamos a la calle! y nadie se quedaba en el auditorio. Algunos no eran sandinistas ni eran del CUUN, pero iban motivados por alguien, y ese alguien era Carlos Arroyo Pineda”.

José Arana nos dice que es una responsabilidad tremenda hablar de Carlos Arroyo Pineda, que es menos peligroso irse a una acción militar a riesgo de perder la vida, por el profundo respeto y fidelidad que le tiene a su memoria. “Carlos fue el que se preocupó por toda la generación de nosotros, el andaba detrás de cada uno de nosotros. Lo consideramos el bastión, el gestor, la luz que nos señalaba el camino, que nos indicó, que nos llevó, que ayudó a formarnos con su tenacidad, con su fe inquebrantable en el triunfo del FSLN contra la dictadura”, manifiesta. Su liderazgo entre los estudiantes de la UNAN de León y la coherencia de sus acciones que daban peso y legitimidad a sus palabras incendiarias, le ganaron la confianza de sus responsables políticos.

Al año siguiente, 1972, sus padres lo convencen de estudiar Ciencias Políticas en Chile, país que hervía de transformaciones sociales de la mano de la Unidad Popular de Salvador Allende. Carlos logra ver la realidad de un país donde gobierna el socialismo, lo que fortalece sus convicciones ya arraigadas. Ahí forma parte de los Comités de Solidaridad con Nicaragua, red de apoyo internacional de nuestros pueblos hermanos con la Revolución Popular Sandinista. Sin embargo, en 1973 estalla el golpe de estado de Pinochet y los gorilas militares, todos organizados, entrenados y financiados por la Central de Inteligencia de Estados Unidos (CIA), asesinan a Allende y persiguen a todo lo que huela a socialismo.

Carlos Arroyo Pineda se ve forzado a volver a Nicaragua, ya que como Sandinista es objeto de persecución por el fascismo anti-comunista, donde decide reintegrarse a la lucha estudiantil, ganándose nuevamente a pulso su lugar en la estructura orgánica del FER y como militante del FSLN.

Sobre esta etapa de su vida, su hermano Álvaro expresa: “Cuando se inicia en sus estudios superiores, profundiza en la teoría revolucionaria. Y la empieza a aplicar de forma transparente, eficiente, lógica. Ese tipo de hombres no se hacen, nacen con esa virtud, el saber ser consecuentes en su pensamiento, en su discurso y en su actuar. Supo conjugar esas tres cosas. Eso lo llevó a ser alguien muy resoluto en su accionar, y aplicarlo en toda su vida. (…) No podía concebir ser un revolucionario sin aplicarse él esos preceptos que te hacen ser un revolucionario. Era un tremendo admirador del Che Guevara”.

Continúa: “Lo distingue lo visionario. Nunca puso en duda ni por una milésima el hecho de que la revolución iba a triunfar. De que la lucha nos tendría que conducir a la victoria y muchos de sus compañeros decían “a veces lo vemos como loco”, porque decía cosas que a simple vista parecían irrealizables. Decir en aquel entonces de que la dictadura de Somoza iba a ser derrotada, de que íbamos a obtener la victoria, parecían palabras más de un soñador, pero precisamente su confianza en la victoria radicaba en ese ingrediente visionario que él tenía. Él en un poema se refiere a muchas cosas que ahora se están dando. En la risa de los niños cuando la revolución les abre el espacio y les reestablece los derechos ciudadanos a todos los nicaragüenses. Ahí es donde vos ves esa visión, que se sintetiza y concretiza en que todo lo que estamos viviendo él lo miraba, y tenía una fe inquebrantable en ello. Eso lo hizo asumir sus responsabilidades de una forma efectiva, resuelta, que muchas veces lo podemos ver en las acciones que él tomó en determinado momento. La temeridad con que él abordó situaciones de riesgo. A él lo definen como un hombre de mucha fe. La fe total de que la revolución iba a triunfar, de que el FSLN daría al traste con la dictadura”.

José: “Era intrépido, audaz, pero claro de lo que hacía. Convencido de que su posición era al lado del pueblo, que su lugar era el FSLN y que ahí no iba a salir. Y no salió nunca, porque a pesar de que cayó, el sigue en el FSLN. Sigue siendo ejemplo para nosotros, sigue enseñándonos a las

generaciones. Yo sigo aprendiendo de Carlos todavía.” “Era jodión hasta decir quita. Armaba las bromas y después asumía el papel de ejecutivo del FER diciendo que nos pusiéramos serios, y él era el que iniciaba las bromas.”

“Carlos motivaba a la participación. Te hacía ser partícipe, no se quedaba solo él con lo que sabía. Te preguntaba y vos le hacías un comentario y discutías con él.”

Sobre el papel de un sandinista, José Arana recuerda lo que decía Carlos al respecto: “El sandinista tenía que estar claro de su realidad, estudiar diario, prepararse, para estar claro también de su papel, ser humilde, fraterno, sencillo.”

Posterior a la toma de la casa de Chema Castillo por el heroico comando “Juan José Quezada” el 27 de diciembre de 1974, se desata nuevamente la cruda represión y persecución de sospechosos señalados de “extremistas” en los pasquines virulentos de Luis H. Pallais Debayle.

“En 1975, él se presenta ante la citatoria que le hace el consejo de guerra. En ese momento, otro hubiera dicho “mándame clandestino”, porque te podían apresar con cualquier cargo ficticio. Esa fue otra acción que demostró sus dimensiones como revolucionario y la confianza que el FSLN le tenía. Autorizado por el FSLN, comparece como testigo. Lo acompañó el rector Mariano Fiallos. Fue una actividad bien organizada. En ese momento él era el Regional del Comité Ejecutivo del FER. Esto significaba tener una responsabilidad regional dentro del FSLN.”

En 1976, es capturado el Comandante Tomás Borge, por lo que sus responsabilidades son asignadas a Carlos Arroyo Pineda, bajo el mando directo de Pedro Aráuz Palacios, que dirige el FSLN-GPP. Dentro de estas responsabilidades está atender la red de colaboradores y de casas de seguridad para el FSLN. Posteriormente, el Comité Ejecutivo del FER es trasladado a una casa de seguridad en la Colonia Centroamérica. Esta casa es detectada en marzo del ’77 por la Oficina de Seguridad Nacional, órgano de inteligencia del régimen somocista.

José nos relata sobre sus habilidades conspirativas: “En 1976 me reencuentro con él (Carlos) en el Barrio San José Oriental. Lo veo venir, de cotona, sandalias y jean. Le habían encolochado el pelo, tipo afro. Lo que nos enseñaba Pedro Aráuz, a conspirar. “Qué pasó?” me dice con otro tono de voz más jovial. Ahí nos encontramos como a las 5 am y pasamos una hora hablando de todo. Comenzamos a trabajar de nuevo, con el contacto de Gloria Campos que era el canal fijo. Ahí me asigna ser parte de una célula de correos nacional.”

En agosto de 1977, se vuelven cada vez más necesarios los operativos de recuperaciones económicas, ya que la situación de la montaña era dura, y los compañeros requerían con urgencia abastecimiento de alimentos, medicinas, armas, municiones, entre otros pertrechos. Los Comandantes Bayardo Arce y Pedro Aráuz Palacios orientan a la compañera Ana Isabel Morales a realizar una acción en el Banco de América, donde trabajaba como cajera. Según su testimonio, les hace el croquis del banco, de cómo podían hacer la entrada, la salida, en qué lugares las ubicaciones y todo. Para la extracción del dinero, está asignado Carlos Arroyo bajo la fachada de un ingeniero que realizaría un retiro de más de 100,000 córdobas en concepto de pago de planilla.

Para pasar desapercibido, dado que ya estaba quemado como militante del FSLN, debe presentarse en el banco sin anteojos. Esto era un problema, ya que tenía una profunda miopía, pero todo estaba calculado de forma tal que él reconocería la sombra de Ana Isabel en la caja, realizarían la

transacción, y ambos partirían, Carlos con el dinero y Ana Isabel hacia la clandestinidad. En el momento en que Carlos llega al banco, minutos antes llaman a Ana Isabel y tiene que retirarse brevemente de la caja. Cuando regresa, ve que Carlos después de esperar cronométricamente su presencia, está por salir del banco. En eso lo llama por “¡Ingeniero, aquí dejó sus cosas!”. El regresa, retira los paquetes de dinero, y sale por la puerta principal.

Parte de las responsabilidades que se le habían asignado a Carlos Arroyo, “Fermín”, era redactar y pasar comunicados por las radios clandestinas. Sin embargo, se le orienta formar un grupo para asaltar la Radio Mundial y pasar una cinta con mensajes de conciencia para la población, haciendo un llamado a la lucha, “denunciando las torturas a que eran sometidos Tomás Borge y Marcio Jaen en las tenebrosas mazmorras de la OSN y para exigir el cese a su aislamiento”. Este operativo toma lugar el 16 de julio de 1977 a las 5:30 de la mañana. Con el croquis de la Radio Mundial que había sido delegado a José Arana para levantarlo y corregirlo en varios intentos hasta que tuviera toda la información necesaria, Carlos prepara la casa de seguridad para planificar, practicar y consolidar el operativo junto a Margine Gutiérrez, Glauco Robelo, Noel Escobar y Mario Elvir Maldonado. José Arana no participa del operativo porque en una de sus visitas a la Radio Mundial, es reconocido por un amigo leonés, Carlos Rodríguez, quién le dice su nombre al saludarlo frente a otras personas. Esto podía comprometer el operativo, por lo que Carlos determinó que una vez cumplida la función del levantamiento del croquis, fuera el resto del grupo el que llevara a cabo la acción.

A pesar de un impase en el que son perseguidos por una patrulla BECAT (Brigada Especial contra Asaltos y Terroristas) que luego logran perder, Carlos mantiene la firme orientación de que la orden del Frente debe ser cumplida a cabalidad. Su disciplina y alta moral infunde al resto del grupo la mística para llevar la tarea cometida hasta el final. Con esto, logran llegar al lugar donde se encontraba la cabina de la Radio Mundial, encierran al personal en un cuarto y le dicen al controlista que conecte el equipo donde reproducen la cinta con el mensaje revolucionario. De inmediato, se retiran del lugar mientras las patrullas se dirigen hacia el edificio. Es la primera vez en la historia del FSLN que un comunicado logra pasar íntegro antes de ser interrumpido con la llegada de la Guardia Nacional. También había retrasado su interrupción un papel que habían puesto en la puerta: “Hemos colocado una bomba y el que entre, se muere”. Esto por supuesto, era un método disuasivo, no se había colocado ningún dispositivo explosivo en la instalación, pero le valió el tiempo para que el pueblo nicaragüense pudiera escuchar completo el comunicado del FSLN en la viva voz de Pedro Aráuz Palacios.

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TRÁNSITO A LA INMORTALIDAD

Octubre de 1977 se tiñó de rojinegro. Sobre nuestras feraces tierras, llovía a cántaros lo más valioso que nuestros héroes y mártires podrían entregarle a la revolución, al pueblo que soñaban liberado y al futuro emancipado en el que creían sin vacilaciones. Carmesí lloró la tierra y obsidiana palpitó el cielo, testigos estremecidos de una nueva siembra violenta abonada con ternura y tenacidad. Las acciones guerrilleras de Masaya, San Carlos y Ocotal habían encendido la llamarada que ardería hasta Managua, y no se detendría hasta el triunfo final en julio del ’79 en el resto de la patria. Una de las estocadas más duras a la estructura del Frente Sandinista de Liberación Nacional sería el tránsito al altar de los inmortales de Pedro Aráuz Palacios, Marta Angélica Quezada, Genoveva

Rodríguez, Israel Lewites, Roger Langrand, Carlos Arroyo Pineda, Juan Carlos Herrera “La Foquita”, Jorge Sinforoso Bravo, René Carrión y muchos combatientes e inocentes que darían el elixir de su gloriosa sangre para que nos nutriéramos de su convicción eterna en la marcha indeclinable hacia la victoria, hacia la Nicaragua que ahora construimos, leales a su sacrificio.

Según relato de los habitantes del barrio San Luis, y la reconstrucción que han llevado a cabo compañeros que lucharon junto a “Fermín”, se define que el lunes 17 de octubre Carlos Arroyo junto a Roger Langrand parten de una casa de seguridad en Las Mercedes, Carretera Norte, donde se encontraba también Gloria Campos. Ambos se dirigen a una reunión, donde los espera una célula en Ciudad Jardín, entre ellos José Arana y Nidia Escobar. El domingo 16, Carlos había suspendido la reunión originalmente programada, por las acciones que calientan las calles en esos días, y manda a embuzonarse hasta el día siguiente a toda la célula.

Aproximadamente a la 1:30 de la tarde, de la Tenderí hacia el norte, en la esquina del Instituto Nacional Maestro Gabriel, uno de los guardias que iba montado en un BECAT, conocido como Ramón “Trompudo” reconoce a Roger Langrand, el conductor, pero lo confunde con su hermano, Marcelo Langrand, quien estuvo preso en Honduras. Esto sucede en las inmediaciones de la Acción Cívica y de la Central de Policía, zona caliente de Mangua. En ese momento el BECAT ataca el vehículo y asesinan a Róger Langrand. Carlos logra salir del carro, y herido de una pierna se dirige hacia el este sobre la calle del Colegio Maestro Gabriel. Lanza una granada de fragmentación para repeler a la Guardia, ganando tiempo y distancia. Los estudiantes del colegio le dicen que entre, pero este se niega, conociendo la masacre que desataría la genocida sobre el estudiantado. Logra correr hasta un predio baldío, y gracias a su condición física producto de su constante entrenamiento, sube a la copa de un árbol de mango, junto al techo de una vivienda y resiste heroicamente los embates de la Guardia Nacional. No fueron suficientes los BECATs de la Central ni de la Acción Cívica para derribarle, por lo que llaman a la Fuerza Aérea para que arremeta desde el aire contra un único combatiente miope y herido, pero de una estatura infinita y un valor sobrehumano. Es entonces, tras varios intentos, que las alas de la muerte acribillan su humanidad, haciéndole caer de su posición de combate no sin antes estremecerse Nicaragua con su grito de “¡SOY CARLOS ARROYO PINEDA DEL FRENTE SANDINISTA DE LIBERACIÓN NACIONAL, PATRIA LIBRE O MORIR!”.

La cobardía de la Guardia se hace evidente al seguir ametrallando el cuerpo del caído. Le tenían miedo a su rostro, a su sombra, a su firmeza, y debían ahogarla en el único lenguaje de violencia que entendían, sin saber que cada tiro multiplicaba por miles el legado que heredaría a las generaciones venideras.

Bajo las ráfagas de la fuerza aérea, fue asesinada también Flor de Liz Robles, inocente estudiante de la Escuela Nacional de Comercio, con solo 18 años. Su familia y la militancia le recuerda con cariño, nostalgia y fortaleza cada año en el monumento que se erigió en la esquina sur del CECNA, a los caídos ese 17 de octubre en el barrio San Luis, del que era originaria. Ese mismo día, es asesinado por la Guardia Nacional Leonardo Juárez Guzmán.

LEGADO HISTÓRICO PARA LAS GENERACIONES VENIDERAS

Sobre su herencia a las generaciones que hoy construimos la patria con la que nunca dejó de soñar, Gloria Campos, quien fuera responsable de los contactos y comunicaciones de Carlos Arroyo con otros miembros del FSLN durante la clandestinidad, nos comparte: “No decaer. Tratar de aclarar a los confundidos cómo son las cosas, qué es lo que el enemigo quiere. El enemigo quiere debilitarnos. Hablar con la gente, concientizar a los jóvenes. (…) Si los compañeros murieron por esto, nosotros debemos seguir su legado, por los compañeros que murieron defendiendo para que triunfara la revolución. Hacer círculos de estudio. Explicarles a los jóvenes el ejemplo de cada uno de los compañeros que cayeron luchando.”

Sobre la firmeza aún en momentos de profundo dolor por la caída de nuestros héroes, Gloria Campos recuerda la lucidez de Carlos Arroyo Pineda sobre el destino que podían encontrar los que se entregaban a la causa libertaria: “Cuando cayó el Comandante Carlos Fonseca Amador, yo me desesperé. Estábamos en una casa de seguridad donde entrenábamos, y recuerdo que cuando expresé mi dolor por la muerte de Carlos Fonseca, que cómo era posible que alguien lo haya denunciado cuando el luchó y murió por ellos, que por qué tenía que pasar eso. Recuerdo que Carlos Arroyo me dijo ‘Compañera, no se exprese así, aquí vamos a ir cayendo los compañeros más valiosos’ y me dio bastante ánimo y fuerza para seguir con más disciplina. Era uno de los que te orientaba que no hay que decaer, que en la lucha podremos ir cayendo, pero hay que seguir con más fuerza, con más disciplina, con más amor hacia la lucha, y vamos a seguir adelante.”

“Debemos seguir el ejemplo de Carlos, de los compañeros que no se rindieron, que cayeron combatiendo por una causa justa. Hay que seguir el legado de estos jóvenes que cayeron. Estudiar la historia, tienen que saber quiénes fueron, y que si estamos vivos es por ellos. Si ahora tenemos estudios gratis y la salud, fue por la sangre derramada de todos estos compañeros.”

“Nos enseña que debemos ser estricto, ser disciplinado, tener mística. Él era muy dedicado, muy estricto cuando tenía que serlo, pero buen compañero, fraterno. Fue un compañero muy valioso que perdimos. El último día, el 17, nosotros estábamos en la casa de Las Mercedes. Por un contacto me di cuenta de todo lo que pasaba en Masaya y se lo trasladé a Carlos. Le conté que la guardia estaba tendida en la Central de la Policía. Fue cuando él salió con Roger Langrand, que iba manejando por que andaba legal. Ese día salieron y ya no volvieron.”

Su hermano Álvaro Arroyo nos comparte su visión sobre la herencia histórica de “Fermín” a la juventud y a la militancia actual y futura: “Él siempre fue devoto de la preparación que el joven tiene que tener, no de la improvisación. Su ejemplo se convierte en un legado importante digno de estudio. Todo su accionar giraba alrededor de su preparación dentro de los cánones que te hacen ser un sandinista. Nunca se divorció de su sandinismo, de lo que Sandino nos enseñó con su gesta, y conjugó la teoría revolucionaria aplicada. Eso es lo que lo llevó a comprender de manera muy diáfana lo que significaba hacer revolución. El joven tiene que rescatar esos valores, esos principios, esas prácticas de prepararse para enfrentar nuevos tipos más sofisticados del enemigo. Ahora se aplica una serie de formas de agresión, y se está contrarrestando el accionar revolucionario de una forma más tecnológica. El joven se tiene que ir formando en la medida que surgen nuevas formas de agresión, para defenderse y seguir adelante, para enfrentar una nueva etapa de contrarrevolución, más allá de las armas. Eso va a llevar al joven a darle continuidad al proceso, que no acaba. Mañana nos tendremos que enfrentar, se tendrá que enfrentar el joven, a nuevos retos,

y tendrá que estar preparado para ello. Hombres como Carlos Arroyo Pineda nos dieron esa pauta, reforzar los conocimientos teóricos con la práctica revolucionaria”.

José Arana nos comenta que en marzo de 1978 se funda una escuela político-militar en la Estanzuela, Estelí, bajo el nombre de Escuela “Carlos Arroyo Pineda”, bajo la responsabilidad militar del Comandante Omar Cabezas, y la supervisión por parte de la Dirección Nacional del FSLN del Comandante Bayardo Arce. Así mismo, existe una calle y una Casa Municipal de la Cultura en Matagalpa con su nombre, y durante los años ochenta un Hospital portó su nombre en el Barrio San Luis.

Saúl Arana nos expresa la importancia que tiene el legado de Carlos en la coyuntura actual “Es en momentos como los que hoy vivimos que su pensamiento, compromiso, firmeza y mística se vuelven más que nunca referentes indispensables para estar a las alturas de las circunstancias. Carlos es y será siempre un guía para la militancia Sandinista y su ejemplo y legado permanecerán siempre al lado del pueblo y los humildes. Su entrega y sacrificio no fueron en vano y debemos todos y todas seguir su ejemplo hasta ver culminado el proyecto por el cual pasaron a la inmortalidad. Recuerdo a Carlos desde las trincheras de la rectitud y vocación indeclinable de esos que nos dejaron el camino sembrado de una semilla que germinó y dio sus frutos para el bien de la humanidad.”

«Nos piensan muertos cuando apenas dormimos. En cada ser que tome consciencia ahí estaré, nada ni nadie podrá impedir que un día no lejano brille un sol aún desconocido sobre las feraces tierras de nuestra patria, que calcinará de una vez para siempre el germen de la discordia y enterrará igualmente, para siempre, la cruda realidad de la guerra.» Carlos Arroyo Pineda. (CAP)

A 45 años de tu tránsito al panteón de los inclaudicables, esta juventud sandinista desbocada en erigir la nueva sociedad que habitaba tus sueños certeros y premonitorios, te rinde homenaje en cada escuela, hospital, programa social, círculo de estudio, salón universitario, institución y sobre todo en cada barrio, comarca y caserío donde luche nuestro pueblo por seguir transformando la realidad desde la convicción rojinegra que cubría como manto imperecedero tu praxis coherente e inalienable. Hoy seguimos aferrados a un mundo cada día mejor, en la interminable tarea de sembrar, de luchar para que los que nos sigan tengan mejores condiciones para continuar la lucha, como nos enseñó tu entrega plena a la causa revolucionaria.

Solo habrá lugar en nuestra gesta actual para la lealtad a tu memoria, tus ideas y tus acciones. Habrá siempre entre tu jardín una rosa roja, una rosa negra, y la sonrisa de esta Nicaragua liberada hace 43 años de la dictadura somocista, y hace cuatro años de los malos hijos de la patria y sus tranques genocidas, gesta en la que Bismarck Martínez, Francisco Aráuz Pineda y Miguel Ángel Ramos “Franklin” enarbolaron nuevamente la consigna con la que nos dijiste hasta la victoria siempre, para ser uno con la historia:

¡CARLOS ARROYO PINEDA! ¡PRESENTE! ¡PRESENTE! ¡PRESENTE!

¡LA MARCHA HACIA LA VICTORIA NO SE DETIENE!

¡LUCHAMOS PARA VENCER! ¡NO PASARÁN!

¡POR ESOS MUERTOS, NUESTROS MUERTOS, JURAMOS DEFENDER LAS VICTORIAS!

¡PATRIA LIBRE O MORIR!

Por: Carlos Arroyo Zúñiga, sobrino de Carlos Arroyo Pineda

Fuente consultada:

Gutiérrez, Margine. 17/10/2018. “Carlos Arroyo, intrépido y ejemplar”. Portal Web de Radio La Primerísima.